El mochuelo boreal, ampliamente repartido en la actualidad por los bosques boreales de píceas, alerces, abetos y pinos del hemisferio norte, conserva poblaciones relictas en algunos grandes macizos montañosos del centro y sur de Europa, que quedaron aisladas tras la retirada de los hielos durante la última glaciación.

Se han reconocido varias subespecies.

En España habita la subespecie funereus, que queda restringida a la región pirenaica, donde, hasta la fecha, se ha citado en las provincias de Barcelona, Gerona, Lérida, Huesca y Navarra.

Para más información sobre su distribución territorial y otros datos de interés, consulta la ficha del mochuelo boreal en el III Atlas de las aves en época de reproducción en España.

Es un ave fundamentalmente residente en toda su área de distribución, aunque los jóvenes y las hembras presentan a menudo un carácter nómada que los lleva a vagar en busca de recursos cuando las presas escasean o si el territorio del macho no basta para mantener a ambos miembros de la pareja.

La Lista Roja Europea de Aves 2021 da unas cifras para la población europea de mochuelo boreal de entre 189.000 y 471.000 ejemplares. En el III Atlas de las aves en época de reproducción en España se estiman unos 207 territorios, de los cuales 144 estarían en Cataluña, 54 en Aragón y 9 en Navarra.

El mochuelo boreal es un habitante característico de los extensos bosques de coníferas de montaña. En las zonas altas del Pirineo mantiene su preferencia por las coníferas y ocupa, principalmente, bosques subalpinos de pino negro, situados entre 1.700 y 2.300 metros de altitud. En altitudes inferiores, sobre todo en el valle de Arán, puede aparecer en bosques caducifolios y mixtos, aunque siempre por encima de los 800 metros.

Se alimenta, fundamentalmente, de topillos del género Microtus, ratones y musarañas. En ocasiones captura algún ave de pequeño tamaño, así como reptiles y grandes invertebrados. Es un cazador estrictamente nocturno que utiliza, sobre todo, el oído para localizar a sus presas, incluso bajo la nieve. Durante la temporada de cría, cuando la demanda de alimento de la pollada aumenta, estos pequeños búhos también pueden cazar al amanecer.

Los machos comienzan a emitir cantos nupciales a partir del mes de enero, momento en el que inician la búsqueda de un emplazamiento apropiado para el nido. Este se ubica, habitualmente, en oquedades de los árboles y, sobre todo, en antiguos nidos de pájaros carpinteros, en especial de picamaderos negro. La especie acepta, asimismo, las cajas nido.

Suele realizar una sola puesta, normalmente en el mes de marzo, que consta de entre tres y siete huevos, a veces más si la abundancia de micromamíferos lo permite. La hembra incubará los huevos en solitario durante 25-32 días desde la puesta del segundo, por lo que estos eclosionan de forma asincrónica.

Los pollos son atendidos mayoritariamente por la hembra, mientras el macho se encarga de aportar alimento al nido. Los jóvenes vagabundean por los alrededores de la oquedad donde nacieron transcurridos 28-36 días, aunque no serán independientes hasta cinco o seis semanas después.

El escaso número de parejas y el reducido ámbito territorial que ocupa en nuestro país han aconsejado la inclusión del mochuelo boreal en el Libro Rojo de las Aves de España 2021 dentro de la categoría de VU – Vulnerable. En esa misma categoría de amenaza aparece incluido en el Catálogo Español de Especies Amenazadas.

Uno de los principales problemas de conservación de la especie proviene de la escasez de cavidades apropiadas para la cría, lo que explica la excelente acogida que reciben las cajas nido como emplazamiento alternativo de nidificación. Por otra parte, dado que las poblaciones españolas se encuentran en el límite meridional de distribución de la especie el aumento de temperatura motivado por el cambio climático puede estar actuando como un factor de estrés ambiental. Es preciso, por tanto, realizar un mayor esfuerzo en el conocimiento, seguimiento y estudio de las poblaciones de esta singular rapaz para poder comprender los problemas a los que se enfrenta y aplicar las medidas de conservación necesarias, entre ellas, la instalación de nidales artificiales que permitan aumentar el éxito reproductor. En Cataluña se está llevando a cabo, con buenos resultados, una gestión forestal que tiene en cuenta a la especie, al señalizar aquellos árboles que podrían ser potencialmente ocupados por estas aves para evitar su tala.