Habitante de los tajos fluviales, de las escarpadas paredes altimontanas, de los roquedos serranos, de los acantilados costeros y, en general, de los más abruptos y ásperos parajes, la chova piquirroja es un ave acróbata y bastante sociable, que se alimenta —a diferencia de otros córvidos— fundamentalmente de invertebrados. Antaño frecuente en muchas zonas de nuestro territorio, la intensificación agrícola, el uso de plaguicidas y la pérdida de lugares de nidificación han hecho disminuir sensiblemente sus poblaciones.
Este mediano córvido —de tamaño algo mayor que una grajilla— presenta un gran parecido con su cercano pariente la chova piquigualda, de la que se diferencia básicamente por tener el pico más alargado y curvo, con una intensa coloración rojiza. Este vivo color se adquiere durante el primer invierno de vida del ave, ya que en los jóvenes es de tonalidad amarillo-parduzca. Como resulta habitual en la familia, el plumaje es intensamente negro, adornado con irisaciones metálicas azules y verdosas (dibujo 1). Aves gregarias y bulliciosas, suelen organizarse en multitudinarios bandos que sobrevuelan cortados y cárcavas, mientras realizan acrobáticas maniobras y picados. Durante estos vuelos lucen su característica silueta, en la que destacan unas alas anchas y profundamente digitadas. La cola es corta y cuadrangular (dibujo 2).
Canto
Cuando se desplaza en bandos, este córvido suele emitir con frecuencia un característico reclamo —penetrante y metálico—, que se podría transcribir como quíak. El resto de las vocalizaciones que produce consisten mayoritariamente en derivaciones del sonido ya descrito, como chiia, cheew, etc.
Dónde vive
En el mundo
Se distribuye por Europa y Asia hasta Mongolia, así como por el norte y oriente de África, si bien sus poblaciones —estrechamente dependientes de las formaciones rocosas— resultan fragmentarias. En Europa habita, sobre todo, en la región mediterránea, con algunas poblaciones en el centro de Francia y en zonas acantiladas de la Bretaña francesa, Irlanda y Escocia. Se reconocen hasta ocho subespecies.
En España
En nuestro territorio, este bello córvido se distribuye de forma bastante amplia, aunque resulta más común en las áreas montuosas y quebradas de los grandes macizos montañosos, así como en zonas costeras acantiladas de los litorales atlántico, cantábrico y levantino. En general, aparecen pequeñas poblaciones o parejas aisladas en casi todas las provincias, si bien la especie escasea en las grandes mesetas y depresiones cultivadas. No cría en Baleares —aunque aparece ocasionalmente— ni en Ceuta ni Melilla, pero sí en Canarias (actualmente solo en La Palma, tras desaparecer en Tenerife, La Gomera y El Hierro), donde se encuentra la subespecie barbarus. En la Península, por su parte, habita la subespecie erythrorhamphus.
Desplazamientos
La especie se muestra como sedentaria en toda su área de distribución y, aunque se conoce poco de sus hábitos dispersivos, sí se sabe que realiza algunos movimientos altitudinales, al menos en los lugares donde el clima resulta más riguroso.
Población
España cuenta con la población reproductora de chova piquirroja más importante de Europa, la cual se cifra en unas 20.000 parejas para el territorio peninsular, en tanto que el contingente canario se estima en aproximadamente 1.500 ejemplares. La población europea se calcula en unas 16.000-72.000 parejas reproductoras, datos que reflejan una cierta recuperación tras los acusados descensos de las últimas décadas, que supusieron la pérdida del 20% de la población. Por lo que respecta a España, la evolución parece positiva —un incremento del 5% anual—, según los datos obtenidos por el programa SACRE para el periodo 1998-2005.
Cómo vive
Hábitat
Este córvido se instala en una gran variedad de hábitats, a condición de que dispongan de paredes rocosas verticales con grietas y oquedades en las que anidar y refugiarse. Ocupa, por tanto, desde regiones montañosas a acantilados costeros, además de ramblas, cortados fluviales y núcleos urbanos que cuenten con grandes edificios monumentales. A la hora de alimentarse frecuenta espacios abiertos, como pastizales alpinos, cultivos e incluso arenales costeros.
Alimentación
Se nutre, fundamentalmente, de invertebrados que atrapa en el suelo o en las grietas de las rocas gracias a su largo y curvo pico. En su dieta se incluyen multitud de larvas de escarabajos y mariposas, lombrices, arañas y saltamontes. Es muy frecuente que prospecte los excrementos del ganado en busca de los invertebrados que allí se congregan. Ocasionalmente ingiere algún pequeño vertebrado. En invierno aumenta la proporción de semillas y frutos —tanto cultivados como silvestres— en su dieta, ante la escasez de presas animales.
Reproducción
El periodo reproductor comienza en abril con un cortejo caracterizado por acrobáticas exhibiciones aéreas. La pareja explora su territorio en busca del emplazamiento adecuado para el nido, que normalmente será una grieta, cuevecilla u oquedad en alguna pared rocosa o incluso en construcciones rurales. Con frecuencia, este córvido tiende a formar colonias de cría —aunque bastante disgregadas— allí donde la población es abundante, lo que no impide que nidifique en solitario. El nido consiste en una acumulación bastante desordenada de materiales vegetales muy diversos, donde la hembra depositará de tres a cinco huevos de color crema, que incubará en solitario durante 17-20 días. Los pollos nacen a lo largo del mes de junio y necesitan unos 30-40 días de cuidados parentales, que serán llevados a cabo por parte de ambos progenitores. Una vez que abandonan la seguridad de la grieta en la que nacieron, dependerán aún de los adultos durante algunas semanas más hasta su total independencia. Solo se realiza una puesta al año por pareja.
Amenazas y conservación
La principal amenaza para esta especie deriva de la transformación del hábitat de alimentación como consecuencia de la intensificación agrícola y de la progresiva desaparición de la ganadería extensiva. La pérdida de lugares de nidificación y la persecución directa son también una fuente de amenaza que afecta particularmente a las parejas aisladas y a los pequeños núcleos. El turismo incontrolado, la escalada y la espeleología pueden constituir un peligro en determinadas zonas de cría y en dormideros. Las dos subespecies presentes en nuestro territorio están incluidas en el Libro Rojo de las aves de España. La subespecie erythrorhamphus está catalogada como “Casi amenazada”, mientras que barbarus, que presenta un mayor grado de amenaza, se considera “En peligro”.
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