En las últimas semanas, la presencia de grandes bandos de flamencos en los arrozales de l’Albufera de Valencia ha levantado una gran expectación entre los vecinos del entorno de este espacio natural. Y no es para menos. Por tamaño, colorido y comportamiento se trata de una de las aves más espectaculares del humedal. Si además se agrupan por miles, el espectáculo está servido.
Hasta hace apenas cinco años, la observación del flamenco común en estos arrozales era algo excepcional, pero diversos factores han permitido que esta especie estableciera en l’Albufera una nueva zona de invernada. Entre ellos, está el aumento de su población reproductora en el Mediterráneo occidental y el hecho de que las aves jóvenes migren en menor medida a África. Los ejemplares juveniles, que descubrieron hace unos años que l’Albufera es un humedal adecuado para alimentarse durante el invierno, posiblemente están regresando ya como adultos y arrastran consigo a más juveniles.
En realidad, los flamencos han pasado en l’Albufera todo el invierno, principalmente en el área de reserva del Racó de l’Olla, visitando ocasionalmente los arrozales que se han beneficiado por la inundación invernal. Según ha avanzado el invierno y grandes extensiones de arrozal se han fangueado y secado, los flamencos se han concentrado en las zonas aún inundadas más próximas a la laguna de l’Albufera. Aquí descansan y se alimentan junto a miles de otras aves acuáticas que se detienen en los arrozales durante su migración, poniendo en relieve la gran importancia de este espacio para la conservación de las poblaciones de aves en el litoral del Mediterráneo occidental y su inclusión en la Red Natura 2000. Por este motivo, es fundamental que las prácticas de gestión del arrozal a lo largo de todo el año, y por tanto, también fuera de su período de cultivo, permitan mejorar el estado de conservación de esta extraordinaria biodiversidad.
Observar sin molertar
L’Albufera está recibiendo estos días a multitud de personas para fotografiar y observar los bandos de flamencos, aprovechando que pueden disfrutar de este espectáculo de la naturaleza a pocos minutos de sus casas y que la red de caminos que surca el arrozal facilita en gran manera el acercamiento. Sin embargo, en esta afortunada circunstancia puede estar, también, el origen de que los flamencos abandonen l’Albufera prematuramente: la búsqueda de fotografías a corta distancia de los grupos de flamencos está elevando las molestias hasta niveles excesivos.
Temerosos de la presencia cercana de personas con sus móviles o cámaras de fotos, los bandos de flamencos se ven obligados a alzar el vuelo y buscar lugares tranquilos donde descansar. En las últimas semanas se ha observado que el número de flamencos está descendiendo apreciablemente durante el día, aunque las aves regresan a alimentarse al arrozal por la noche. Incluso se ha constatado que muchos bandos atraviesan todo el interior de Valencia hasta Albacete, donde encuentran lagunas tranquilas en las que descansar durante el día. Un largo viaje diario que podría y debería evitarse.
La observación de la naturaleza debe ser respetuosa con sus protagonistas. Se debe permitir que los arrozales cumplan su papel y que los flamencos puedan gozar de la suficiente tranquilidad que les permita ahorrar energías y adquirir una buena condición física en un momento crucial de su ciclo biológico, como es el momento previo a al desplazamiento hasta sus colonias de cría.
Por ello, SEO/BirdLife anima a los ciudadanos a disfrutar responsablemente de este espectáculo. Hay que aparcar en lugares apropiados y mantener siempre distancias prudenciales, superiores a los 150 metros, evitando movimientos bruscos y sonidos fuertes. Sólo así se garantizará que los flamencos regresen cada año a l´Albufera y permanezcan más tiempo durante el invierno.