Águila perdicera
Aquila fasciata
Entre las grandes águilas, es la más ágil, lo que le permite cazar un gran número de aves de tamaño medio, y también la de coloración más pálida. Está muy asociada a ambientes mediterráneos, y por eso sus poblaciones más importantes se encuentran acantonadas en Extremadura, en las sierras del Levante y en la región oriental andaluza.
CAT / Àguila cuabarrada
GAL / Aguia perdigueira
EUS / Bonelli arranoa
ENG / Bonelli's Eagle
La especie se está enfrentando a un riesgo alto de extinción en estado silvestre.
Escucha su canto:
Águila perdicera
Aquila fasciata
Información
Accipitriformes
Accipitridae
60-70 cm
150-170 cm
Identificación
El águila perdicera es un ave de gran tamaño y porte esbelto. El adulto tiene las partes inferiores pálidas, con pintas alargadas distribuidas longitudinalmente (dibujo 1). Las partes superiores son de color pardo oscuro con una marca blanca en la espalda (dibujo 2). En vuelo se aprecia un contraste entre el cuerpo blanquecino y las partes inferiores del ala oscuras. La cola es pálida y con una ancha banda terminal oscura (dibujo 3).
El joven del año tiene las partes inferiores, desde la garganta, de color canela (las pintas aparecen en su segundo año), mientras que las superiores son más pardas. En vuelo, las plumas de vuelo y la cola son pálidas (las primarias muestran extremos oscuros), con un fino barreado, y las cobertoras corporales anaranjadas. En la base de las primarias se ven plumas oscuras. En el plumaje de transición de jóvenes a adultos se van desarrollando los bordes oscuros en ala y cola.
Canto
Es un ave silenciosa, aunque se han registrado algunos ladridos y gritos estridentes en zonas de cría.
Dónde vive
En el mundo
El águila perdicera se distribuye por el sur de Asia hasta la cuenca del Mediterráneo, donde destacan las poblaciones ibéricas y del Magreb.
No presenta subespecies.
En España
Está presente fundamentalmente en las sierras costeras mediterráneas, las sierras béticas, Sierra Morena y Extremadura. También se encuentra en el centro y el norte, aunque de forma más irregular. Está ausente de ambos archipiélagos y de Ceuta y Melilla.
Al margen de las zonas de cría, existen otras áreas de gran importancia para la conservación de la especie, por ser zonas de asentamiento de los jóvenes en dispersión. Entre ellas pueden destacarse la depresión de Lérida, la sierra de Escalona (Alicante-Murcia), la campiña de Albacete, el suroeste de Madrid, Toledo, los encinares de Trujillo (Cáceres), La Serena (Badajoz) y La Janda (Cádiz).
Para más información sobre su distribución territorial y otros datos de interés, consulta la ficha del águila perdicera en el III Atlas de las aves en época de reproducción en España.
Más información
Consulta el siguiente enlace para ampliar la información sobre esta especie.
Invernada fuerte
Invernada floja
Estival
Residente
Desplazamientos
La especie es residente en la Península. Los ejemplares territoriales suelen estar ligados todo el año a su área de cría, aunque en zonas con menor disponibilidad de alimento pueden desplazarse algunas decenas de kilómetros fuera de la época reproductora.
Los jóvenes del norte realizan movimientos hacia el sur y sureste, permaneciendo en áreas de dispersión caracterizadas por la ausencia de adultos y la gran abundancia de presas, principalmente conejo y perdiz.
Población
La Lista Roja Europea de Aves 2021 estima una población de unas 2.100-2.500 águilas perdiceras en el continente europeo, con tendencia estable.
Según el III Atlas de las aves en época de reproducción en España, en el último censo nacional (2018) se contabilizaron 711-745 parejas, de las que más de 317 se hallaron en Andalucía. La especie se encuentra en importante declive (50% entre los dos últimos censos) en provincias como Álava, La Rioja, Navarra y Toledo. Declives más moderados se encuentran en Zaragoza, Teruel, Ciudad Real o Huesca. Por otro lado, destacan incrementos numéricos en Badajoz, Tarragona y Baleares, de donde se extinguió en la primera mitad del siglo XX y donde se ha reintroducido recientemente con éxito.
