La 23ª Conferencia de las Partes (COP23) del Convenio Marco de la ONU sobre Cambio Climático (CMUCC), echa el cierre sin cerrar lo importante. El lento ritmo de la diplomacia climática, trufada de tímidos avances y declaraciones de intenciones postergadas a la cita del año próximo, no avanza a la misma velocidad que el vertiginoso calentamiento global que, en la península ibérica, contribuye decisivamente a la pérdida de biodiversidad, al actual periodo de sequía o a la escalada de incendios forestales, entre otros muchos impactos.
Para SEO/BirdLife, presente en Bonn durante las dos semanas de negociaciones, la Unión Europea, que en su momento lideró la maquinaria climática, se lleva muchos deberes a casa. Y España no es ninguna excepción.
“Como empieza a ser costumbre en las COP, el papel de la delegación española es, a pesar del rigor técnico, discreto. Y roza la autocomplacencia en las declaraciones políticas. España ha presentado en la COP23 un descenso de emisiones que es temporal porque se espera un repunte en 2017. Esa no es, bajo ningún concepto, la ambición que marcó el presidente Mariano Rajoy el pasado mes de mayo, aspirando a situar al país en la vanguardia de la lucha contra el cambio climático. Lamentablemente, España no es la primera de clase, ni siquiera en Europa. Debe avanzar más, y más rápido. Pero esto es algo que ya sabíamos todos. Es algo que venimos repitiendo desde que se firmara el Acuerdo de París”, apunta el responsable de Energía y Cambio Climático de SEO/BirdLife, David Howell, presente en Bonn.
“Junto a Portugal, España es el país más vulnerable al cambio climático de Europa. Estar en la vanguardia de la lucha contra el calentamiento global no solo es urgente y necesario, sino también conveniente en todos los aspectos: sociales, económicos y ambientales. Sin lugar a dudas, la principal amenaza para la convivencia es el calentamiento global. Lamentablemente, sigue sin ocupar el centro de la acción y del debate político nacional, lo cual se traduce en una presencia tibia en el plano internacional, algo que ni el país, ni el continente, ni el planeta se pueden permitir”, añade Howell.
Más vulnerables, más desesperados.
Una de las palabras de la COP23 será talanoa. Se trata de un principio que marca todas las reuniones en Fiyi y que propugna un diálogo abierto, reflexivo, franco y dirigido a encontrar soluciones. Esta fórmula de trabajo, propuesta por la presidencia fiyiana, ha probado su eficacia durante las dos semanas de negociaciones aunque, en unas últimas horas de desconcierto (otro clásico de las COP), llegar al acuerdo final se fue complicando para desesperación de los países en peores condiciones para ceder, los que ya sufren de forma nítida los estragos del calentamiento global, como es el caso del propio Fiyi, en esta ocasión con un papel neutro como presidente de la COP23.
Se esperaba que el acuerdo de la COP23 propusiera el borrador del futuro ‘manual de instrucciones’ para aplicar lo pactado en la COP21 de París, el acuerdo que sucede al Protocolo de Kioto. Los avances en este campo han sido parciales y dejan para 2018 demasiado trabajo pendiente, ya que es preciso llegar a la COP24 con textos maduros para la negociación. El próximo año, de acuerdo con la hoja de ruta de París, será decisivo, pues cada país deberá explicar cómo va a acelerar su reducción de emisiones después de 2020.
«El próximo año, de acuerdo con la hoja de ruta de París, será decisivo, ya que todas las miradas estarán puestas en cómo cada país -y sobre todo, los más ricos y los que más emiten- va a acelerar su reducción de emisiones, tanto antes como después de 2020», puntualiza Howell.
“La COP23 deja patente que hay que traer de casa los deberes hechos en materia de acción climática. España suspende en muchos frentes. Más eficiencia, más renovables, más economía circular, más retención de carbono en sumideros naturales, más coche eléctrico, más centrales de carbón cerradas, más transición justa, más financiación para países pobres, más ecofiscalidad, más agroecología, más ambición a la hora de negociar el resto de la nueva normativa europea para 2030. Esa es solo una parte de la lista de tareas para España y el resto de países europeos. Y eso es solo para el próximo año de aquí a COP24. El tiempo empieza a contar ya”, concluye.