En el Día Mundial de los Océanos, entidades científicas, organizaciones conservacionistas y personalidades del mundo marítimo vasco han celebrado un acto en Pasaia (Guipúzcoa) con el fin de dar a conocer los valores naturales del entorno marino de Jaizkibel-Ulia. Las especies y hábitats de interés comunitario que contiene este espacio justifican la continuidad marítimo-terrestre y la necesidad de protección de la zona marina.
El acto ha tenido lugar a bordo del barco-museo MATER, y al mismo han acudido el surfista Axier Muniain, el regatista Unai Basurko y representantes del Colegio Oficial de Biólogos de Euskadi (COBE) y las organizaciones SEO/Birdlife, Jaizkibel Amaharri e Itsas Gela, que han explicado los valores naturales de este entorno.
Los acantilados de Jaizkibel y Ulia son áreas costeras guipuzcoanas declaradas como Zonas de Especial Conservación (ZEC) que incluyen un área terrestre costera de 2.434 hectáreas en Jaizkibel y 43 ha en Ulia, pero no recoge el ámbito marino contiguo. Esta franja litoral forma un continuo ecológico, paisajístico y geológico que se extiende desde la parte oriental de la bahía de Ulia, en la punta de Monpas, hasta la ensenada de Los Frailes o Asturiaga en Hondarribia.
En el acto, Lucía Peña, delegada de SEO/BirdLife en el País Vasco, ha dado a conocer los valores ornitológicos del espacio, en base a los datos recogidos por el Grupo Local SEO-Donostia, que realiza desde hace más de 10 años el censo de aves marinas de la zona. Los resultados del mismo muestran que esta franja del litoral de Ulía-Jaizkibel es clave en el paso migratorio de aves marinas. En sus aguas se han visto multitud de especies, como frailecillo atlántico, págalo pomarino, págalo parasito, fulmar, colimbo chico, charrán patinegro, paiño europeo, gaviota tridáctila o pardela capirotada.
También se puede disfrutar del cormorán moñudo, especie que va en aumento en los acantilados de Ulia–Jaizkibel; de los increíbles picados de los alcatraces atlánticos; del ir y venir de gaviotas cabecinegras y colimbos grandes, en movimiento desde la reserva de Txingudi; de los trenes de negrón común;de las balas aladas de alcas y araos; del lento y pesado vuelo del págalo grande, o de las ondulantes pardelas -chica, sombría y balear-, que en muchas ocasiones también se posan en la costa, aprovechando para descansar y alimentarse.
La montaña de Ulia y Jaizkibel guardan, a su vez, tesoros de avifauna que hay que conservar. Mencionar al halcón peregrino, buitre leonado, alimoche, cormorán moñudo, águila culebrera y águila calzada, junto con pequeñas aves como escribanos, currucas, tarabillas y alcaudones dorsirojos, o nocturnas como el cárabo común y la lechuza común.
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