España es un territorio eminentemente rural, donde la actividad agraria gestiona prácticamente un 80% de la superficie y cuenta con siglos de historia. De esta manera, la actividades agrarias y ganaderas han modelado nuestro territorio, produciendo un rico y variado paisaje que incluye las estepas cerealistas de la meseta, las dehesas extremeñas y andaluzas, las praderas de la cornisa cantábrica o los arrozales mediterráneos.