Acaba el año hidrológico 2016-2017, y con él parte del bombardeo de noticias sobre el ‘problema de la sequía’ de los últimos meses con el telón de fondo de los siempre mediáticos embalses, sus orillas descarnadas y sus pueblos e iglesias emergidos. Por todo ello, SEO/BirdLife recuerda que esas imágenes no son solo reflejo de las escasas precipitaciones, sino que muestran las auténticas verdades: la escasez crónica y la sistemática sobreexplotación del agua en España.

 

Sequía1

 

A pesar de esto último, sigue construyéndose en la percepción social el dogma de que las sequías son algo excepcional, y que por ello es suficiente con tomar medidas excepcionales, como la cesión de derechos concesionales o la explotación de pozos de sequía, para hacerles frente. Sin embargo, la actual sequía tan solo se limita a recordarnos que nuestra planificación hidrológica sigue sin adaptarse a la realidad climática, y que las decisiones que se toman para hacerles frente, mayoritariamente centradas en la oferta, se activan basándose en información parcial y planteamientos erróneos.

Las recurrentes imágenes de embalses vacíos evidencian la mala gestión del agua, no solo una mera cuestión meteorológica. Reflejan, en suma, los consumos del agua, y no solo las precipitaciones. “Hay de desterrar la idea asumida de que construir más embalses o realizar más trasvases va a hacer emerger el agua por arte de magia”, Roberto González, responsable del Programa de Aguas de SEO/BirdLife. 

 

La demanda supera la disponibilidad de agua

Es cierto que el año hidrológico ha tenido un carácter muy seco en el conjunto del país, perocon importantes diferencias territoriales. Por extraño que parezca en las cuencas del Júcar y el Segura el volumen de precipitaciones se ha situado un 11% y un 22% por encima del valor normal, respectivamente. La situación se complica por el aumento de temperaturas, que conlleva incrementos en la evaporación.

 

Porcentaje de precipitación acumulada 2016-2017. Las cantidades acumuladas en el tiempo transcurrido desde el 1 de octubre de 2016 hasta el 30 de septiembre de 2017 son inferiores al valor normal en gran parte de España, pero existen diferencias territoriales. Fuente: Aemet.

Porcentaje de precipitación acumulada 2016-2017. Las cantidades acumuladas en el tiempo transcurrido desde el 1 de octubre de 2016 hasta el 30 de septiembre de 2017 son inferiores al valor normal en gran parte de España, pero existen diferencias territoriales. Fuente: Aemet.

 

No obstante, esta sequía meteorológica no debe desviar la atención sobre el verdadero problema al que debe enfrentarse el Estado español: la escasez crónica de agua. Es decir, la asunción por parte del Estado de que la demanda siga superando la disponibilidad del recurso. “Por tanto, afrontar la escasez desde la gestión de la demanda es el único modo de romper esa inercia que asume las sequías como una coyuntura excepcional, cuando en realidad se trata de la normalidad del clima mediterráneo y, que por desgracia, ya sabemos que son más frecuentes e intensas”, apunta González.

“A las puertas del último ciclo de planificación que ofrece la Directiva Marco del Agua (DMA) y de la revisión de los planes de sequía, que se prevé para diciembre, estamos tal vez ante la última gran oportunidad de acordar una planificación hidrológica que, de no adaptarse, está abocada al fracaso”, advierte González.

Por tanto, antes de exponer ciertas soluciones, debe ponerse sobre la mesa la gran realidad que se elude afrontar: que no hay agua para tanto consumo. Y lo que es aún peor: no hay agua para tanta expectativa.

 

Acuíferos contaminados y sobreexplotados

Han pasado diecisiete años desde que se publicara la Directiva Marco de Agua (DMA), la creación de dos versiones de planes hidrológicos por cada cuenca (las que los tienen) y seis legislaturas con sus siete ministros del ramo. A pesar de ello, nos encontramos a las puertas del 2018 con un problema de extrema gravedad para la sociedad española, en donde la sobreexplotación de los recursos hídricos, básicamente (más del 80% del recurso) destinados a regadíos -económica y ambientalmente insostenibles en muchos casos-, impiden alcanzar el buen estado de muchas masas de agua.

