COP25 –Crónicas climáticas 8

Por Josefina Maestre

Cuatro jóvenes de entre 17 y 24 años –investigadores, periodistas, filósofos y conservacionistas- han tomado la palabra en la zona verde de la COP25 bajo el lema de “Somos la resistencia”, para exponer sus inquietudes climáticas. Son muchas las que salieron a relucir en medio de un diálogo dinámico y hasta valiente, amenizado por el joven conservacionista Juanma Santana, del área Social de SEO/BirdLife, que organizaba este encuentro.

El futuro que ellos ven poco tiene que ver con el mundo actual, y para construirlo lanzaron una ambiciosa batería de propuestas. Reclamaron, en primer lugar, estar en espacios de decisión, diálogo intergeneracional y estructuras de participación ciudadana. Por supuesto, replantearse el sistema de consumo, el agroalimentario, el energético y el de transporte. También que se cuente con la biodiversidad y con las soluciones que aporta para frenar el cambio climático, energía renovable responsable, soberanía alimentaria o transformación radical de la educación. Y, entre todo ello, grandes palabras asumidas como retos, como desglobalizar o contención civilizatoria, además de una llamada: salir a luchar.

El equilibrio entre ambos extremos

¿A la hora de concienciar, qué funcionan mejor los mensajes positivos o catastrofistas? Esta fue una de las primeras cuestiones que analizaron, y en la que Gonzalo Arellano, investigador predoctoral en la Universidad de Castilla-La Mancha, destacó la necesidad de conseguir un equilibrio, con información objetiva, que aporte datos reales y también prácticos, que anime a la gente a actuar.

Por su parte, Eduardo Robaina, periodista de Climática (La marea), tiene claro que los mensajes catastrofistas no son la solución; tampoco decir que todo está bien. Ser honestos, rigurosos y evitar los amarillismos es clave. “Hay mucha desinformación, en parte por los medios de comunicación, y desde Climática queremos llevar información a la ciudadanía de mano de la ciencia y la honestidad”.

 

Gonzalo Arellano, Eduardo Robaina, Alejandro Quecedo, Irene gómez-Olano y Juanma Santana (de izq. a dcha.). Autor: Raúl Millares-SEO/BirdLife

 

La honestidad también fue mencionada por Alejandro Quecedo, portavoz de la Junta Juvenil de SEO/BirdLife. Dar noticias positivas es mentir, pero el catastrofismo lleva a la inacción”. Por su parte, Irene Gómez-Olano, estudiante de Filosofía en la UAM, mantenía que tener un mensaje realista no es ser catastrofista, y que a veces mensajes que parecen positivos en realidad no lo son, como cuando se habla de la bondad de instalar aerogeneradores sin más, sin tener en cuenta que este acto puede echar a comunidades de su espacio. En este caso, lo que puede parecer energía verde, en realidad no lo es, enfatizaba.

Este aspecto guarda relación con una idea que salió a relucir en varios momentos, cuando los jóvenes apuntaron que las dinámicas sostenibles no pueden dejar a un lado los aspectos sociales y también de género. Lo verde tiene que ser justo y equitativo.

¿Cómo actuar?

A la hora de pasar a la acción, qué funciona mejor ¿los gestos individuales o colectivos? Para Irene, la acción individual no es suficiente, pero tampoco inútil. Hay que actuar políticamente, sin olvidar que el activismo y la política tienen mucho de acción individual. Las grandes revoluciones se han llevado a cabo por alrededor de un 3,5 por ciento de la población.

Alejandro tiene muy claro el escaso margen de tiempo que nos queda, por lo que lo más importante es el activismo ambiental y político. Para Eduardo, todo pequeño gesto suma, pero sobre todo lo que importa es que la acción individual se replique, pase a lo colectivo y genere alianzas. Y, además, es importante votar a quien quiere actuar por el cambio climático. El reto de la próxima década es pasar a la acción, no asumir que no se puede hacer nada.

¿Una situación reversible?

“El actual sistema es insostenible –apuntaba Robaina-, pero hay que plantearse que la crisis climática es una oportunidad para hacer las cosas mucho mejor”. Para ello es importante que en la política se generen mensajes que vayan también hacia la justicia social, porque sin ella no hay justicia climática, añadía.

Nos relacionamos con el medio ambiente de una forma casi esclavista, añadía Quecedo, insistiendo en que es necesario cambiar el modelo de producción y consumo. “¿Cómo lo hacemos? –continuaba-; en la zona azul de esta COP muchos no piensan ni siquiera en esta necesidad”.

“Occidente vive muy bien, pero hay un sur global que no vive tan bien porque nuestro sistema económico es caníbal. Un sistema que, además, cierra el paso de personas mientras lo abre a los productos que ellos cultivan”. Así se expresaba también Irene Gómez-Olano, enfatizando que el capitalismo neoliberal se va a acabar y no va a pasar nada. “Los sistemas políticos duran lo que duran y la vida sigue. Ahora hay que pensar en ese poscapitalismo futuro”. Dentro de este futuro ya vislumbraba un éxodo urbano hacia el campo, de igual forma que ya hubo uno rural hacia la ciudad.

La lucha climática dará un salto cuando cree alianzas con todos los preceptos anteriores y con las luchas transversales que generan, resumía Eduardo Robaina. ”La acción climática es un imperativo moral”, finalizaba Quecedo.

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