Joaquín Araújo tiene la fortuna y la sensatez suficiente para vivir la mitad de su vida camuflado en un valioso medio natural, que él convierte en rural –en una pequeña proporción– a golpe de huerta y rebaño de cabras. Allí se transforma en vocero experimentado del devenir de la naturaleza, que le lleva a un pensamiento universal sobre el ser humano y la vida misma.

Hacemos esta entrevista a finales de noviembre, cuando inicia su celo el quebrantahuesos, en tiempo de frezas de salmones y truchas, cuando los tojos lucen flores, el trigo despunta entre los terrones y ardillas y arrendajos se afanan en sus despensas. También cuando en Madrid las cotas de contaminación baten récords (dicen los expertos que por eso dan más ataques al corazón).

Nos refugiamos en un rincón de El Retiro, el elegante pulmón verde de la capital que da sosiego a la ya sosegada conversación. Pega aquí, y mucho, el sombrero negro de ala ancha que Araújo lleva con evidente coquetería, y que enmarca con acierto su mirada de campesino, ecologista y poeta.

Aves y Naturaleza. Joaquín Araújo es el mismo en cualquier estación del año o, como la naturaleza, ¿también cambia su ritmo o su estado dependiendo de la temporada?

Joaquín Araújo. Soy bastante parecido a lo que me abriga, me alberga y admiro. Tengo ciclos de actividad, me mantengo muy cercano a los calendarios de la vida, casi compulsivamente registro esos elementos básicos del paisaje, que denota esa cadencia, esa sucesión de acontecimientos de la naturaleza, pero también de estados anímicos muy vinculados al grado de iluminación, humedad, a lo sombrío o luminoso del año en sí. Tengo cierta afinidad preferente por el otoño. A veces digo que es por estar uno en el otoño de la vida, pero para mí es la estación del verdadero esplendor, el gran festival de la naturaleza, por los colores, por la productividad, por las cosechas cumplidas.

Somos clima, y estamos interrumpiendo la primera materia prima de todo, contaminando el elemento básico de la vida y de la inspiración

 

AYN ¿Qué significa atalantar?
JA Muchas cosas. Es como mi mejor deseo para todas las situaciones y para todas las personas. Algo muy parecido a que las realidades vivientes, el karma, el destino –lo que uno prefiera– sean tolerantes contigo, te acaricien, te mimen, incluso te abracen en el sentido más humano del término.

 

Joaquín Araújo acaba de presentar su último libro, “111 aleteos”, editado por SEO/BirdLife ©Josefina Maestre-SEO/BirdLife

 

AYN Dice uno de sus “aleteos”: No conozco mejor antídoto, para esta bulímica sociedad, que el lento silencio con el que crecen los bosques. Sabemos que ha plantado alrededor de 24.500 árboles. ¿De qué se componen sus bosques?
JA Planto árboles por un sentido de agradecimiento. Es una forma de reciprocidad que entiendo necesaria y que ojalá fuera capaz de contagiar a muchas personas. Planto árboles porque respiro, porque soy pajarólogo, bichólogo, y los árboles son la principal fuente para que existan los pájaros; porque me han publicado muchos libros, y el principal editor de este mundo es el bosque. Soy, además, un auténtico bendecido por la fortuna por haber podido pasar más de la mitad de mi vida dentro de un bosque que además es de los emblemáticos en nuestro país. Vivo entre melojos, encinas y alcornoques, madroños y labiérnagos, y lo que planto es, lógicamente, hermano de sangre de esa formación.

AYN ¿De qué manera entró la naturaleza en su vida?
JA No es fácil de identificar, porque desde muy jovencito ya manifestaba mi deseo de ser agricultor, prácticamente desde párvulos, cuando no tenía antecedentes familiares directos en el mundo de la cultura rural. Soy hijo, nieto, biznieto y tataranieto de militares, de gente que nunca usó un azadón, y yo no veía la hora de coger uno. Luego mi pasión se derivó hacia la literatura, los libros, la poesía, en la adolescencia y primera juventud, y cuando tenía 19 años vino el enamoramiento por la naturaleza y por contar lo que nos proporciona.

