Los archibebes y andarríos son aves limícolas que se reproducen en humedales y marismas del este, centro y norte de Europa y Asia, así como en bosques húmedos y la taiga.  Siempre asociados a medios encharcados, y a pesar de no ser confiados, su identificación es factible con paciencia y un buen conocimiento de sus plumajes. Gabi Martín y Pablo Vera, ornitólogos de SEO/BirdLife, ofrecen pistas para identificar especies y saber dónde encontrarlas.

 

Archibebes comunes  adultos y jóvenes. ©Sysasya photography shutterstock

Archibebes comunes adultos y jóvenes. ©Sysasya photography shutterstock

Aves migratorias de larga distancia, los archibebes y andarríos pueden observarse en la península Ibérica principalmente durante los pasos migratorios (dependiendo de las especies, febrero-mayo y junio-septiembre) y, en menor medida, durante la invernada y época de cría (en el caso del andarríos chico y archibebe común).

 

De forma habitual se contemplan siete especies, a las que hay que sumar algunas rarezas.

 

 

 

Identificación de archibebes. Ilustraciones ©Juan Varela

Identificación de archibebes. Ilustraciones ©Juan Varela

 

Para su observación…

Debido a su comportamiento huidizo ante cualquier posible amenaza, los observatorios son el mejor de los recursos, donde la comodidad permite pasar un largo rato captando los matices de su plumaje y su comportamiento curioso. En arrozales, salinas o humedales interiores, donde discurren caminos por su margen, un magnífico lugar es el propio coche. Si en general todas las aves requieren tranquilidad para su contemplación, en el caso de los archibebes y andarríos esta necesidad se lleva al extremo, por lo que resulta fundamental no hacer aspavientos y respetar las distancias de seguridad que mantienen las aves. De ello depende su confort, y el disfrute del observador.

 

Idenfiticación de andarríos. Ilustraciones  ©Juan Varela.

Idenfiticación de andarríos. Ilustraciones ©Juan Varela

Dónde ver andarríos y archibebes

Entre charcas y fango

Pequeñas diferencias en su dieta hacen que ambos grupos de aves utilicen para alimentarse hábitats dispares. Los andarríos consumen, además de invertebrados acuáticos, insectos terrestres y voladores, que capturan persiguiéndolos en orillas sobre la superficie del agua, donde estas aves suelen verse con mayor frecuencia. Por su parte, los archibebes incorporan a su dieta moluscos, crustáceos y poliquetos que buscan con el pico entre el fango, por lo que utilizan con mayor intensidad aguas someras que vadean con facilidad con sus largas patas.

 

Arrozales

L’Albufera de Valencia, el Delta del Ebro, Doñana o las vegas del Guadiana, entre otros humedales, tienen miles de hectáreas de arrozal en las que perderse buscando parcelas adecuadas para estas especies. Durante el paso postnupcial, con una mayor cantidad de aves tras la reproducción, los campos baldíos no cultivados o en los que se haya perdido la cosecha y hayan sido fangueados son auténticos tesoros. La localización de estos campos es impredecible, por lo que conviene buscarlos cada temporada, y eso no deja de ser un aliciente para observar otras aves durante los recorridos. Es recomendable esperar a los meses de abril-mayo.

 

Salinas

Gracias a la presencia de muchas hectáreas con una lámina de agua muy somera, las salinas son unos magníficos lugares para la observación de estas especies en ambos pasos migratorios. Allí se detienen a descansar y alimentarse. Las Salinas de Santa Pola, Cabo de Gata, la Bahía de Cádiz y de Menorca son localidades relevantes para estas especies.

 

Marismas

La elevada productividad existente facilita que muchas especies de aves limícolas frecuenten estos ambientes intermareales. Aprovechan los charcos y sustrato humedecido que quedan tras la bajada de la marea en el tramo final de algunos ríos, donde moluscos, poliquetos y otros invertebrados acuáticos resultan abundantes y fácilmente capturables. Se aconsejan las marismas del Odiel, Isla Cristina, Barbate, Santoña y Noja, así como Urdaibai.

 

Rías gallegas y Canarias

El litoral gallego, con unos 1.500 km de costa peninsular y ubicación estratégica, es un territorio a priori muy apto para acoger grandes números de andarríos y archibebes, tanto en los pasos –sobre todo postnupcial– como en invierno. Tiene importancia como zona de invernada para archibebe común, en especial las rías de Arousa y Ortigueira. Para el resto, cualquier zona intermareal es apta para contemplarlos.

 

En las islas Canarias, la escasez de hábitats adecuados para acoger grandes cantidades de limícolas queda compensada por su ubicación geográfica, idónea para la observación de rarezas de origen americano, como el andarríos maculado o el archibebe patigualdo chico. Zonas importantes son, por ejemplo, la charca de Maspalomas (Gran Canaria), El Médano (Tenerife) y las grandes playas de Lanzarote y Fuerteventura.

 

Humedales interiores

A pesar de que andarríos y archibebes trazan sus rutas migratorias principalmente en la costa, existen enclaves que frecuentan en el interior de la Península, como las llanuras agrícolas de Castilla-La Mancha y Castilla y León. Es recomendable buscarlas en complejos de pequeñas lagunas en la Mancha Húmeda, como Alcázar de San Juan, Quero, Lillo, Ontalafia, Pétrola y Corral Rubio, así como las lagunas de Villafáfila, la Nava o Boada en la estepa cerealista palentina o Gallocanta. 

 

Este cuaderno de campo – firmado por Gabi Martín y Pablo Vera, técnicos de SEO/BirdLife y ornitólogos- ha sido publicado en el nº 21 de la revista «Aves y naturaleza»

 

 

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