La luz artificial altera los patrones naturales de luz y oscuridad en los ecosistemas, modifica el entorno natural y produce impactos en los animales salvajes
Tras la aprobación del Plan de Choque de Ahorro y Gestión Energética, por parte del Consejo de Ministros el pasado 1 de agosto, a través de un Real Decreto-ley, no han parado las opiniones sobre las medidas que contempla, entre ellas las que limitan parte del alumbrado en las ciudades.
Tras valorar este plan como un avance hacia la necesaria transición energética, recalcamos que el ahorro de luz eléctrica no solo supone un beneficio para el medio ambiente, sino que lleva aparejado un triple efecto más: menos gasto económico, menos afección a la salud humana y menos impacto en la biodiversidad.
Cansancio, nerviosismo, estrés…
Los expertos señalan que la elevada exposición nocturna a fuentes luminosas, tal y como especificaron en la conferencia internacional Artificial Light at Night 2020 produce cansancio, nerviosismo y trastornos del ánimo, además de un posible mayor riesgo de padecer diabetes, obesidad o cáncer. Aparte de a las personas, constataron su afección a la biodiversidad.
Precisamente a la contaminación lumínica y su impacto en la migración de las aves dedicó Naciones Unidas, el pasado 14 de mayo, el Día Mundial de las Aves Migratorias.
Sus datos -junto con los de la CMS, AEWA y EFTA- indican que la cantidad de luz artificial en la superficie terrestre aumenta al menos un dos por ciento cada año y que más del 80% de la población mundial vive bajo un “cielo iluminado” (casi el 99% en Europa y América del Norte). Con este panorama, la luz artificial altera los patrones naturales de luz y oscuridad en los ecosistemas, modifica el entorno natural de manera espectacular y produce impactos en los animales salvajes, incluidas muchas especies de aves migratorias, que ven alterado su comportamiento: la migración, la búsqueda de alimento, la comunicación vocal, los niveles de actividad y los gastos energéticos.
Las aves migratorias que viajan de noche están especialmente expuestas a las luces que las atraen y desorientan -particularmente cuando hay nubes bajas, niebla o lluvia y vuelan a altitudes más bajas- pudiendo acabar dando vueltas por las zonas iluminadas, agotando sus reservas de energía y provocando que colisionen o sean depredadas. Cada año, la contaminación lumínica contribuye a la muerte de millones de aves por choques con edificios y otras construcciones. La luz led es, además, la más contaminante, perjudicando al cielo nocturno.
Reducir la contaminación en la Macaronesia
A reducir y mitigar el impacto de la contaminación lumínica en espacios de la Red Natura 2000 de la Macaronesia (Canarias, Madeira y Azores) se dedicará durante los próximos cuatro años el proyecto internacional Life Natura@night, en el que participa SEO/BirdLife, puesto en marcha esta primavera.
“Hasta ahora no se ha prestado mucha atención a la contaminación lumínica -explica Javier Romero, técnico del proyecto Life Natura@night en Canarias-, y se trata de un problema grave, además de transversal, porque no solo afecta a la biodiversidad sino a las personas, modificando nuestros hábitos de sueño o generándonos estrés, entre otros aspectos. Las Administraciones Públicas tienden a sobre iluminar las ciudades y los espacios públicos, y ello se une al uso en estos últimos tiempos de bombillas LED, lo que genera un gran impacto en la biodiversidad, por ejemplo en las aves marinas, con las que trabajamos desde hace mucho tiempo”.
El exceso de luz las desorienta y las hace caer al suelo. También afecta, por ejemplo, a los murciélagos, a los que también desorienta cuando se encuentran cazando insectos nocturnos -que también a su vez se encuentran despistados- alrededor de las luces, y les impide que desempeñen su papel en los ecosistemas.
“El objetivo de este proyecto Life Natura@night -apunta Romero- es reducir este impacto de estas luces artificiales y sensibilizar a la población del problema que supone tanto para la biodiversidad como para el ser humano. Además, también intentamos hacerles conscientes de que, unido a esto, se trata de un asunto de eficiencia energética”.
Por su parte, Cátia Gouveia, coordinadora general del proyecto y de SPEA Madeira, explica que “cada residente en Canarias, Madeira y Azores paga alrededor de 30 € de más al año en luz no utilizada, y este derroche nos afecta a todos. Tiene un impacto financiero, pero también en nuestra salud y amenaza a las especies, incluso en áreas protegidas, fuera de los entornos urbanos”.
Mapear y reducir la contaminación lumínica en 27 áreas protegidas de la Macaronesia, detener la pérdida de biodiversidad en 150.000 hectáreas y regular la iluminación son algunos de los objetivos del Life Natura@night, que combina sostenibilidad energética, ahorro financiero y conservación de la biodiversidad.
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