AYN Filósofo, poeta, ensayista, agricultor, director de enciclopedias, comunicador en el sentido más amplio, naturalista, conservacionista. ¿Cuál es el primer mandamiento de su catecismo ecologista?
JA La compasión. Creo que es el punto central. Desde la compasión, un sentimiento muy poco asociado a nuestra civilización y cultura, e incluso muy distante de los estereotipos psicológicos del Mediterráneo, del hombre español, tuve la suerte de adentrarme en la idea de que yo no quería hacer daño a nadie, no quería competir con nadie. La máxima manifestación del machismo más ignorante es la destrucción de la naturaleza, porque se agrede a una condición femenina que está en los paisajes desde una exhibición de fuerza y desde la seguridad de que no va a haber respuesta. Es una cobardía doble. Llevado de la compasión, me adentré en bastantes aspectos vinculados a las filosofías orientales. Luego me di cuenta de que la forma de ser pacífico y de sentir esa empatía por el resto de lo viviente estaba en la ecología activa, política y científica, y no digamos en la ecología como estilo de vida personal inexorablemente unido a la ecología como compromiso moral.

 

Portada de “111 aleteos”, editado por SEO/BirdLife

 

AYN Amo este escribir con surcos sobre la tierra tanto como sembrar palabras sobre el papel. ¿Qué le da el contacto con la tierra? ¿Qué sabiduría o emociones le otorga el campo? 

JA La fertilidad es la mejor escuela de conciliación, de reciprocidad. La cultura rural es uno de los pocos cordones umbilicales –muy debilitado, casi extinguido– con los procesos de la vivacidad, los elementos básicos de la naturaleza. Se aprende todos los días viendo crecer las plantas; se aprende convivencia, sosiego y serenidad. La mejor cosecha del bosque es la paz; la mejor cosecha que te da la huerta es ser tranquilo, calmado, esperanzado y paciente, y no rehuir el esfuerzo físico personal. No hay mejor máquina, como decía Walt Whitman, que tu propio cuerpo. Si por mí fuera, el segundo artículo de la Constitución Española sería “Cultiven ustedes la tierra para ser amables con ella, con el prójimo y para entender lo que es la vida”.

AYN ¿Y el primer artículo cuál sería?
JA Vive con plenitud, lo más intensamente posible.

AYN La naturaleza, ¿le salva de algo?
JA Me salva de todo. Mi frase de combate en ese aspecto es que estamos intentando salvar a lo que nos salva. Y lo que nos salva son los elementos básicos de la vida: que las plantas crezcan, que el agua esté limpia, que el aire sea transparente. De lo que se trata es de ser simplemente recíproco. Entiendo la vida como suma de reciprocidades y, por tanto, hay que alejarse de la norma de conducta más extendida en esta sociedad: la mezquindad, que es falta de agradecimiento hacia lo que te dan como un regalo y ni siquiera lo recuerdes. Me salva contemplar el amanecer de un arroyo o el del día, ver caer una hoja o escuchar un pájaro. Me salva escardar la tierra con un azadón y también pasear con mis yeguas. Me salvan muchas cosas.

AYN Considera que entre los intelectuales debería haber un mayor posicionamiento en defensa de la naturaleza?
JA Sin duda. Algunos me llaman maximalista por decir que el mayor tropiezo intelectualmente hablando de la historia de la humanidad es la segregación voluntaria de nuestra propia identidad. Somos naturaleza que piensa y que habla, y que el ser humano se aísle con una muralla, excluyéndose a si mismo del mundo natural es, no una tendencia fortuita, sino un plan intelectual. Es la mayor estupidez que se ha hecho en el mundo del pensamiento y del arte, y una amputación de la comprensión. Tendría que ser el primer plato de todos los menús de la creatividad, de la intelectualidad y de todas las disciplinas del ser humano.

AYN … No vive pero es la materia prima de la vida, un todo de todos donde todo suspira. Respiración del aire. ¡Atmósfera! Primer ámbito de la ternura… Una atmósfera que ahora estamos modificando. El cambio climático, ¿qué lugar ocupa entre sus inquietudes?
JA Máximo. El clima es agua que respira y se calienta. Somos clima. Estamos interrumpiendo la primera materia prima de todo, contaminando el elemento básico de la vida y de la inspiración, y alterando las leyes básicas del funcionamiento de la naturaleza, regidas por el clima. Estamos poniendo en peligro la totalidad de lo existente en el planeta. La contaminación atmosférica tiene un emisor, es un verdugo y ese verdugo tiene agentes que lo impulsan, y la primera víctima es el mismo verdugo. Hay que dejar de declarar la guerra a algo infinitamente más poderoso que nosotros. Por cierto, esa guerra está perdida. Ya no se trata de parches. Hay que cambiar el modelo energético cuanto antes y salir del círculo vicioso para que la víctima no sea verdugo y viceversa.