Cómo vive
Hábitat
El águila perdicera localiza sus territorios de reproducción en sierras, relieves alomados o llanuras, siempre y cuando existan cortados rocosos de dimensiones variables para criar, aunque algunas parejas sitúan sus nidos sobre árboles (alcornoques, pinos y eucaliptos) o torretas eléctricas, especialmente en el sur y el oeste peninsular.
Alimentación
Se basa en mamíferos y aves de tamaño medio, y también, aunque en menor medida, en reptiles. En la Península Ibérica, la perdiz roja y la grajilla son piezas básicas entre agosto y abril, mientras que en la época reproductora el conejo desempeña un papel fundamental. El lagarto ocelado puede ser una presa sustitutiva importante si las capturas principales escasean.
Reproducción
Las áreas de cría se localizan en la periferia de macizos montañosos o sierras.
El nido se sitúa desde a más de 100 metros de altura en acantilados de grandes macizos, hasta a pocos metros del suelo en pequeñas sierras. Se trata de una pila de ramas que puede alcanzar 180 centímetros de diámetro y otros tantos de altura, tapizada por una fina capa de hierbas; de su construcción se encarga la hembra con los aportes del macho, y su elaboración se extiende durante tres o cuatro meses.
La puesta consta normalmente de dos huevos, pero varía entre uno y tres (raro), los cuales son de color blanquecino, con algunas pintas o finas estrías oscuras. La incubación, de la que se ocupan los dos miembros de la pareja, aunque con mayor dedicación por parte de la hembra (dibujo 4), se prolonga durante 37-40 días.
Los pollos son cuidados por ambos padres y se alimentan por sí solos a partir de los 45-50 días. A los 60-65 días, su plumaje se ha desarrollado completamente, y vuelan en pocos días más, aunque aún permanecen otros tres meses con los padres, tras lo cual se dispersan a entre 100 y 1.000 km del área de nacimiento. Durante el periodo de inmadurez, los ejemplares realizan continuos desplazamientos por zonas de dispersión.
Meses en los que se puede ver la especie en España
Amenazas y conservación
La especie se está enfrentando a un riesgo alto de extinción en estado silvestre.
El águila perdicera está incluida en el Libro Rojo de las aves de España 2021 en la categoría de VU – Vulnerable. En esa misma categoría aparece citada en el Catálogo Español de Especies Amenazadas.
La especie sufrió un declive severo en las últimas décadas del siglo XX que últimamente se ha ralentizado gracias a los esfuerzos de conservación. Aun así, se considera que la tendencia global sigue siendo negativa, ya que entre los censos del 2005 y del 2018, los dos últimos, se ha detectado una disminución del 3% aproximadamente.
La principal amenaza para la especie reside en un alto índice de mortalidad adulta derivado de la persecución directa (disparos, trampas o venenos en cotos de caza menor) y de la electrocución y colisión con tendidos eléctricos. Además, se ve considerablemente afectada por la transformación del hábitat (infraestructuras, reforestaciones que implican un descenso de su alimento), la escasez de recursos tróficos (motivada fundamentalmente por las enfermedades del conejo) y las molestias humanas en áreas de cría. También se ha citado la competencia con el buitre leonado y el águila real por los lugares de nidificación.
Se tiene un elevado nivel de conocimiento sobre esta especie ya que ha sido objeto de muchas tesis doctorales y de intensos programas de conservación. Por ello, las medidas de conservación propuestas se centran en evitar muertes innecesarias, ya sea por accidente o por persecución directa. Lo principal sería abordar el gravísimo problema de la electrocución en tendidos eléctricos evitando diseños peligrosos y corrigiendo o señalando las líneas ya instaladas. También sería deseable, dentro de zonas sensibles para la especie, la colocación de dispositivos antiahogamiento en estanques y balsas de riego, limitar las pistas aéreas durante la época de cría, evitar la construcción de carreteras rápidas y prohibir el uso de alambre de púas.
En cuanto a las medidas contra la persecución directa destacan perseguir judicialmente todos los casos e incidir en la sensibilización hacia el respeto de especies protegidas. Además de estas medidas conviene seguir con los programas de conservación, con los censos periódicos y con la investigación sobre la especie.