Hace siglos, el olivar andaluz comenzó a medrar comiendo terreno al monte, pero por su carácter arbóreo se convirtió en un gran bosque cultivado amable con la vida silvestre. Olivares Vivos, el proyecto Life+ de SEO/BirdLife, pretende devolver a los olivares andaluces la biodiversidad perdida en los últimos decenios de industrialización agraria, demostrando además que la olivicultura que respeta la naturaleza es rentable para el agricultor.

 

Alcaraván común en un olivar ©Juan Luis Muñoz

Alcaraván común en un olivar ©Juan Luis Muñoz

 

Tras cruzar los riscos y barrancos de Despeñaperros, se despliega el mar de olivos. Un gran óleo verde que se pierde en lontananza tapizando vaguadas, campiñas y cerros. Es el gran bosque cultivado, el olivar andaluz, como un aceitoso vergel que rezuma uno de los frutos más apreciados del mundo, la aceituna.

 

Pero al mirar de cerca, el olivar no puede esconder sus llagas. Suelos desnudos y quemados por los herbicidas. Olivos descalzados, laderas descarnadas por la erosión, cárcavas y zanjas. Toneladas de tierra fértil perdida para siempre. Olivos y nada más. Es la otra realidad, la que asoma al surcar a pie este horizonte interminable de monocultivo. Son los efectos dramáticos de un tipo de gestión que persigue producir a marchas forzadas a costa de hipotecar su propio futuro. La olivicultura industrial ha olvidado el vínculo ancestral del olivar con la vida silvestre y su dependencia de un suelo vivo.

 

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Almorzada de aceitunas ©María Cano

 

Hora de actuar
Pero no todo está perdido; estos olivares heridos pueden tornarse en cultivos productivos y ricos en biodiversidad. Esto es lo que persigue el Life+Olivares Vivos, coordinado por SEO/BirdLife. Un proyecto demostrativo de cinco años de duración (2015-2020), que cuenta con 38 acciones, cuyo objetivo es establecer un modelo de olivicultura rentable y compatible con la conservación de la naturaleza. Además, busca posicionar dicho modelo productivo como valor añadido reconocido y rentable en el mercado del aceite. Participan como socios en esta iniciativa la Universidad de Jaén (UJA), la Diputación de Jaén y la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA-CSIC), y prestan su apoyo como cofinanciadores la Interprofesional del Aceite de Oliva y la Fundación Patrimonio Comunal Olivarero. Esto va muy en serio.

 

José Eugenio Gutiérrez, delegado de SEO/B irdLife en Andalucía y coordinador del proyecto,resume así su finalidad: “La Comisión Europea ha valorado que Olivares Vivos sirva de puente para reconciliar al olivar con la biodiversidad. Así, se aúnan los intereses de las instituciones y una sociedad cada vez más preocupada por la conservación de la naturaleza con las necesidades de los olivareros, que trabajan por rentabilizar su producción”.

 

Olivares Vivos cuenta con el respaldo de quienes realmente pueden atajar la crisis ambiental y ecológica que atenaza al olivar español: los agricultores. Colaboran 20 fincas de diversa tipología que suman más de 3.600 hectáreas, algunas en producción ecológica, otras convencionales, repartidas por todas las provincias andaluzas salvo Huelva y Almería. En estos olivares demostrativos ya han comenzado a ejecutarse diversas medidas de carácter experimental para favorecer la biodiversidad, unidas con otras acciones encaminadas a restaurar suelos, recuperar la fertilidad de la tierra y comprender mejor el papel ecológico que juega el olivar en el ecosistema mediterráneo. También los ayuntamientos se han sumado al proyecto. Hasta la fecha 57 localidades forman parte de la recién creada Red de Municipios por los Olivares Vivos. De esta manera se comprometen a apoyar una olivicultura respetuosa con la naturaleza.

 

 España es el principal productor mundial de aceite de oliva, con el 50% del total, y la provincia de Jaén produce el 40% del aceite en todo el mundo. El mapa recoge la ubicación de las 20 fincas participantes en el proyecto Olivares Vivos. Cádiz: 1. Rancho del Herrador. 2. Peña del Gallo. Sevilla:3. Los Ojuelos. 4. Gascón. Córdoba:5. El Olivar de la Luna.7. Casa del Duque.8. Casillade Aranda.9. La Tosquilla. Jaén:10. Piedras Cucas.11. Benzalá. 12. El Tobazo. 14.  Quinta San José.15. El Puerto.16. Cortijo Virgen de los Milagros.17. Cortijo Guadiana I. 18.  Cortijo Guadiana II.19. La Olivilla. 20. Ardachel. Málaga:6. Finca la Torre.Granada:13. Moraleda.