El primer artículo de la Constitución Española debería ser “Vive con plenitud, lo más intensamente posible

 

AYN Dado que ya ha avanzado la necesidad de ese cambio de modelo, si fuera presidente o primer ministro de un país, ¿cuáles serían las primeras medidas que pondría en marcha?
JA Me plantearía en un tiempo de un lustro cambiar el modelo energético en su totalidad. En el plano educativo pondría asignaturas sobre la vida en todas sus dimensiones. Procuraría que existiera una auténtica planificación territorial para no dañar lo más sensible de los entornos naturales e intentaría que se generalizaran la agricultura y ganadería ecológicas. Finalmente, estudiaría la forma más coherente de ser muchos menos de los que somos.

AYN Sin los cientos de billones de abanicos que las aves aportan el Aire se pudriría. La mitad de los humanos vivimos actualmente en ciudades. ¿Cree que es un hogar sano?
JA No. Al final, la ciudad que se crea como lo más preferible del mundo se convierte en una trampa. El lugar de la aparente seguridad o de la mayor salud, de los estímulos para la convivencia, se convierte en todo lo contrario por el imperio de una forma de usar el territorio y un modelo de transporte individualizado. La ciudad es muy fea, muy cara, muy peligrosa, muy injusta y poco deseable. Todos no nos podemos volver al campo de golpe, pero se puede mejorar la salud de las ciudades y cambiar estilos de vida.

AYN Persona con muchos galardones, acaba de recibir el Premio Francisco Bernis a la Divulgación que concede SEO/BirdLife. ¿Cómo fueron sus primeras relaciones con la asociación y con su principal fundador?
JA Absolutamente definitivas para mi vida. Fui el primer contratado por la sociedad y tuve la oportunidad de hacer muchos viajes con Bernis, para hacer el atlas ornitogeográfico de este país; de convivir con profesores y ornitólogos; de participar en las primeras campañas de anillamiento masivo o de las migraciones en Gibraltar; de compartir con amigos de muchas partes del país. Me siento muy afortunado y agradecido por aquel tiempo en el que también pude coquetear con el trabajo puramente científico. Con Francisco Bernis empieza mi vida de naturalista y una de las mejores facetas, por no decir la mejor de mi vida.

 

Uno de los “garabatos” pintados por Joaquín Araújo.

 

AYN El último Congreso Español de Ornitología daba la voz de alarma sobre el declive de las aves comunes. ¿Cómo vive esta realidad?
JA Resulta desolador cuando, por ejemplo en mi propio hogar, compruebas que han desaparecido algunas de esas especies comunes que te alegraban la vida. Es otra advertencia, un principio de sequía en la biodiversidad. Y el agente causal de ese empobrecimiento general del paisaje es también un estilo de vida, una forma de producir, una consecuencia muy retroalimentada por el cambio climático. Los pájaros son abatidos desde los sillones de las ciudades, sin mover un solo dedo. Y esto es lo que hay que poner en circulación. Que mueran cientos de millones de aves atropelladas, estrelladas contra los cristales… ¿Qué culpa tienen ellas de nuestra avidez por llegar a sitios o del uso masivo de pesticidas que las está matando de una forma silenciosa, casi invisible? Si lo que pasa con el clima es ya una gigantesca advertencia, lo que pasa con la aves es prácticamente la rúbrica de esa advertencia.

AYN Su último libro se titula 111 aleteos. ¿Qué son y qué transmiten?
JA Son las impresiones de un naturalista enamoradísimo, de un ornitólogo que va a la base de la emoción que produce la vida desplegándose sobre este mundo. Los aleteos son las transcripciones de una emoción que te han regalado los pájaros.

AYN ¿Hay forma de rebeldía más pacífica que volar? Eso sirve para los pájaros, pero ¿y para el ser humano? ¿Hay algo contra lo que debería rebelarse?
JA Debería rebelarse primero contra él mismo, contra esa gigantesca equivocación de separarse de lo que es. Hay que rebelarse contra la comodidad, la velocidad artificial y el consumismo; contra una suerte de falsa independencia de la vida. La liberación de las dos condiciones –verdugo y víctima– viene a través de esas rebeldías.

 

Entrevista realizada por Josefina Maestre y publicada en el último número de Aves y naturaleza

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