La naturaleza absorbe casi el 50% de las emisiones causadas por la actividad económica del ser humano
La protección de la biodiversidad ha estado ausente de las decisiones de las COP. Desde el Acuerdo de París, solo la COP25, Chile-Madrid, reconoció la importancia de la naturaleza para frenar el calentamiento global
Poner fin a la deforestación y extender prácticas agrícolas sostenibles podría reducir, al año, el equivalente a lo que ha emitido China en 2020
Glasgow tiene que ser el punto de inflexión para que se abandonen las políticas climáticas perjudiciales para la naturaleza. Es lo que reclama la Ciencia
La protección de la biodiversidad apenas ha sido mencionada en las decisiones finales de las 25 COP sobre cambio climático concluidas hasta el momento. Desde la aprobación del Acuerdo de París, en la COP 21 de 2015, tan solo se ha citado la cuestión en una decisión, la realizada durante la COP25, organizada por Chile en Madrid. SEO/BirdLife reclama que esta situación cambie radicalmente en Glasgow y pide a las partes que, atendiendo a lo que señala la Ciencia, reconozcan el valor de la biodiversidad como primera línea de defensa frente al cambio climático y que aseguren que las herramientas para reducir las emisiones a cero son respetuosas con la naturaleza.
La organización reclama que, en la decisión marco de la COP26 de Glasgow figure el compromiso de los Estados para que las respuestas a la crisis climática –las energías renovables, la construcción de infraestructuras para protegernos de la subida del nivel del mar o el cultivo de biocombustibles, entre otras– sean compatibles con la conservación de la biodiversidad, y que las políticas por el clima contribuyan también a que, en 2030, el planeta deje de perder naturaleza y empiece a recuperarla.
La naturaleza, ausente de las “decisiones 1”
Las decisiones que adopta cada COP se numeran, reservándose el primer puesto a la decisión final que las partes adoptan a modo de conclusiones del encuentro. Este documento es determinante para conocer el grado de ambición y compromiso alcanzado por los países en cada encuentro y es utilizado por los analistas para determinar el éxito o fracaso de esta cita anual. Como es lógico, la historia de las “decisiones 1” se ha centrado en determinar avances para mitigar el avance del cambio climático, plantear acciones para adaptarnos a los efectos que se están produciendo y atender al reparto de los esfuerzos. En este periplo por la historia de la diplomacia, la gran ausente ha sido la biodiversidad, de la que prácticamente no hay referencias.
En la última década, tan solo la decisión “Chile-Madrid, Tiempo para la Acción” abordaba el tema en su punto 15, subrayando “la contribución esencial de la naturaleza a la lucha contra el cambio climático y sus efectos, así como la necesidad de hacer frente a la pérdida de biodiversidad y el cambio climático de manera integrada”.
La inclusión de este mensaje supuso un paso adelante en el esfuerzo de la diplomacia climática para proteger la primera línea defensa frente al cambio climático, la naturaleza, sin cuya intervención será imposible alcanzar la necesaria y urgente meta de “cero emisiones”. De hecho, se estima que, en la actualidad, la naturaleza absorbe casi el 50% de las emisiones causadas por la actividad económica del ser humano.
Así lo reconoce Naciones Unidas, que subraya la importancia de proteger y aumentar los sumideros naturales de carbono –océanos, bosques, humedales, dehesas…- e insiste en la importancia de implementar soluciones basadas en la naturaleza, tanto para reducir emisiones como para protegernos de los efectos del cambio climático, por ejemplo, manteniendo cordones dunares o restaurando humedales.
Soluciones climáticas que no ayudan a la naturaleza
En la única referencia en años a la biodiversidad, la de la cumbre Chile-Madrid de 2020, las partes explicaban la necesidad de que los dos grandes desafíos de la humanidad, el cambio climático y la sexta extinción provocada por la pérdida de biodiversidad, se aborden de manera integrada. Lamentablemente, no siempre se trabaja así. Este año, los paneles de expertos de la ONU para el cambio climático y la biodiversidad (IPCC e IPBES, por sus siglas inglés) se unían, por primera vez, para realizar una evaluación conjunta. El informe constata lo que puede observarse en las “decisiones 1” de las COP a lo largo de estos 26 años: la Política ha abordado el cambio climático y la pérdida de biodiversidad de forma independiente en la mayoría de las ocasiones.
