El picamaderos negro se distribuye por gran parte de Europa y Asia, aunque está ausente de las islas, tanto atlánticas como mediterráneas, y de las regiones más cálidas.

Se reconocen dos subespecies, de las cuales martius es la que habita en territorio europeo.

Restringido a los espesos bosques montanos de los Pirineos y la Cordillera Cantábrica, el picamaderos negro se reproduce en el este de Lugo, Asturias, norte de León y Palencia, Cantabria, Navarra, este de Guipúzcoa, Huesca, norte de Zaragoza, Lérida, Gerona y Barcelona.

Para más información sobre su distribución territorial y otros datos de interés, consulta la ficha del picamaderos negro en el III Atlas de las aves en época de reproducción en España.

Esta ave se comporta como residente en toda su área de distribución, aunque algunos individuos (en particular, los jóvenes) realizan movimientos dispersivos de larga distancia.

Según la Lista Roja Europea de Aves 2021 la población europea de picamaderos negro se situaría entre los 1,24-2,27 millones de ejemplares.

Según el III Atlas de las aves en época de reproducción en España, no existen estimaciones completas actuales del tamaño de la población española basadas en censos metodológicamente consistentes. Estudios anteriores a 2004 indican que entre unas 1.000 y unas 1.500 parejas críaban en España, la mayoría de ellas en Pirineos. No hay motivos para pensar que estas cifras hayan disminuido. Por otra parte, puede mencionarse que en el sistema Central se han venido observando picamaderos con cierta regularidad (Ortega, 2015) y que, recientemente, se ha descubierto una pequeña población en el interior de Castellón.

El picamaderos negro depende de la existencia de bosques extensos y maduros de hayas y coníferas para sobrevivir. En Pirineos prefiere instalarse en formaciones montanas de abetos, hayas y pino silvestre, así como en pinares subalpinos de pino negro. El núcleo cantábrico se asienta sobre hayedos maduros y hayedos mixtos con robles albares o abedules.

Consume, principalmente, hormigas y escarabajos devoradores de madera en todos sus estadios de desarrollo. Para atrapar los insectos, abre con su fuerte pico las galerías que los protegen e introduce en ellas su larga y viscosa lengua. A menudo se alimenta sobre el suelo, si busca hormigas.

Como ocurre con el resto de pícidos, el cráneo del picamaderos negro está compuesto por huesos esponjosos, llenos de pequeñas cámaras que alojan aire para amortiguar el impacto cuando golpea en busca de alimento, para marcar su territorio o para perforar la madera al construir sus nidos. Además, su pico es más largo por abajo para que la mayoría del golpe lo absorba la parte inferior de la cabeza.

Su periodo reproductor abarca desde abril hasta julio.

El nido consiste en una oquedad de considerable tamaño taladrada en la madera de un viejo árbol, generalmente a gran altura, y de cuya preparación se ocupan ambos miembros de la pareja, si bien parece que el macho se encarga de disponer los retoques finales.

La puesta consta de entre tres y siete huevos de color blanco, que son incubados por ambos progenitores (aunque algunos indicios apuntan a que el macho invierte más tiempo en la tarea) durante 12-14 días, tras los cuales nacen los pollos, que son alimentados indistintamente por los dos adultos. Después de algo menos de un mes de estancia en el nido, los jóvenes abandonan la oquedad donde nacieron.

El picamaderos Negro aparece con la categoría de LC – Preocupación Menor en el Libro Rojo de las Aves de España 2021.

También aparece en la Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, pero no en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

La tendencia del área de ocupación no sugiere que haya decrecimiento poblacional, más bien al contrario. El incremento del área de ocupación durante los últimos 25 años -sobre todo en las regiones pirenaica, vasca y cantábrica oriental- está bien documentado, y no es previsible una inversión de esta tendencia, al menos durante la próxima década.

No obstante, la especie no está libre de amenazas. Factores que podrían afectarle son el incremento de la cobertura de eucaliptos en la cornisa cantábrica, la implantación de nuevas especies comerciales en sustitución del pino radiata en el País Vasco, el aumento en el empleo de biomasa forestal para producción energética o las variaciones en el mercado de la madera, que incentivan o desincentivan la intensificación de las explotaciones.