España es el principal productor mundial de aceite de oliva, con el 50% del total, y la provincia de Jaén produce el 40% del aceite en todo el mundo. El mapa recoge la ubicación de las 20 fincas participantes en el proyecto Olivares Vivos. Cádiz: 1. Rancho del Herrador. 2. Peña del Gallo. Sevilla:3. Los Ojuelos. 4. Gascón. Córdoba:5. El Olivar de la Luna.7. Casa del Duque.8. Casillade Aranda.9. La Tosquilla. Jaén:10. Piedras Cucas.11. Benzalá. 12. El Tobazo. 14. Quinta San José.15. El Puerto.16. Cortijo Virgen de los Milagros.17. Cortijo Guadiana I. 18. Cortijo Guadiana II.19. La Olivilla. 20. Ardachel. Málaga:6. Finca la Torre.Granada:13. Moraleda.

 

Cultivo estratégico
“En los últimos años, el sector del olivar ha avanzado mucho en la promoción de la calidad del aceite y sus propiedades excepcionales para la salud. Sin embargo, apenas hemos iniciado el camino para sacar partido a su potencial ambiental”, recalca Gutiérrez. Y es que el olivar bien manejado es un cultivo estratégico para recuperar la biodiversidad en Europa. Los motivos son varios: sus características de cultivo forestal y permanente (abundan los olivares centenarios); su distribución a lo ancho de la cuenca mediterránea (el principal ‘punto caliente para la biodiversidad’ en Europa), y su carácter de planta nativa, ya que el olivo desciende del acebuche, abundante en gran parte de los montes ibéricos. Sin olvidar que este cultivo rodea y se incluye en muchos espacios de la Red Natura 2000 y que el 12% de la superficie total del olivar andaluz (más de 200.000 hectáreas) se encuentra dentro de esta red de espacios naturales.

 

Por si fuera poco, el reciente estudio desarrollado por el CSIC y la UJA en el marco de Olivares Vivos pone de manifiesto la gran variedad de vida silvestre que bulle en el olivar andaluz. Tras un año de seguimiento de las 20 fincas participantes en el proyecto se han detectado más de 165 especies de aves, con más de 100 géneros representados, cerca de 500 especies de plantas silvestres, más de 140 especies de flora leñosa y en torno a unas 60 especies de hormigas diferentes, pertenecientes a 18 géneros. Un festival de biodiversidad.

 

Colocación de cajas nido en una de las fincas de Olivares Vivos © María Mengíbar

Colocación de cajas nido en una de las fincas de Olivares Vivos © María Mengíbar

“No debemos olvidar que el olivar es un hábitat preferente para especies de aves amenazadas con un estatus desfavorable de conservación, tales como el alzacola rojizo, una insectívora migradora en gran declive por el abuso de fitosanitarios, o el mochuelo europeo, al que la intensificación del olivar y la sustitución de árboles añosos por ejemplares jóvenes ha eliminado sus lugares adecuados para la nidificación”, explica Carlos Ruiz, técnico del proyecto.

 

Si a esto se suma que ciertos olivares jienenses con abundancia de conejo han sido colonizados por especies emblemáticas y “en peligro de extinción”, como el águila imperial ibérica o el lince ibérico, queda más que patente su importancia como cultivo estratégico para la conservación de la biodiversidad.

 

Manos a la obra
“Aunque buena parte de la vida que tuvieron los olivares se ha perdido, por suerte, en la mayoría de ellos recuperar la biodiversidad no será una tarea costosa”, apunta Pedro Rey, catedrático de Ecología de la Universidad de Jaén, a la vista de los resultados del estudio. Un testigo que Olivares Vivos ha sabido recoger.

 

Jaras, fresnos, plantas aromáticas, encinas, madroños, zarzas, retamas o lentiscos son algunas de las 48 especies autóctonas que ya empiezan a vislumbrarse en una veintena de olivares jienenses. Han sido cinco meses de labores de restauración y repoblación de caminos, linderos, ribazos, cárcavas, taludes o arroyos. Lugares marginales desde la óptica productivista pero verdaderos oasis para la vida silvestre. Ha habido jornadas de trabajo puntuales, pero la mayor parte de la tarea ha corrido a cargo del voluntariado de SEO/BirdLife. Setenta y dos participantes de seis países que, azada en mano, han tapizado suelos desnudos con especies autóctonas (8.400 plantones hasta la fecha). “Pasará algún tiempo hasta que adquieran el porte necesario para ofrecer refugio y comida a los habitantes del olivar, pero estamos más que satisfechos con las acciones realizadas en los catorce campos de trabajo realizados”, reconoce María Cano, técnico del proyecto.