Los autores afirman que tratar estos dos problemas como realidades separadas es perjudicial. Primero, porque acciones pensadas para frenar el cambio climático pueden destruir naturaleza, y viceversa. Y, segundo, porque no trabajar conjuntamente impide aprovechar sinergias y, sobre todo, que las comunidades locales se beneficien de acciones que son círculos virtuosos.
Algo que lleva defendiendo SEO/BirdLife y los jóvenes en las calles con su grito: “ni un grado más, ni una especie menos”.
Su conclusión final es que la pérdida de biodiversidad y el cambio climático comparten causas, las actividades económicas humanas, y se refuerzan mutuamente. Ninguno de los dos se resolverá con éxito si no se abordan conjuntamente.
Algo que lleva defendiendo SEO/BirdLife y los jóvenes en las calles con su grito: “ni un grado más, ni una especie menos”.
El poder de la naturaleza para reducir emisiones
- La reducción de la deforestación y la degradación de los bosques puede contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el hombre hasta en 5800 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente cada año. Es casi un 95% más de lo que emitió España en 2020.
- Apostar por prácticas agrícolas y forestales sostenibles tiene un potencial anual de mitigación del cambio climático de hasta 6.000 millones toneladas de dióxido de carbono equivalente. Esto es, más o menos, la mitad de las toneladas que emitió China en 2020.
- Para alcanzar un clima habitable, una biodiversidad autosostenible y una buena calidad de vida necesitamos proteger y conservar bien entre el 30% y el 50% de toda la superficie oceánica y terrestre. En la actualidad, las áreas protegidas representan un 15% en tierra y en torno a un 7,5% en océanos, y su protección no siempre garantiza una correcta conservación.
Medidas climáticas negativas para la naturaleza
Los expertos del IPCC y del IPBES citan algunas de las prácticas climáticas que pueden ir en contra de la naturaleza. Entre ellas, los cultivos bioenergéticos a gran escala; la plantación de árboles en ecosistemas que históricamente no han sido bosques y la reforestación con monocultivos, especialmente con especies de árboles exóticos; o determinadas medidas técnicas demasiado centradas en la adaptación, como pueden ser la construcción de presas y diques.
En España, SEO/BirdLife pone el acento en dos grupos de medidas identificadas por los autores del IPBES y el IPCC: instalaciones renovables en ubicaciones perjudiciales para la naturaleza y aumento o conversión de tierras de secano a regadío. Se trata de dos tendencias en ascenso en el país y centran la mayor parte del trabajo de alegaciones a proyectos con impacto ambiental que desarrolla la ONG ecologista. Por citar un ejemplo, solo en los últimos 20 meses, SEO/BirdLife se ha visto obligada a alegar a 200 proyectos renovables que pretenden ubicarse en zonas de alto valor ambiental y, por tanto, de alto valor para articular una respuesta coordinada y duradera al cambio climático.
El IPCC y el IPBES coinciden con la mayoría de la comunidad científica en que, hoy en día, se cuenta con la información y amplio número de alternativas para minimizar al máximo el impacto ambiental de la respuesta climática.
“Clima y biodiversidad pueden y deben ir de la mano. Glasgow tiene que marcar el punto de inflexión para que, por fin, las políticas de clima y las de conservación de la naturaleza se refuercen entre sí, mejorando también las oportunidades de los pueblos indígenas y de las comunidades locales. Es hora de romper un conflicto que nunca debió producirse. Esperamos de las partes un compromiso firme que quede reflejado en el texto más importante que saldrá de la COP26, su decisión 1”, señala David Howell, responsable de Clima y Energía de SEO/BirdLife.
“Esta COP26, la primera que se celebra tras la irrupción del covid-19, debería servir para asegurarnos que cumplimos con París y no aumentar más de 1,5 grados la temperatura, que atendemos a nuestra mejor vacuna preventiva frente a futuras pandemias y, sobre todo, que no dejamos a nadie atrás”, añade.