Los datos de seguimiento de la biodiversidad en Doñana hasta enero de 2024 aportados por la EBD-CSIC muestran un declive sin precedentes en fauna y flora, con la invernada de aves acuáticas más escasa desde que hay registros. Además, SEO/BirdLife advierte de que es inadmisible que continúen los trámites administrativos para la reapertura de la mina de Aznalcóllar.

La información científica recogida en la memoria anual de seguimiento correspondiente al año 2023 elaborada por la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), muestra el alarmante estado de la biodiversidad en el espacio protegido. La laguna de Santa Olalla se ha secado por segundo año consecutivo, algo inédito hasta hoy, mientras que la mayor parte de las lagunas temporales de Doñana han permanecido secas. El matorral decae, gran cantidad de pinos y alcornoques centenarios se han perdido. Disminuyen los peces, anfibios y algunos reptiles, mientras el conejo, una pieza básica de la cadena trófica, vital para la recuperación del águila imperial y el lince ibérico, mantiene una densidad muy baja, diezmado por las enfermedades.

La situación de la avifauna ligada al humedal, uno de los principales valores naturales de Doñana y objetivo prioritario en sus planes de gestión, es catastrófica. Según el informe de la EBD-CSIC, en los últimos diez años las poblaciones de aves acuáticas se han desplomado y el 79% de las especies reproductoras para las que existe información muestran una tendencia regresiva. Por ejemplo, la focha moruna es una especie amenazada de extinción que no ha llegado a iniciar la cría, contabilizándose sólo dos parejas en los últimos cinco años. Durante 2023 no han llegado a reproducirse en Doñana especies en peligro como el avetoro común (Ave del Año 2024) o el fumarel común. Tampoco han criado el aguilucho lagunero, el avetorillo común, la garza imperial, el zampullín cuellinegro o el charrancito común.

 

Menos ánsares y “pajareras”

La situación de las aves invernantes nunca ha sido peor, según la serie de censos y registros históricos hasta la fecha. El censo aéreo de Doñana realizado en enero de 2024 por el equipo de seguimiento de la EBD-CSIC ha contabilizado 120.649 ejemplares de aves acuáticas, el 18% de su máximo histórico obtenido en 2017. Durante este mismo censo se han contabilizado apenas 4.200 ejemplares de ánsar común, una especie emblemática en Doñana, cuyos números habituales solían encontrarse entre los 40.000-50.000 ejemplares.

Para Carlos Davila, responsable de la Oficina Técnica de SEO/BirdLife en Doñana, “más allá de la perspectiva ecológica, Doñana está perdiendo imágenes que formaban parte de su paisaje y representan iconos exclusivos del humedal, como las decenas de miles ánsares procedentes del norte de Europa sobrevolando la marisma en invierno, o los grandes alcornoques repletos de nidos de garzas durante la primavera, las famosas pajareras.”

 

Focha moruna, una especie En Peligro Crítico no llegó a iniciar la reproducción en 2023. Autor: ©EcoPrint-shutterstock

 

Doñana es un humedal incluido en la región mediterránea europea, una de las zonas del mundo más sensibles a las sequías estacionales propias de esta zona del planeta, acentuadas por el cambio climático. “En la actualidad, Doñana y su entorno se adentran en territorio desconocido al atravesar, después de 12 años, el ciclo seco más largo de su historia, caracterizado por lluvias escasas, temperaturas más altas y primaveras más cortas. Esta grave situación multiplica sus efectos negativos sobre los ecosistemas porque el acuífero se encuentra sobreexplotado a causa de la intensificación agrícola y los modelos turísticos basados en la masificación estacional. Además, algunas masas de agua se encuentran contaminadas por los vertidos de nutrientes de origen agrícola y la deficiente depuración de aguas residuales” recuerda Davila.

 

Proyecto minero incompatible con Doñana

SEO/BirdLife insiste en que, para revertir, al menos parcialmente, esta situación de pérdida de biodiversidad es vital para el humedal la ejecución urgente de las medidas de restauración hidrológica programadas en el Marco de Actuaciones para Doñana presentado por el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco). Igualmente es necesario tener en cuenta el compromiso adquirido de cumplir las recomendaciones de la Unesco, entre las que se pide toda la cautela posible ante la posible reapertura de la mina de Aznalcóllar. En este sentido, SEO/BirdLife ha presentado alegaciones al proyecto de explotación de Minera los Frailes S.L., donde, según el principio de precaución, solicita rechazar el proyecto y advierte de que además es inadmisible que continúen los trámites administrativos para la reapertura de la mina, mientras se trata de reconducir el modelo socioeconómico de Doñana hacia criterios de sostenibilidad.

 

Imagen del vertido de Aznalcóllar en 1998.

En la larga lista de sinsabores de la reciente historia de Doñana como humedal protegido sobresale el dramático episodio ocurrido el 25 de abril de 1998, hace casi 26 años, cuando la balsa minera de la empresa sueco-canadiense Boliden-Apirsa, en el municipio de Aznalcóllar, reventaba con cinco millones de metros cúbicos de lodos tóxicos y aguas contaminadas. La riada, cargada de metales pesados, desbordaba el cauce del Guadiamar rumbo a Doñana, arrasando todo a su paso. Dejó sesenta kilómetros de riberas anegadas por el barro tóxico, 4.600 hectáreas de cultivo y pastizales arruinados, las marismas de Entremuros contaminadas, veintiséis toneladas de peces muertos y cientos de aves afectadas. “Un riesgo añadido a la grave situación por falta de agua del humedal que no podemos volver a asumir, más aún cuando la recuperación de los terrenos contaminados ha llevado muchos años y con un coste económico altísimo, pudiendo haber sido evitado”, advierte Davila.

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