 

Voluntarios preparando el terreno para hacer una charca ©María Cano_SEO/BirdLife

Voluntarios preparando el terreno para hacer una charca ©María Cano_SEO/BirdLife

 

Atraer a la fauna

Charca para anfibios en uno de los olivares del proyecto © José Eugenio Gutiérrez

Charca para anfibios en uno de los olivares del proyecto © José Eugenio Gutiérrez

La fauna también ha tenido su apoyo. Se han creado charcas para anfibios y se han instalado bebederos. Las aves insectívoras disponen ya de 58 nuevos nidales para criar, además de cajas nido para lechuzas y cernícalos, y posaderos para rapaces. Los murciélagos también se han beneficiado de la instalación de varios refugios. Se han recuperado majanos y muros para cobijar a los reptiles, y los insectos polinizadores disponen de 200 nuevos escondrijos. Además, los voluntarios se han empapado de la cultura ancestral del olivar complementando sus labores camperas con visitas culturales a museos o almazaras. Sandra Castillo, una de las voluntarias, resume así parte de su experiencia: “Recibimos la enorme satisfacción de haber ayudado a la conservación de especies autóctonas y a la mejora del paisaje, y a que en un futuro estos cultivos tengan un equilibrio entre su producción y el respeto por la naturaleza que los rodea”. Cuando en 2020 termine el proyecto, se podrá conocer cuál ha sido la repercusión de estas mejoras ambientales en la vida silvestre.

 

Zanjas abiertas por la lluvia en un olivar sin cobertura vegetal ©José Jiménez

Zanjas abiertas por la lluvia en un olivar sin cobertura vegetal ©José Jiménez

 

Menos suelo fértil y más plaguicidas
Que el olivar atraviesa una profunda crisis ecológica es a todas luces una evidencia. Una encuesta realizada en el seno del proyecto a 640 olivareros andaluces revela que el 69% de ellos percibe que existen problemas ambientales. Según datos del CSIC, el olivar andaluz pierde anualmente en torno 25 millones de toneladas de suelo, una erosión que se agrava en las zonas de montaña, donde desde 1980 se ha perdido más suelo fértil que en los dos últimos siglos. A ello hay que sumar el efecto nocivo del exceso de plaguicidas y abonos químicos que deterioran la tierra y contaminan los acuíferos. Pero la noticia esperanzadora es que casi el 90% de los agricultores que han realizado la encuesta tienen una percepción positiva de Olivares Vivos y estarían dispuestos a realizar mejoras ambientales, más aún si repercuten en una mejora del precio de la aceituna.

 

PAC más justa y sostenible
Esta deriva del olivar español hacia la intensificación se profundizó hace tres decenios con la entrada en la Política Agraria Comunitaria (PAC). Llegaron las subvenciones a la producción y la biodiversidad pagó el precio. La plantación de olivos en zonas inapropiadas y la eliminación sistemática de la vegetación natural, refugiada en linderos, taludes o arroyos, se convirtió en una práctica generalizada.

 

“El problema se ignoró en la última reforma de la PAC, en la que los cultivos leñosos quedaron exentos de requisitos ambientales para percibir los llamados ‘pagos verdes’ o greening, lo que no ha estimulado el abandono de prácticas agrarias insostenibles, como es el mantenimiento de suelo desnudo”, recuerda Inés Jordana, responsable del Programa de Agricultura y Alimentación de SEO/BirdLife.

 

Manojo de aceitunas ©María Cano-SEO/BirdLife

Manojo de aceitunas ©María Cano-SEO/BirdLife

Como productor colaborador del proyecto, Juan Ignacio Valdés lamenta que la PAC “perjudica a los productores en ecológico, que practican una agricultura respetuosa con la biodiversidad y la fertilidad de la tierra, mientras que favorece a la agricultura convencional que usa herbicidas, plaguicidas y nitratos en niveles que contaminan las reservas de agua y destruyen la cadena trófica”. “Mientras la agricultura convencional no está obligada a asumir los costes de su contaminación –lamenta Valdés– se carga injustamente a la agricultura ecológica con unos costes de certificación en el campo, en la almazara y en la distribución que no existen para la convencional”.

 

Por su parte, Carlos Ruiz, técnico del proyecto, destaca las posibilidades de conservación de la biodiversidad que ofrece el olivar, siempre y cuando se realice una adecuada gestión. “Este beneficio o externalidad que genera un olivar adecuadamente gestionado debe ser retribuido por la sociedad de diferentes formas. Una es, evidentemente, la PAC, que cada vez más se enfoca en esa dirección, aunque no al ritmo ni con las medidas que nos gustaría”.

 

Por ello, SEO/BirdLife trabaja por una nueva PAC que fomente la transición hacia un modelo agrario sostenible y que respalde a quienes cultivan la tierra respetando la biodiversidad. En la plataforma Living Land (Por un campo vivo) se ha conseguido el apoyo de 300 organizaciones europeas y medio millón de ciudadanos que comparten las mismas inquietudes y abogan por una PAC que apoye la gestión adecuada de los recursos naturales y logre un desarrollo territorial equilibrado. Sin duda, este proyecto aportará información contrastada para mejorar la implementación de la PAC 2014-2020 y orientar el futuro de esta política.

