Mucho antes de que los ejércitos adoptaran el camuflaje para proteger a las tropas en el campo, los animales lo usaban para mantenerse vivos en la naturaleza. A diferencia de los soldados, sin embargo, los animales no pueden elegir cambiar de ropa y tienen que conformarse con pieles y plumas heredadas.
Charles Darwin ya describió algunos de sus magníficos “disfraces” en El Origen de las Especies: «Cuando vemos a los insectos comedores de hojas verdes o los que están en cortezas moteados de gris; la alpaca blanca en invierno, el gusano rojo del color del brezo, el gusano negro de la tierra, debemos creer que estos tintes sirven a estos pájaros e insectos para preservarlos del peligro”.
Puede llevar milenios a la selección natural pintar especies con colores y patrones que les ayuden a sobrevivir el tiempo suficiente para reproducirse, pero tener estas herramientas de supervivencia no importa mucho si los animales no las usan.
Así, mientras la evolución ha llegado lentamente al camuflaje de las aves, al mismo tiempo han tenido que desarrollar instintos que aprovecharon estos rasgos de ocultación, según una nueva investigación. «Los pájaros parecen ser capaces de influir en cómo aparecer camuflados, no sólo a través de cambios evolutivos graduales en la aparición de sus huevos y plumaje, sino en las opciones de comportamiento sobre dónde poner sus huevos», asegura Claire Spottiswoode, bióloga experta en evolución de la Universidad de Cambridge y la Universidad de Ciudad del Cabo, y coautora de un estudio publicado recientemente en la revista Nature Ecology and Evolution que recoge la National Audubon Society.
La investigación se centró en nueve especies en Zambia –tres especies de chotacabras, tres de limícolas y tres especies de chorlitejo. Los pájaros anidan entre la hojarasca y la tierra seca y quemada durante la estación seca, y sus tasas de supervivencia están directamente relacionadas con lo bien que están camufladas. Para los chotacabras son las plumas de los padres las que los protegen pues abandonan el nido solamente cuando los depredadores están tan cerca y proteger el nido es inútil. Por otra parte, los corceles y los chorlitos salen del nido con facilidad, por lo que son sus huevos están muy camuflados.
El primer paso en el experimento fue averiguar cómo encontrar nidos tan bien disfrazados. Para ello, los investigadores están en deuda con los agricultores de Zambia, cuyo conocimiento local resultó muy valioso para el proyecto. «Si tuviéramos que encontrarlos nosotros mismos», dice Spottiswoode, «habríamos pasado todo nuestro tiempo de campo buscando nidos». Ella y su equipo lograron rastrear y fotografiar unos 200 nidos: más de 100 nidos nocturnos de chotacabras y más de 90 nidos de corceles y chorlitos.
«Los chotacabras son muy difíciles de encontrar», dice Mark Brigham, biólogo de la Universidad de Regina en Canadá que aunque no ha participado en el estudio ha investigado a esta familia de aves durante tres décadas. «Realmente me daba envidia de que esta gente pudiera encontrar tantos nidos.»
Sacaron fotos de huevos de todas las especies y de todos los chotacabras adultos; los corceles y chorlitos se levantaban demasiado rápido para ser fotografiados. Para ver lo bien que funcionaba el camuflaje que ocultaba a los pájaros de los posibles asaltantes de los nidos, los científicos analizaron las fotos con modelos que simulaban la gama de colores vistos por depredadores locales como las mangostas o los monos.
Camuflajes muy particulares
El equipo de investigadores concluye que las nueve especies eligieron sistemáticamente los sitios de nidificación que coincidían con su propio camuflaje mejor que otros puntos posibles dentro de un radio de cinco metros. Esto sugiere que las aves pueden elegir el hábitat o el sustrato del terreno que mejor se adapte a su aspecto único. También indica su capacidad para identificar lugares a corta distancia donde mejor se mezclan con el entorno.
«Tal vez lo más llamativo», asegura la científica Spottiswoode, «en comparación con otros individuos de la misma especie es que están eligiendo sitios en relación con su propio camuflaje particular». En su opinión las aves hacen elecciones matizadas basadas en su camuflaje personal, y no sólo siguiendo la misma estrategia de ocultación a nivel de especie.
Los nuevos hallazgos sugieren que las aves pueden ser algo conscientes de su propia apariencia, así como la de sus huevos. Tal vez podrían haber aprendido a través de pruebas y errores recordando los antecedentes y los hábitats donde los depredadores lograron encontrar (o no encontrar) sus huevos.