Los incendios de agosto, que han consumido más de 8.000 hectáreas (alrededor de un 14 % de la superficie forestal de la isla), han afectado al área de cría del amenazado petrel freira, en las zonas más altas de la isla, sobre los 1.600 m de altitud. Se trata de una de las aves marinas más escasas del planeta, con apenas 65-80 parejas reproductoras, todas en Madeira.

 

 En agosto la isla de Madeira ha sido víctima de importantes incendios, que han consumido más de 8.000 hectáreas (aproximadamente un 14% de la superficie forestal de la isla). Además del peligro que ha representado para las personas e infraestructuras, el fuego ha afectado notablemente al bosque de laurisilva, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y también ha puesto en grave riesgo la única zona de nidificación del mundo del petrel freira (Pterodroma madeira).

 

Las llamas amenazan su única colonia

Esta especie endémica de Madeira, considerada extinta hasta finales de los años sesenta y actualmente catalogada como En Peligro de Extinción (EN) por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), tiene su única zona de cría –compuesta tan sólo por entre 65 y 80 parejas– en el municipio de Curral das Freiras, en el centro de la isla. Esta ave excava sus nidos en pequeñas repisas en cantiles por encima de los 1.600 metros de altitud en la zona entre Pico do Areeiro y Pico Ruivo, justamente el área afectada por los incendios.

Según Cátia Gouveia, coordinadora de la Sociedad Portuguesa para el Estudio de las Aves (SPEA) en Madeira, “la situación es especialmente grave porque el fuego se propagó precisamente a través de la zona de nidificación del petrel freira. Es esperable que muchas de las crías hayan muerto, ya sea por quemaduras, por inhalación de humo o por derrumbamiento de los nidos, que se encuentran mayoritariamente en lugares inaccesibles”. La experta concluye que, “aunque los adultos hayan podido sobrevivir, el éxito reproductor de este año se ve seriamente afectado” y, recuerda, “estamos hablando de los únicos nidos del mundo” de esta especie.

 

Hábitat montañoso de Madeira, donde se reproduce el endémico petrel freira. Autor: Pep Arcos

 

“El episodio pone de manifiesto la sensibilidad de las aves marinas, uno de los grupos de aves más amenazados a nivel mundial, que se enfrentan a diversas amenazas tanto en tierra firme (donde crían) como en el mar”, comenta Pep Arcos, coordinador del programa marino de SEO/BirdLife. En el caso del petrel freira, como en otras especies de su familia, criar en zonas tan restringidas (en este caso, en el centro de una única isla), agrava el riesgo de desaparecer por fenómenos catastróficos puntuales. A ello se suma, en este caso, su peculiar hábitat de nidificación, en zonas alejadas de la costa que las exponen a un mayor abanico de amenazas. “Una especie en una situación equiparable, en nuestro territorio, sería la pardela pichoneta canaria (Puffinus puffinus canariensis), que cuenta con una población muy escasa nidificando en zonas escarpadas de laurisilva en el archipiélago canario”, indica Arcos.

 

Se repite la historia

Esta no es la primera vez que el petrel freira se ve gravemente afectado por el fuego. El incendio de este verano sólo ha agravado la situación límite en que los incendios de 2010 dejaron a esta especie amenazada. Entonces el fuego también azotó duramente la zona de cría, causando la muerte del 98% de los pollos y de un número indeterminado de adultos, además de destruir el 80% de los nidos. En aquella ocasión, SEO/BirdLife colaboró con un donativo con SPEA, su organización hermana en Portugal, para las labores de recuperación del área afectada.  

La historia también se repite para la flora autóctona de la isla ya que aún se nota el impacto forestal de los incendios: en 2010 el fuego generó las condiciones perfectas para que las plantas invasoras, mucho más propensas al fuego que la vegetación de laurisilva, se extendiera por la zona afectada en detrimento de las especies autóctonas. Por otro lado, este último incendio ha afectado las áreas cercanas a Pico Ruivo con brezo de altura, que resulta clave en el mantenimiento de recursos hídricos de la isla. Con el ecosistema forestal desestabilizado, aumentará el riesgo de desprendimientos e inundaciones durante el invierno. Además, con la proliferación de la vegetación invasora, se corre el riesgo de tener un bosque cada vez más propenso a arder.

Finalmente, Cátia concluye: “harán falta décadas de trabajo para restaurar lo que se ha perdido y, si no se hacen esfuerzos significativos para controlar las especies invasoras, será difícil que las montañas vuelvan a estar cubiertas de nuestras plantas únicas. Y es imperativo mejorar la planificación regional para evitar que la historia se repita”.


Si deseas apoyar el trabajo que realiza SPEA en Madeira puedes hacer una aportación a https://spea.pt/como-ajudar/donativos/ 

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