 

Alcaudón común en la rama de un olivo ©Juan Luis Muñoz

Alcaudón común en la rama de un olivo ©Juan Luis Muñoz

Un sello para `lo bueno´
Lo bueno merece un reconocimiento. Y el mejor de todos es que los consumidores puedan diferenciar un aceite procedente de olivares respetuosos con la biodiversidad de otro que no lo es. La marca de Olivares Vivos será la garantía, científicamente acreditada, de la procedencia del aceite. Un respaldo de calidad para los productores y un aval para su promoción. “De nada sirve una marca de garantía de biodiversidad si no está acreditada científicamente”, indica Francisco Valera, investigador del EEZA-CSIC.

 

“Y tampoco servirá de nada si los consumidores no conocen perfectamente qué hay detrás de la marca Olivares Vivos”, añade Eva Murgado, especialista en mercados del aceite de oliva, y responsable de otro grupo de investigación de la Universidad de Jaén. Ahora el testigo queda en el consumidor que ha de saber valorar que lo que es bueno para la naturaleza es bueno también para él.

 

José Eugenio Gutiérrez, delegado de SEO/BirdLife en Andalucía y coordinador de Olivares Vivos

José Eugenio Gutiérrez, delegado de SEO/BirdLife en Andalucía y coordinador de Olivares Vivos

Las aves del olivar  
Desde que tengo memoria me gustan los pájaros. En tiempos de El Hombre y la Tierra nos juntábamos cuatro amigos de mi pueblo para ver pájaros. Estábamos obsesionados con las rapaces. Aunque muy olivarero, mi pueblo está al borde de la Sierra Sur de Jaén. Y allí que íbamos en busca de azores, búhos reales, halcones y perdiceras. Y en vacaciones, el autobús a Cazorla y, desde allí, andando a la sierra. La sierra era la naturaleza y los olivares un plantío dónde íbamos a coger aceitunas en vacaciones.

 

Fueron los aguiluchos cenizos los que nos sacaron de la sierra y nos arrastraron a la campiña. Salvamos muchos de las cosechadoras allá por los ochenta. De camino a los escasos parches de cereal que quedaban entre los olivares de Torredonjimeno, empezamos a descubrir ratoneros, gavilanes, culebreras, búhos reales, lechuzas, mochuelos, alcaudones reales, chotacabras cuellirrojos, tórtolas, perdices, alcaravanes, cucos, agateadores, abubillas, zorzales comunes y alirrojos, milanos reales, currucas mirlonas, zarceros pálidos, mosquiteros papialbos, alcaudones comunes y reales, totovías, collalbas rubias… También sisones y, a veces, sesteando a la sombra de los olivos, las avutardas. No sé por qué el olivar no salía en El Hombre y la Tierra.Lo teníamos al lado y al final resultó que para ver y disfrutar de las aves, nada como los olivares de mi pueblo. Acabamos yendo mucho más allí que a la sierra. El olivar era más divertido. Con el carnet recién sacado y en el LandRover de mi padre, los carriles del olivar eran un no parar. La perdiz con los pollos, las acrobacias de las tórtolas, los alzacolas, el alcaudón real, currucas, collalbas, tarabillas.

 

Olivar ©José JIménez

Olivar ©José JIménez

 

Parábamos a trastear los cortijos. Los había que tenían todo lo que tiene que tener un cortijo: lechuzas, primillas, cernícalos, golondrinas comunes y daúricas. Y en “la canterilla”, al lado del camino, el búho real y las grajillas, una pareja de cuervos que un año saco a un críalo junto a sus pollos. Y más arriba, en el cerro del chaparro, el nido de la culebrera. La invernada era espectacular y, en época de paso, el cuaderno de campo se llenaba rápido. En los olivares he visto de todo.

 

Pero desde principios de los noventa, las aves han tenido que abandonar buena parte de estos cultivos. Descensos poblacionales sonrojantes y extinciones locales. En muchos olivares no quedan ni lechuzas, ni alzacolas, ni agateadores, apenas mochuelos y cuesta ver a la tórtola y la perdiz. Hay zonas en las que puedes andar un kilómetro sin apenas ver ni oír un ave. Aunque cuando te acercas a un arroyo o un lindero, casi siempre resurge la vida, se oyen los cantos. El olivar es un medio extraordinario para las aves, lo fue y lo tiene que seguir siendo. Lo vamos a demostrar en Olivares Vivos. Solo hay que “amueblarlo”, hacerlo más habitable. •

 

Reportaje realizado por Agustín Carretero (SEO/BirdLife) para la revista Aves y naturaleza.

 

 

 

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