Investigadores españoles llegan a esta conclusión tras estudiar el comportamiento de 53 especies de aves en 25 pomaradas asturianas

Sus resultados demuestran una vez más que la biodiversidad, tanto la vegetación natural del entorno de los cultivos como la comunidad de aves asociada a ella, puede ser una gran aliada para los agricultores.

 

Las aves insectívoras son beneficiosas para nuestros bosques, ya que se alimentan de plagas dañinas. Esta idea, en nuestro bagaje educativo desde hace décadas, no acaba de cuajar al pensar en los cultivos agrícolas, donde las aves son frecuentemente consideradas dañinas, acusadas a veces de comer el grano o dañar la fruta. En cambio, un estudio realizado en Asturias, publicado recientemente en la revista Agriculture, Ecosystems and Environment, verifica lo contrario, mostrando el rol que desempeñan las aves silvestres como predadoras de artrópodos (entre ellos, insectos plaga) en manzanos de sidra.

 

Una comunidad diversa de aves insectívoras

Un año de censos en 25 pomaradas (plantaciones de manzano) del centro de Asturias reveló la existencia de una rica avifauna. De casi 5.000 observaciones (53 especies) realizadas en las fincas y en sus lindes, más del 80% (29 especies) pertenecían a aves insectívoras arborícolas, presumiblemente beneficiosas para el manzano. Herrerillo común, carbonero común, curruca capirotada, petirrojo europeo, mirlo común y chochín formarían el “núcleo duro” de esta comunidad, muy variable, por otra parte, en formas y tamaños (desde los 6 gramos del reyezuelo listado a los 175 gramos del pito real). Más importante es la diversidad de comportamientos para buscar alimento, que llevaría a distintas aves a complementarse en el control de plagas. Así, los “insectívoros de follaje”, como mosquiteros y reyezuelos, son hábiles cazando pulgones cenicientos y verdes en brotes y hojas, mientras que los “insectívoros de tronco y ramas”, como trepadores y picos, son capaces de limpiar las cortezas de pulgones lanígeros y pupas de carpocapsa (el gusano de la manzana, Figura 1).

 

La comunidad de aves insectívoras de las pomaradas de Asturias abarca desde pequeños reyezuelos, capaces de atacar las plagas en los extremos de las ramas (izquierda: reyezuelo listado Regulus ignicapilla y pulgón ceniciento Dysaphis plantaginea), a pájaros carpinteros, que limpian troncos y ramas (derecha: pico picapinos Dendrocopos major y pupas de carpocapsa Cydia pomonella). Autores: Daniel García (dibujos) y Marcos Miñarro (fotos).

 

El paisaje circundante es la clave

A pesar de esa gran diversidad potencial, no todas las pomaradas son iguales para la avifauna. Las fincas con manzanos de copas amplias, que forman un dosel más extenso y continuo, albergan más aves y de más especies. Pero más importante aún que el interior de la finca y su manejo es su periferia inmediata. Así, las pomaradas rodeadas por setos de árboles y arbustos (sebes, en asturiano, Figura 2) o adyacentes a parches de bosque autóctono son las más diversas. Este efecto positivo de los hábitats boscosos puede detectarse incluso cuando se consideran grandes distancias, de hasta 1 kilómetro de radio alrededor de las pomaradas, lo que sugiere que sebes y bosques estarían “vertiendo” biodiversidad aviar hacia los cultivos, a una escala paisajística.

 

Un experimento comparando ramas de manzano excluidas de las aves, mediante jaulas, con ramas abiertas demostró que las aves reducen considerablemente la cantidad de insectos plaga (a la derecha arriba: gorgojo de la flor Anthonomus pomorum) y sus daños (a la derecha abajo, brotes dañados por pulgón ceniciento) en el manzano. Autores: Daniel García (izquierda) y Marcos Miñarro (derecha).

 

Las aves insectívoras, aliadas del agricultor

Tras mostrar la diversidad de aves, el reto del estudio era resolver la siguiente pregunta: ¿Reducen realmente las aves la abundancia de plagas en el manzano? Un experimento comparando ramas abiertas, accesibles a las aves, con ramas excluidas mediante jaulones, demostró la capacidad de las aves para controlar las poblaciones de artrópodos, insectos plaga incluidos (Figura 3). Así, las aves disminuyeron en un 80% la cantidad de artrópodos sobre las ramas, y hasta en un 70% la tasa de ataque de algunas plagas, como el pulgón ceniciento. Como resultado, las pomaradas con más aves albergaban menos artrópodos al llegar el verano. Sabiendo que los daños por picoteo de las aves sobre las manzanas son escasos, el balance de tener aves silvestres en las pomaradas parece más que positivo.

 

Aves y sidra son compatibles, si la gestión es adecuada

A la vista de los resultados, este estudio sugiere que las campiñas del norte de España, donde los cultivos no intensificados, como las pomaradas, se abigarran con hábitats naturales, son sistemas donde es posible combinar la producción de alimentos de calidad, la promoción de la cultura tradicional y la conservación de la biodiversidad a escala regional. El mantenimiento de unos métodos de explotación amigables con el medio ambiente, y la conservación de los elementos del paisaje (como las sebes), parecen requisitos indispensables para esta solución de ganancia mutua. En este sentido, el actual Programa de Desarrollo Rural del Principado de Asturias ha recalado en esta investigación gracias a SEO/BirdLife, y pretende apoyar, a través de subvenciones de la Unión Europea, a aquellas pomaradas de la Denominación de Origen Protegida “Sidra de Asturias” con prácticas que fomenten la biodiversidad de aves insectívoras y minimicen el uso de plaguicidas.

 

La presencia de sebes (setos) bien desarrollados (altos, complejos y con numerosas especies de plantas leñosas) influye de forma muy positiva en la cantidad y la diversidad de aves insectívoras que entran en la pumarada. Autor: Marcos Miñarro

 

Referencia

García. D., Miñarro, M. & Martínez-Sastre, R. (2018). Birds as suppliers of pest control in cider apple orchards: avian biodiversity drivers and insectivory effect. Agriculture Ecosystems and Environment, 254: 233-243. https://doi.org/10.1016/j.agee.2017.11.034

 

 


Sobre los investigadores y el proyecto.

Daniel García es profesor titular de Ecología en la Universidad de Oviedo, y su investigación se centra en las redes ecológicas entre aves, insectos y plantas.

Marcos Miñarro es investigador doctor del SERIDA (Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimenticio del Principado de Asturias), y su campo de especialización son los insectos beneficiosos y perjudiciales en cultivos frutales.

Rodrigo Martínez-Sastre es investigador pre-doctoral del SERIDA, y su tesis analiza el papel de distintos grupos animales en el manzano de sidra. El estudio se enmarca dentro de una línea de investigación sobre la provisión de servicios ecosistémicos por animales (polinización, control de plagas, regeneración de la vegetación) en agroecosistemas cantábricos, financiada por el MinECo (CGL2015-68963-C2-2-R; RTA2013-00139-C03-01) y la Unión Europea (BiodivERsA-FACCE2014-74; ERA-Net C-IPM 2016-Id38).

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