Desde esta primavera puedes seguir en directo la reproducción de una pareja de colirrojo tizón mediante una webcam instalada en las proximidades del nido.
El colirrojo tizón es una paseriforme común en nuestros jardines de pueblos y ciudades. Su característica cola rojiza-anaranjada que le da nombre le hacen inconfundible. Los machos son muy oscuros casi negros mientras que las hembras y pollos son más pálidos, de color gris.
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El colirrojo tizón construye su nido con hierbas, ramitas y otros materiales vegetales y lo emplaza frecuentemente en edificios, patios, cobertizos o cualquier hueco un poco protegido. Aquí os vamos a contar detalles y curiosidades de uno de estos nidos de esta especie que suele ser frecuentes en algunos pueblos y ciudades.
Desde el año 2009, una pareja anida sobre el armario de un tendero de una vivienda particular en Collado Villalba (Madrid). No hay evidencias científicas que demuestren que se trata de los mismos individuos, aunque hay registros de longevidad de esta especie superiores a 10 años. En todo caso, sí se trata de la misma pareja desde hace tres años, cuando se anillaron los adultos, el macho y la hembra.
El macho defiende un amplio territorio de unas tres o cuatro hectáreas, ocupado en su mitad norte por viviendas con jardín, algunos muy maduros y de tamaño significativo, y en la mitad sur por un área de monte bajo mediterráneo, salpicado de pinos, encinas y algún almendro abandonado.
Desde el punto de vista migratorio, los colirrojos se comportan como migradores parciales. Se ha comprobado los años más fríos que suelen faltar varias semanas. Considerando que el territorio está a una altitud de unos 960 metros, es probable que realicen desplazamientos cortos buscando altitudes inferiores.
No obstante, al situarse el territorio en el límite meridional de la mitad norte peninsular, no habría que descartar desplazamientos mayores, como los realizados por los colirrojos más septentrionales. Para verificarlo, habría que esperar a una recuperación de alguno de los ejemplares anillados, o bien incorporar alguno de los adultos a un programa de seguimiento.
En invierno, si no se han desplazado, suelen visitar esporádicamente el emplazamiento del nido, tanto el macho como la hembra. Más raramente, acceden al tendedero otros ejemplares de esta especie, especialmente cuando se acerca la temporada reproductiva.
En cuanto a la reproducción, esta pareja habitualmente realiza dos puestas anuales, casi siempre alternándose entre esta ubicación y otra similar que se encuentra a unos veinte metros.
Desde 2009 sólo han dejado de anidar en esta vivienda dos años, 2014 y 2017. Habitualmente anidan en primera puesta y en alguna ocasión en segunda. Un año sí repitieron las dos puestas en el mismo nido. Este año 2018 están sacando adelante en esta ubicación a la segunda nidada.
Comienzo de la reproducción
A mediados de abril se incrementan las visitas del macho, introduciéndose en los restos del viejo nido. En unas pocas de estas visitas es seguido de la hembra. Viendo el comportamiento de ambos, parece evidente que él sugiere a su pareja reutilizar la ubicación. La hembra observa, corona los restos y a veces se tumba sobre ellos, ahuecándolos. Se ha observado que el macho realiza este ofrecimiento al menos a otra hembra diferente, aparte de la anillada.
Una vez elegido el emplazamiento, la hembra inicia la ejecución del nuevo nido con decisión, sobre los restos anteriores. Se han observado cópulas sobre el nido, durante su construcción. Para la estructura del nido, la hembra aporta gran cantidad de musgo y palitos, en este emplazamiento sobre todo de un taray anexo. Para tapizar el cuenco utiliza plumas, plumón y pelo, empleando cada vez material más fino, a medida que lo acaba. El macho apenas participa en la construcción, aportando a veces material un tanto tosco, que la hembra se encarga de acondicionar.
