Hay muchas formas de cuidar la naturaleza, y una de ellas es poner conciencia y responsabilidad en nuestros hábitos de consumo, por ejemplo, en la elección de la comida. Por eso, en el Día Mundial de la Alimentación volvemos a incidir en la necesidad de cuidar la naturaleza desde el mantel, con el tenedor en la mano.
Y es que no todos los productos tienen el mismo impacto en el medio ambiente. Los alimentos producidos a miles de kilómetros del lugar de consumo o bajo sistemas intensivos que requieren ingentes cantidades de agua, fertilizantes químicos y plaguicidas, suelen tener alta huella ecológica. Reducir esta impronta en el medio ambiente depende de la procedencia y la forma de cultivar los alimentos que escogemos en la cesta de la compra. Elegir alimentos de proximidad, ecológicos, de explotaciones familiares, de pesca tradicional, de cultivos y ganadería extensivos o de entornos de la Red Natura 2000, contribuye a recuperar biodiversidad, producir alimentos sanos, crear empleo rural, revitalizar los pueblos, y mejorar la renta de sus habitantes.
En SEO/BirdLife hemos demostrado desde hace décadas que creemos en este modelo de producción y consumo, sostenible, respetuoso con el medio ambiente y beneficioso para la sociedad. Por eso, hace 21 años decidimos dar un paso al frente y poner en marcha un sueño: el cultivo de arroz ecológico en la finca Riet Vell, ubicada en el delta del Ebro.
El reto de cultivar arroz orgánico en un humedal Ramsar de importancia internacional se ha convertido con los años en un gran éxito. En Riet Vell hemos demostrado que la agricultura ecológica es rentable para los agricultores, es beneficiosa para la biodiversidad y la avifauna y, por supuesto, proveedora de alimentos saludables, sabrosos y nutritivos. Además, con el paso de los años, Riet Vell ha incorporado otros productos con marca propia, sumando al arroz del delta del Ebro trigo duro ecológico de las agroestepas del valle del Ebro para producir pasta y legumbres del entorno de humedales manchegos. Numerosas especies de aves acuáticas ligadas al arrozal y agroesteparias dependientes de rastrojos, cereales, leguminosas y barbechos se han beneficiado de esta sabia manera de cultivar la tierra. No hay que olvidar que el grupo de aves más amenazadas en España son aquellas ligadas a los ambientes agrarios, con un acusado descenso del 27% en las últimas tres décadas, según los datos del nuestro programa de seguimiento de aves comunes.
Con nuestro proyecto LIFE Olivares Vivos hemos ido aún más lejos en cuanto a su extensión geográfica del proyecto. Originalmente lanzado hace seis años en 20 olivares andaluces que suman 3.600 ha, ya se está replicando en otras comunidades autónomas españolas y en países mediterráneos como Italia, Grecia y Portugal, y más de 700 agricultores han solicitado participar en él. Además, Olivares Vivos, ha obtenido la primera certificación agroalimentaria de Europa con una contribución científicamente demostrada de la recuperación de especies silvestres en el olivar a través de un sello que diferencia estos AOVE. Y todo ello se ha logrado con medidas sencillas, pero eficaces, como el uso de cubiertas vegetales, la reforestación de linderos con plantas autóctonas, la creación de charcas y muretes para anfibios y reptiles, o la colocación de cajas nido, entre otras. Estas actuaciones afectan también positivamente al alzacola rojizo, Ave del Año 2022, que ha sufrido un declive del 94,8% en el conjunto del país, ya que suponen mejoras en su hábitat, vinculado a la vid y al olivar tradicional del sur peninsular.
En definitiva, Olivares Vivos es un excelente ejemplo de cómo las buenas prácticas agroambientales son capaces de rescatar biodiversidad en el olivar y transformarla en rentabilidad para los agricultores.
Por último, hay que destacar que Riet Vell y Olivares Vivos han sido excelentes campos de pruebas para demostrar la viabilidad del modelo agrario que promueven las políticas y estrategias recogidas en el Pacto Verde Europeo. Estos proyectos son un ejemplo pragmático de cómo ‘traer la naturaleza de vuelta a las tierras agrícolas’, uno de los principales objetivos de la Estrategia de Biodiversidad para 2030; integran la filosofía de la estrategia ‘De la Granja a la Mesa’ que conecta productores y consumidores; la de adaptación al cambio climático; la Iniciativa de la UE sobre los polinizadores; y los objetivos de reducción de agroquímicos.