Ave de gran tamaño y aspecto inconfundible, la garza real no es muy numerosa como nidificante en la Península Ibérica, aunque se encuentra en expansión. Es, en cambio, mucho más abundante durante la invernada y los pasos migratorios, cuando muchos ejemplares europeos recalan en nuestro territorio en su camino hacia el continente africano. Durante el invierno, resulta fácil observar a estas garzas, tanto en vuelo como posadas en las orillas de ríos y embalses aguardando el paso de alguna presa, que capturarán con la ayuda de su potente pico.
La garza real es un ave de gran tamaño —la mayor de las ardeidas que frecuentan nuestro país—, de figura estilizada, largo cuello y coloración general grisácea, con un diseño variable según la edad y la época del año. Durante el periodo reproductor, la cabeza de los adultos luce una coloración blanca y aparece adornada por una línea negra y un par de largas plumas de este mismo color, en tanto que el cuello, blanco también, se halla surcado longitudinalmente por dos bandas paralelas negruzcas (dibujo 1). El largo y afilado pico presenta un tono rojizo, y las regiones dorsales son mayoritariamente cenicientas, con una llamativa mancha negra en los hombros. Fuera de la época de cría, el diseño es menos contrastado, sin las plumas ornamentales de la cabeza y con el pico amarillento. En vuelo adopta la postura característica de las garzas, con el cuello encogido en forma de “S” y las patas estiradas sobresaliendo por detrás de la cola, si bien la garza real resulta fácilmente diferenciable del resto de sus parientes debido a su gran tamaño (dibujo 2).
Canto
Además de producir otras vocalizaciones, fundamentalmente cuando se encuentra en compañía de otras garzas dentro de las colonias de cría, emite un sonido muy característico, como un a aarj, áspero y muy sonoro.
Dónde vive
En el mundo
La especie se encuentra ampliamente distribuida por todo el Paleártico, donde la subespecie cinerea cría en la mayor parte de Europa, Asia y África, incluido Madagascar. Inverna, asimismo, en numerosas regiones europeas, África y el sur de Asia.
En España
La garza real no es un ave demasiado habitual como reproductora en nuestro país, donde se concentra especialmente en las cuencas de los grandes ríos (Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir). También está presente en el delta del Ebro y la albufera de Valencia, así como —en pequeños núcleos— en otras localidades catalanas y levantinas y en el sureste peninsular. Es muy escasa en las regiones cantábricas —que ha colonizado recientemente—, mientras que en Canarias se han registrado algunos intentos de cría. Durante la invernada, la presencia de esta garza en territorio español aumenta notablemente —sobre todo en el cuadrante suroccidental de la Península y a lo largo de los principales humedales costeros— y en Canarias 3 puede considerarse regular.
Desplazamientos
Las poblaciones más norteñas de la especie son las únicas que realizan migraciones de largo alcance hacia latitudes más cálidas, en tanto que el resto de los reproductores europeos se consideran sedentarios o, a lo sumo, efectúan movimientos de escasa amplitud. En sus desplazamientos, escogen la Península Ibérica como principal lugar de destino o de paso obligado hacia África. Consecuentemente, en el estrecho de Gibraltar se detecta todos los años entre los meses de octubre y noviembre un importantísimo flujo migratorio de estas aves. Por lo que respecta a los individuos ibéricos, estos pueden realizar movimientos dispersivos para dirigirse tanto a otros países de Europa como hacia el continente africano.
Población
La población europea se estima en 210.000-290.000 parejas. En España, que cuenta con 5.000-6.000 parejas, la tendencia poblacional resulta positiva y en claro proceso de expansión; en determinadas regiones españolas —como, por ejemplo, la cuenca del Duero, la albufera de Valencia o Doñana—, el número de efectivos ha aumentado considerablemente durante los últimos años. Se estima que invernan unos 86.000 individuos en Europa.
Cómo vive
Hábitat
En la época de reproducción, esta garza frecuenta lagunas, marismas o riberas de agua dulce, siempre que cuenten con vegetación emergente y arbolado próximo en el que instalar sus nidos. Durante el invierno y en los pasos migratorios se muestra muy poco exigente y es habitual que ocupe todo tipo de humedales, naturales o artificiales (arrozales, salinas, canales de riego o balsas de piscifactorías), así como pastizales, prados o playas.
Alimentación
Aunque su alimento básico lo constituyen los peces —en general, de buen tamaño—, el carácter oportunista de esta garza la lleva a incluir en su dieta una gran variedad de vertebrados (anfibios, reptiles, pollos de otras aves o pequeños mamíferos), crustáceos, moluscos, lombrices, grandes insectos e, incluso, materia vegetal. La técnica más habitual de caza que utiliza consiste en permanecer inmóvil, al acecho, junto al agua, hasta que pasa alguna de sus posibles presas; una vez localizada, tras un fulminante movimiento del cuello, la pinza con el pico para luego deglutirla.
Reproducción
Durante la época de cría, la garza real muestra un carácter muy gregario y nidifica en colonias a las que se unen otras especies de garzas o, incluso, cigüeñas. Los emplazamientos más habituales para estas agrupaciones —en las que reina una total algarabía— son los pequeños sotos ribereños, así como los bosquetes próximos a algún humedal. A mediados de febrero, cuando ya lucen el plumaje nupcial, macho y hembra acuden a la colonia y comienzan la reconstrucción del nido que utilizaron en pasadas temporadas con el necesario aporte de palos y ramas. Tras un ritualizado cortejo —en el que dominan las contracciones del cuello y son frecuentes las vocalizaciones—, la pareja concluye la plataforma, que
tapiza con hierbas y hojas; en ella deposita la hembra de tres a cinco huevos de color verde o azul pálido, que son incubados por ambos adultos
durante 25-28 días, generalmente desde la puesta del primero. 4 Los pollos son capaces de desplazarse por las inmediaciones del nido a los pocos días de nacer, aunque seguirán dependiendo durante un tiempo del alimento que les aportan sus progenitores. Al cabo de 45-55 días, con el
plumaje completamente desarrollado, las jóvenes garzas ya son capaces de volar.
Amenazas y conservación
Los principales problemas para la especie están relacionados con las fluctuaciones de los niveles hídricos de los humedales, la escasez de lugares
de nidificación y la potencial persecución directa por parte de pescadores. La garza real se incluye en la categoría “De interés especial” en el Catálogo
Nacional de Especies Amenazadas.
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