En el Día Internacional de la Concienciación sobre el Ruido recuerda que los balcones pueden ser buenos observatorios acústicos para reconocer a las aves por sus cantos.

La fauna se abre camino entre nosotros y busca los mejores lugares para vivir y alimentarse en primavera. Hoy, más que nunca, necesitamos ciudades más naturales y sostenibles. En la actual situación de confinamiento podemos pensar que hay más aves en las ciudades que cantan y tal vez oímos muchas especies desde nuestras casas… pero, realmente ¿hay más pájaros en nuestro entorno?
Mirlo común ©Erni-shutterstock

Mirlo común ©Erni-shutterstock

 

El Día Internacional de la Concienciación sobre el Ruido tiene como objetivo alertar y crear conciencia en la población sobre los riesgos que tiene el ruido para el trastorno auditivo en particular, y la salud en general. Por este motivo SEO/BirdLife quiere  poner de manifiesto la necesidad de proteger la biodiversidad y tener unas ciudades más amables, más saludables y más sostenibles.

“En el estado actual de confinamiento en el que nos encontramos, donde han  desaparecido de nuestras calles gran número de personas y coches y, en general, la contaminación acústica ha descendido, es normal que aparezcan ejemplares de fauna buscando lugares tranquilos donde vivir o alimentarse”, destaca Juan Carlos Del Moral, coordinador del Área de Ciencia Ciudadana de SEO/BirdLife.

Igualmente pasa con las aves. Tal vez estamos oyendo muchos más ejemplares de los que oíamos hace un mes, sencillamente porque no hay ruidos de coches, industrias, aviones, trenes, miles de personas hablando o gritando. En ese sentido las aves pueden comportarse de forma más natural, ya no hay ruidos artificiales. “De pronto podemos pensar que hay aves en las ciudades y que cantan y que se oyen voces diferentes, no es una especie, ni dos, son muchas. Se oyen más porque el ruido de nuestra actividad no las oculta y porque no vamos a toda prisa solo pensando que todo lo que tengo que hacer en el trabajo, en casa, que tengo que ir a la compra; porque nos hemos parado unos minutos a percibir nuestro entorno”, reconoce Del Moral.

Gorriones molineros en una acera urbana.

Gorriones molineros en una acera urbana.

La flora y fauna se abre paso entre nosotros

La fauna y la flora están en expansión permanente y así se van adaptando a  los cambios ambientales, siempre que sus poblaciones estén sanas y puedan permitirse ese esfuerzo. Así, por ejemplo, durante la expansión y regresión de los glaciares y áreas de mayores y menores temperaturas, todas las especies tanto de fauna como de flora se van moviendo en función de que existan condiciones que les permitan sobrevivir y van en busca de mejores condiciones  y si las encuentran, las aprovechan.

Todos conocemos tramos viejos de carreteras que han sido conquistados por la vegetación. Las plantas continuamente están dispersando semillas y, evidentemente en las carreteras utilizadas no prosperan, pero en las no utilizadas germinan, revientan el asfalto y lo colonizan e incluso lo hacen desaparecer. Otro buen ejemplo es cómo han desaparecido las enormes ciudades precolombinas sudamericanas que han sido engullidas por la selva.

“La fauna funciona de la misma forma, todos los ejemplares se van moviendo en busca de nuevas zonas de alimentación o de pareja con la que procrear”, señala Del Moral. “El hecho de que de vez en cuando aparezcan corzos, cabras, jabalíes o cualquier otro tipo de animal en las ciudades es normal porque viven en su entorno y tienden a expandirse para la búsqueda de nuevos territorios”, concluye.

Cambios en los cantos
“En el caso de las aves este proceso de expansión se realiza de dos formas. Bien llegando a un sitio donde hay tranquilidad y buenas condiciones para vivir y entonces, ahí se quedan o bien adaptando su comportamiento para poder sobrevivir en mejores condiciones que otros ejemplares de su especie u otras especies que pueden competir con ellas. Ese cambio de comportamiento puede ser su canto”, asegura Del Moral.

Está comprobado que en lugares donde hay muchos ejemplares de una misma especie (altas densidades) hay mayor actividad canora, pues deben defender su territorio frente a los de sus competidores (deben defender un espacio para que sus congéneres no se coman su comida y no le quiten sus parejas), mientras que en áreas donde hay baja densidad de ejemplares y no necesiten competir por el alimento o la pareja no es necesario gastar energía en disuadir a esos ejemplares y pueden vivir cantando poco, más bajo y dedicar más tiempo a comer, descansar y vivir bien.

De la misma forma, en lugares donde el ruido es enorme, en nuestras ciudades, es de sentido común que los sonidos se difuminen los unos con los otros y que la competencia está en ver quién canta más fuerte para poder decir a sus congéneres que él está ahí y que respeten ese territorio.

Necesidad de un medio ambiente más sano
Recientemente, con motivo del Día Mundial de la Tierra, BirdLife International hizo un llamamiento a Naciones Unidas para que el derecho a  un medio ambiente sano pase a ser un derecho humano fundamental. Se trata de una campaña internacional en la que se quiere dar un impulso más amplio para mejorar la política sobre el clima y la naturaleza al final del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica. Además la campaña hace un llamamiento a la sociedad civil para que la apoye a través de una recogida de firmas para aunar las voces del planeta y pedir que se añada un “Artículo 31” a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

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