El buitre negro es un ave muy forestal a la hora de reproducirse, sin preferencia por una u otra especie arbórea, si bien en nuestro territorio ocupa, principalmente, bosques mediterráneos de alcornoques, encinas y pinos, así como pinares montanos. Asimismo, se conocen nidos en robles melojos, alisos e, incluso, enebros. En Mallorca se instala en pinos que crecen al borde de cantiles marinos inaccesibles. Excepcionalmente, se han encontrado nidos de este buitre en cortados rocosos y aun en el suelo.
Su hábitat de alimentación no coincide exactamente con el de reproducción y, aunque frecuentemente sobrevuela laderas de matorral y arbolado más o menos disperso, no es raro que recorra un buen número de kilómetros hasta alcanzar áreas que, por la experiencia acumulada durante años, sabe ricas en recursos. Así, es usual ver a estas grandes aves patrullando dehesas, pastizales, áreas de matorral ralo y baldíos, con frecuencia en compañía de otros carroñeros.
El buitre negro es menos gregario que su pariente el leonado y, además, suele prospectar el terreno meticulosamente y a una altura inferior. Gracias a esta estrategia puede detectar y aprovechar pequeñas carroñas, incluso en zonas de espesura, y, en consecuencia, fuera del alcance de otras especies propensas a centrarse en cadáveres mayores y en zonas más despejadas. Es así como en la dieta de este gran carroñero se incluyen numerosas especies propias de áreas relativamente cerradas, así como multitud de carroñas de pequeños y medianos animales. De entre ellos adquiere particular relevancia el conejo, que constituye un pilar fundamental de la alimentación de la rapaz cuando muere masivamente por causa de las epidemias que asolan sus poblaciones. No obstante, el buitre negro también frecuenta muladares y basureros, o se alimenta de carroñas de animales domésticos de gran tamaño, como vacas, cabras, ovejas o cerdos, ante los que, dada su fuerza y tamaño, suele imponerse a otros comensales.
El ciclo reproductor de esta rapaz resulta particularmente largo. Se inicia en enero, con la ejecución de los vuelos nupciales de la pareja (que está unida de por vida) y con la construcción o reparación del nido. Este consiste en una gigantesca acumulación de palos, en cuya elaboración participan ambos sexos, que puede llegar a medir cuatro metros de diámetro por tres metros de altura (aunque normalmente es menor) y pesar varios cientos de kilos (dibujo 4).
En tales plataformas revestidas de hojas frescas, lana y otros materiales, la hembra deposita, en febrero o marzo, un solo huevo, que será incubado por ambos progenitores durante 50-55 días.
El pollo nace, generalmente, en abril o mayo y es atendido por los dos adultos durante un largo periodo de tiempo, ya que habitualmente permanece en el nido hasta las postrimerías del verano (dibujo 5), si bien los lazos familiares suelen mantenerse un par de meses más, hasta bien entrado el otoño.
Es una especie relativamente colonial a la hora de reproducirse, pero no tanto como su cercano pariente el buitre leonado, de manera que las agrupaciones de cría son bastante inconexas y entre los nidos suelen mediar distancias de decenas o cientos de metros.