Durante los primeros días de vida los pollos de aves nidícolas aún no han desarrollado totalmente su capacidad termorreguladora (no tienen plumas y están ciegos) lo que puede obligarles a invertir más energía en intentar aumentar su temperatura corporal a costa de reducir su crecimiento o el desarrollo del sistema inmune. También puede afectar a los padres, que podrían invertir más tiempo en la crianza para compensar el enfriamiento del nido, con su correspondiente coste energético, que afectaría a su condición corporal, o bien a realizar una crianza sin un esfuerzo extra que dejara el pago de este coste a los pollos.
Para resolver estas cuestiones, los investigadores Samuel Rodríguez y Emilio Barba, de la Universidad de Valencia, decidieron realizar un experimento con pollos de carbonero común (Parus major) . Los resultados de cómo les afecta una bajada de temperaturas han sido publicados en la revista científica Ardeola.
El frío limita el crecimiento
Para saber exactamente cómo afectaría el frío al desarrollo de los pollos de carbonero común en un ambiente mediterráneo (un naranjal de Sagunto, Valencia), los investigadores colocaron 17 cajas nidos. De ellas, enfriaron siete con un sistema de bolsas de gel congelado en una cámara situada bajo el nido y que cambiaban cuatro veces al día, a las mismas horas. Redujeron así la temperatura en 4,5 ºC de media con respecto a los otros 10 nidos durante los 15 días que duró el experimento.
Esta modificación térmica solo afectó al tamaño de los pollos, de modo que los de nidos enfriados artificialmente desarrollaron tarsos menores que aquellos pollos de los nidos no enfriados, aunque no se apreciaron diferencias en el peso corporal entre unos y otros. Tampoco se hallaron diferencias en el número de pollos que salieron adelante y de volantones que abandonaron el nido en los nidales enfriados y sin enfriar.
Las madres no invierten más energía
Asimismo, observaron que tanto la condición corporal de las hembras como su tiempo de estancia en el nido no se vieron alterados por esta bajada de temperatura, ni hubo diferencias entre el peso y grosor de los nidos enfriados y los normales. “Esto significa que las madres podrían haber decidido no invertir un mayor esfuerzo en mejorar las condiciones térmicas de la pollada”, explican los autores.
Con estos resultados, llegan a la conclusión de que “los microclimas de nidificación más fríos pueden perjudicar el crecimiento de los pollos, lo cual puede repercutir negativamente sobre su supervivencia futura”.
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Más información:
Efectos de microclimas de nidificación fríos en el desarrollo de pollos: un estudio experimental con el carbonero común Parus major en el Mediterráneo. (2016). Samuel Rodríguez y Emilio Barba. Ardeola, 63: 251-260.
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