Para algunas aves marinas, los plásticos vertidos al mar huelen a comida. Y eso es un problema. Esta es la principal conclusión de un estudio, publicado por la revista Science Advance, que  examina por qué muchas especies confunden los desechos con alimento, lo que puede llegar a ocasionarles la muerte. 

El  trabajo, que permitirá explorar alternativas para paliar este impacto, aporta más evidencias sobre el grave problema de acumulación de plástico en mares y océanos. SEO/BirdLife llama la atención sobre esta amenaza, que se suma a otras como las capturas accidentales, la pérdida de hábitats o la depredación por especies introducidas en las colonias, que afectan al grupo de aves más amenazado del planeta: las marinas.

La investigación, liderada por el investigador Matthew Savoca, de la Universidad de California, ha identificado la clave para la confusión entre comida y plástico: el olor. Según el estudio, los desechos plásticos desprenden una esencia similar a la de un compuesto sulfuroso -el DMS o dimetilsulfuro- que, desde hace miles de años, emplean algunas aves marinas para saber dónde hay comida en medio del océano.

Si huele a comida y parece comida, la confusión con el plástico es casi inevitable.

Según la investigación, este hecho explica por qué algunos tipos de aves marinas -las llamadas procelariformes (albatros, petreles, pardelas y paíños)- se ven más afectadas por el consumo de plásticos. Son especies con fosas nasales en forma de tubo y un afilado sentido del olfato, lo que les expone aún más a la confusión.

pardelas-peparcosseo-birdlife

Para los autores, el problema del plástico en el océano no debe entenderse únicamente como un problema de degradación del medio marino, sino también como un impacto directo sobre numerosas especies que lo habitan. Y, aunque hay determinadas zonas del planeta que están más afectadas y han recibido especial atención al respecto (como el llamado mar de plástico del Pacífico, en torno a Hawaii), no hay que olvidar que es un problema que afecta al conjunto de todos los mares y océanos.

En España existe poca información sobre la incidencia de plásticos en aves marinas, pero dos estudios recientes, liderados por investigadores de la Universidad de Barcelona y de la Estación Biológica de Doñana, alertan de la presencia de microplásticos, con una elevada incidencia, en tres especies de pardelas, la balear y la mediterránea en el Mediterráneo, y la cenicienta tanto en el Mediterráneo como en el Atlántico. Todas ellas, se encuentran amenazadas.

Otras aves marinas presentan menor incidencia de microplásticos, lo que concuerda con una estrategia de búsqueda de alimento basada en la vista. Sin embargo, las aves también pueden confundir plásticos con presas mediante la vista, como insinuaba hace pocos años un estudio de SEO/BirdLife acerca de los enganches de plásticos en alcatraces atlánticos.

Comparte