En la antesala de la consulta que dio el sí al “Brexit”, un sondeo realizado por la Alianza Global de Profesionales Ambientales y de la Sostenibilidad (IEMA) sacaba los colores al conjunto de los políticos de Reino Unido: según los encuestados ni la campaña del sí ni la del no estaban abordando convenientemente las cuestiones relacionadas con el medio ambiente, a pesar de que ambas partes reconocían el impacto que tendría la decisión sobre la conservación de la naturaleza. Es más, IMEA revelaba que el 86% de los sondeados, que luego serían votantes de ese histórico puntapié a la Unión Europea (UE), no tenían la suficiente información para considerar los asuntos ambientales a la hora de votar. El 86%, nada menos. Prácticamente nadie. No importó ni Europa, ni el medio ambiente.

Con el “Brexit” enviado a Bruselas, ¿qué ocurrirá con los niveles de protección y conservación que la UE apuntaló en Reino Unido? El Gobierno inglés asegura que no pasará nada porque la legislación ambiental comunitaria actual continuará vigente. Pero crecen las voces que temen que algunas protecciones se pierdan. Tengamos en cuenta cuál es el marco ideológico que ha promovido esta salida: la vuelta al proteccionismo y el cierre de fronteras. Veremos si, al menos, el medio ambiente sí importa.

Nadie sabe qué ocurrirá en Londres. O en París (escribo este artículo días después de la primera vuelta de las elecciones francesas), pero tampoco resulta descabalado pensar que, de nuevo, el medio ambiente no tendrá un papel decisivo a la hora de elegir la papeleta. ¿Importará Europa? ¿Y el medio ambiente? Aceptémoslo, rara vez ocurre.

También en España. ¿Qué hacer en este contexto? ¿Qué hacer cuando lo que importa no importa? ¿Qué hacer cuando los grandes retos de un país –cambio climático, pobreza, pérdida de biodiversidad, precariedad laboral…– quedan ahogados en la maraña de detenciones, corruptelas y sms de aliento que ahora se quieren borrar?

Pues cambiar esa realidad. Porque es posible que importe

Hace cuatro años, en SEO/BirdLife surgió una pregunta: ¿cuál es la principal amenaza para los espacios naturales en Europa, donde vivimos? Hubo respuestas de todo tipo. En medio del debate, alguien dijo “Todo eso está bien, pero de poco sirve actuar sobre espacios que nadie conoce”. Todo quedó claro: llevábamos veinte años identificando y defendiendo los espacios de la Red Natura 2000 pero faltaba algo, igualmente importante: que los valores de estos espacios calaran en la ciudadanía. Así surgió el proyecto Life+ Activa Red Natura 2000 que, en estos cuatro años, ha cambiado la percepción de la sociedad española sobre los espacios naturales que más cerca tiene. Hemos acercado la red a quienes la viven cada día –sus trabajadores y habitantes–; hemos explicado su importancia en administraciones grandes y pequeñas y, sobre todo, hemos probado mil fórmulas para que el gran público conociera algo tan abstracto pero a la vez tan importante como una figura jurídica que sirve para defender nuestro patrimonio natural.

La lección de estos cuatro años es que, frente a la incertidumbre del tiempo que vivimos y frente al olvido político que sufre el medio ambiente, la respuesta es trabajar. Más. Fruto de ese trabajo, y gracias al apoyo de miles de personas, logramos el año pasado proteger las Directivas de la Naturaleza, esas que ahora Reino Unido dice que seguirá aplicando. Sí, importó el medio ambiente. Ahora toca abordar nada menos que la forma en que consumimos y producimos alimentos en Europa. Toca hablar de nuestra Política Agraria Común (PAC), o lo que es lo mismo, del 40% del presupuesto de la UE y de la política que más impacto tiene en nuestro día a día porque es la que está en nuestro plato de comida, la que modifica nuestros paisajes y la que llena o vacía el campo de vida. El actual modelo agroalimentario europeo no funciona. Pero la buena noticia es que podemos convertirlo en una política más justa, saludable y sostenible para todos. La Comisión Europea acaba de abrir el proceso de revisión de esta política y todos estamos convocados a opinar y defender la PAC que deseamos. Tenemos muy claro que no nos cruzaremos de brazos y sabemos que contamos contigo. Mil veces gracias. Importa que importe.

Los desafíos a los que nos enfrentamos todos los que componemos esta unión –vengamos

de donde vengamos– no se resuelven de forma individual. Somos muchos los que queremos que Europa trabaje su futuro día a día. Que el medio ambiente sea decisivo para los ciudadanos a la hora de votar, determinante para Europa a la hora de legislar y proteger nuestro patrimonio más

vital, y vinculante a la hora de recibir ayudas económicas sectoriales. Quien contamina no cobra.

Defender el medio ambiente es una de las máximas expresiones de la democracia que siempre hemos soñado para Europa. Solo cabe un futuro justo y ese futuro ha de ser sostenible, solidario y colectivo. Llevemos juntos a Europa en esa dirección. Hagamos lo imposible.

Insisto. Es Posible e importa.

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