Durante la invernada en nuestro país, el ánsar común prefiere instalarse en áreas abiertas y encharcadas, como marismas y lagunas someras, aunque en general puede frecuentar todo tipo de encharcamientos de escasa profundidad con vegetación baja, así como embalses y ríos que estén rodeados por buenas extensiones de cultivos de cereal, arrozales o maizales.
Se trata de un ave muy gregaria, especialmente durante la invernada, que se reúne, tanto para dormir como para alimentarse, en grandes y ruidosas bandadas (dibujo 3). En el interior de estas agregaciones se mantiene, no obstante, una clara separación en pequeños grupos familiares, ya que las parejas permanecen unidas fuera de la época de cría y son acompañadas por la prole de cada temporada.
La dieta de este ánsar es básicamente vegetariana, aunque muy variada. Incluye todo tipo de brotes tiernos de plantas palustres y terrestres. También come tallos, hojas, raíces y tubérculos (dibujo 4).
Durante el verano se decanta por los brotes y tallos de especies herbáceas, en tanto que en invierno muestra una acusada preferencia por los tubérculos y rizomas de plantas acuáticas. En el caso de las marismas del Guadalquivir, se alimenta casi por completo de rizomas de castañuela.
A finales de enero o principios de febrero, los ánsares comunes abandonan nuestro país y emprenden la marcha hacia sus cuarteles de cría en el norte de Europa. En esa época realizan un largo viaje, agrupados en bandos que surcan el cielo con sus características formaciones en V.
Durante el periodo reproductor se muestran mucho menos gregarios que en la invernada, aunque pueden formar pequeñas colonias en las que los nidos aparecen siempre a considerable distancia unos de otros. Estos se sitúan en el suelo, sobre una zona algo elevada en terrenos encharcados, si bien a cierta distancia del agua y rodeados por vegetación.
Su construcción corre a cargo de la hembra, la cual dispone un enorme cúmulo de tallos y cañas, tapizado por musgo, hierba y plumón.
La puesta consta de cuatro a seis huevos, aunque no son infrecuentes los casos más numerosos. Son algo alargados y de color blanco crema teñido de amarillo o pardo. De la incubación, que se prolonga durante 27-28 días, se encarga exclusivamente la hembra, mientras que el macho se dedica a las labores de vigilancia.
La eclosión de los huevos se realiza de forma sincrónica. Los precoces polluelos son capaces de caminar tan pronto como se seca su plumón y pueden alimentarse por sí mismos a las pocas horas de nacer (dibujo 5). A pesar de ello, permanecen unidos a los padres, y la familia no se aleja demasiado de las inmediaciones del nido.
A los 50-60 días de vida, los jóvenes ánsares pueden volar, pese a lo cual no se separan de los padres, ni siquiera a lo largo de la migración, que, a estas alturas de la temporada, ya es inminente.