Se trata de una especie propia de áreas abiertas, situadas, en general, a escasa altitud y cubiertas por extensos herbazales, cultivos cerealistas, praderas y humedales (aunque evita las zonas encharcadas), entre los que se mueve con gran soltura y de los que rara vez sale.
La dieta de este rálido es omnívora y bastante variada, ya que incluye numerosas especies de insectos (escarabajos, huevos y larvas de moscas y mosquitos, etc.) y de otros invertebrados (caracoles, babosas, lombrices y ciempiés). Ocasionalmente consume pequeños vertebrados, como ranas o pajarillos. Ingiere también gran cantidad de semillas, brotes, hojas y tallos de diferentes plantas silvestres y cultivadas, en especial cereales.
El periodo de cría de esta especie comienza bastante tarde, normalmente en la segunda mitad de mayo o incluso en junio. En ese momento, el macho emite insistentemente su característico reclamo con el fin de atraer la atención de alguna hembra, tarea en la que puede llegar a invertir varias semanas. El nido consiste en una pequeña depresión —bien oculta entre la hierba alta— que la hembra tapiza cuidadosamente con fragmentos de vegetación diversa y en la que deposita de 8 a 12 huevos de color variable, entre blanco amarillento y verde, muy moteados. La incubación, que corre a cargo de la hembra, dura 16-19 días. Los pollos nacen cubiertos de un denso plumón negruzco y se muestran muy precoces, ya que a los pocos días de vida se desplazan y alimentan por sí mismos (dibujo 3). Comienzan a revolotear con aproximadamente un mes de edad y abandonan el territorio paterno al cumplir los 34-38 días.