Ayer la Comisión Europea y los Estados miembros acordaron rebajar los escasos avances ambientales que ha habido en la PAC, tras su última reforma.

 

La norma comunitaria dejará de condicionar la recepción de ayudas públicas a prácticas que fomenten la sostenibilidad agraria. Además, la propuesta quiere limitar el número de inspecciones que comprueban el cumplimiento de las normas sociales y ambientales. Estas medidas forman parte de una amplio paquete de propuestas que aspiran no sólo a estar vigentes durante este año, sino a volverse permanentes.

 

“Desde luego es imprescindible acompañar esta transición agroambiental con medidas que incentiven la participación y aceptación de los agricultores, como formación y asesoramiento, así como cubrir los impactos socioeconómicos a corto plazo del cambio de modelo cuando sea necesario. Pero la política pública debe buscar la generación de bienes públicos, lo que incluye la seguridad alimentaria a largo plazo, protegiendo los recursos naturales de los que depende (tal y como propone la BCAM 8 derogada, dejando espacio para la biodiversidad en las fincas agrarias para contribuir, entre otros, a la polinización o al control de plagas). Y eso requiere asegurar un mínimo de sostenibilidad ambiental en todas las explotaciones que participan de la PAC, algo que hasta ahora no se ha conseguido con las distintas medidas voluntarias puestas a disposición”, asegura Ana Carricondo, coordinadora de Programas de Conservación de SEO/BirdLife.

 

Sacrificar un Pacto Verde Europeo que ni siquiera se ha puesto en marcha por la crisis del campo es una irresponsabilidad. Los precios inadecuados o la competencia desleal no se solucionarán con acuíferos agotados, suelos desertificados y el cambio climático operando en límites imprevisibles. Seguir llamando a incrementos de la productividad, cuando un tercio de los alimentos acaban en la basura sí es la ruina del campo. Vivimos un retroceso sin precedentes en aspectos ambientales. Y, lo peor, es que todo ello será a costa de la agricultura familiar”, afirma Celsa Peiteado, responsable del programa de Alimentos de WWF España.

 

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