La puesta
El nuevo nido está listo en unos tres días. A partir de ese momento se inicia la puesta a razón de un huevo diario, normalmente hasta cuatro, aunque precisamente este año han sido cinco los huevos puestos. La hembra empieza a incubar de manera continua una vez que ha puesto todos los huevos, aunque los días que pone el último y el penúltimo, se echa sobre los huevos medio día. El macho no incuba, pero durante este período aporta cebas a la hembra, bien directamente al nido, o con mayor frecuencia en el exterior del local.
Nacimiento y desarrollo
La eclosión sucede a los 13 o 14 días después de la puesta del último huevo.
Los adultos ceban habitualmente a los pollos con larvas e imagos de insectos y otros invertebrados, al principio minúsculos, pero a medida que los pollos crecen a veces sorprenden con insectos de gran tamaño.
No obstante, aun siendo los pollos muy pequeños, a veces los progenitores se presentan al nido con cebas que a priori parecen imposibles de tragar por los pollos. De hecho, en raras ocasiones se retiran sin cebar ningún pollo, después de algunos intentos. Al nido aportan desde pequeños pulgones hasta larvas de coleópteros de gran tamaño (probable Melolonthassp), pasando por hormigas, orugas, saltamontes e incluso mántidos.
El número de cebas diarias es espectacular. Se han contabilizado visitas con cebas superiores a las doscientas diarias!. Además en cada visita es muy frecuente que se presenten con cebas para varios pollos, sobre todo cuando son pequeños.La hembra suele acudir con cebas el doble de veces que el macho.
Tras cada ceba, los adultos retiran los excrementos del nido. En los primeros días de vida, los progenitores picotean con delicadeza en el obispillo de los pollos, para provocar la expulsión del saco fecal, un hecho que ha podido verse perfectamete en la webcam en directo
A medida que crecen, los pollitos asocian la presencia de un adulto a la necesidad de defecar. Tras ser cebados, se giran sobre sí mismos y ofrecen el saco fecal al adulto que le acaba de cebar. Los adultos retiran del nido los sacos fecales, aunque no es infrecuente que se los coman.
Respecto al éxito reproductivo, solo en una ocasión se encontró un huevo sin eclosionar.
Prácticamente el cien por cien de los pollos nacidos llegan a volantones. En una en una ocasión un pollo murió a los diez días, observando que tras abandonar el resto de pollos el nido, se encontraron gran cantidad de ácaros, presumiblemente del género Dermanyssus. Estos ácaros también se han presentado en gran cantidad en 2018.
Los pollos abandonan el nido a los 15 o 16 días de eclosionar. Los adultos siguen cebándoles unos días más en las proximidades de la ubicación del nido.
Se ha verificado que los adultos toleran la presencia en su territorio de los juveniles de primera puesta, incluso con los pollos de segunda ya nacidos. Además, el macho ha alimentado a estos juveniles en los primeros días de vida de los pollos del nido.
El anillamiento de estos ejemplares ha permitido verificar la poliginia de la especie. Al menos en 2017 el macho se ha emparejado con dos hembras distintas y en nidos diferentes, tanto en primera como en segunda puesta, repartiendo sus cebas entre ambas puestas simultáneas. Los dos adultos se anillaron en 2016, al igual que sus cuatro pollos de primera puesta de ese año. También se han anillado los 5 pollos de segunda puesta de 2018. Es decir, en total se han anillado 11 ejemplares en esta ubicación.
En cuanto al seguimiento de estos ejemplares, esta ubicación se ha controlado visualmente desde que se empezó a usar como nido, en 2009.
Desde 2013 se ha monitorizado con cámara. A partir de 2016 se inició la retrasmisión en directo, a través de un canal particular de YouTube. A partir de 2017 se instaló la infraestructura de SEO/BirdLife, aunque la emisión en directo no se ha iniciado hasta el 3 de junio de 2018, ya que en 2017 los colirrojos no utilizaron esta plataforma.
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Santiago del Pozuelo, es el propietario de la vivienda donde, cada año, los colirrojos sacan adelante a su nidada, es autor de este texto y co-promotor de la iniciativa de que todos podamos disfrutar con los avatares de esta fantástica pareja de aves.
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