La verdadera joya de los recursos hídricos de España, las masas de agua subterráneas, están en un estado preocupante. Aproximadamente la mitad de las aguas subterráneas de nuestro país están en mal estado ecológico, tanto por sobreexplotación como por contaminación. De la misma manera, el 42% de las aguas superficiales (ríos, lagos, transición y costeras) se encuentra en mal estado. Y la realidad podría ser mucho peor, teniendo en cuenta que algunos de los indicadores que son claves para conocer el estado ecológico de estos ecosistemas, especialmente en los ríos (por ejemplo, fauna piscícola, hidromorfología, etc.) ni siquiera se están utilizando tal y como exigía la DMA.

 

 

Métodos de valoración de estado ecológico utilizados en masas de agua superficial. La información se presenta por demarcaciones hidrográficas, con información tanto para el primer ciclo de planificación 2009-2015 (1), como para el segundo (2) ciclo 2016-2021. Amarillo y rojo muestran falta de desarrollo en la aplicación de métodos para conocer el estado ecológico. Fuente: CEDEX, 2017.

Métodos de valoración de estado ecológico utilizados en masas de agua superficial. La información se presenta por demarcaciones hidrográficas, con información tanto para el primer ciclo de planificación 2009-2015 (1), como para el segundo (2) ciclo 2016-2021. Amarillo y rojo muestran falta de desarrollo en la aplicación de métodos para conocer el estado ecológico. Fuente: CEDEX, 2017.

 

La situación resulta evidente en los principales humedales del país: L’Albufera de Valencia, el Delta de l’Ebre y Doñana están casi en un punto de no retorno. Sólo estos tres espacios albergan más de 600.000 aves acuáticas cada invierno y más de 60.000 parejas cada primavera. El cambio climático, la contaminación, la sobrexplotación, el exceso de regulación y la falta de agua están provocando su lenta y silenciosa desaparición.

El buen estado ecológico de las masas de agua es un objetivo fundamental no solo por obligación normativa sino por ser la única salida que asegura la protección de la salud humana, el suministro, los ecosistemas naturales y la biodiversidad y sus servicios, y la propia producción de alimentos, todo en su conjunto.

 

Claves de la sequía

Dicho esto, la realidad sobre “el problema de la sequía” radica en varias cuestiones fundamentales.

 

  1. La planificación hidrológica ordinaria (planes hidrológicos de cuenca) no se ha adaptado a la realidad climática del territorio. Deja la gestión de las sequías, una normalidad climática de nuestro país, como si fuesen episodios excepcionales e imprevisibles, obviando el principio de precaución.

 

  1. Tampoco asume, de forma real, el cambio climático (reducción y mitigación), ya que no se activan medidas que aseguren la sostenibilidad a largo plazo teniendo en cuenta los efectos de este fenómeno.

 

  1. Los mecanismos para identificar las sequías son fraudulentos: los indicadores mezclan la sequía meteorológica con la escasez derivada de una inadecuada gestión, imposibilitando la adecuada toma de decisiones.

 

  1. Por último, la percepción aún mayoritaria que existe de que el agua es un mero recurso para un modelo económico de visión cortoplacista. Esto conlleva que las únicas medidas se basen en el tradicional incremento de la demanda.

 

Soluciones para afrontar la sequía

Identificadas algunas de las cuestiones más urgentes que conllevan que se llegue a situaciones críticas en la disponibilidad de agua como la actual, para SEO/BirdLife al menos es necesario que el Estado integre las sequías en la planificación hidrológica como un factor propio del clima. De hecho, la precipitación media anual ha estado por debajo de la media el 60% de los últimos 17 años, con seis años similares al actual e incluso dos años por debajo del presente.

“Por tanto, es preciso asumir la necesidad de equilibrar la oferta y la demanda de forma integrada con las funciones del recurso hídrico y desde la perspectiva ambiental”, apunta González.

Es igualmente necesario que se revisen las concesiones de agua en coherencia con los objetivos medioambientales de la DMA, trabajando con profundidad en la reordenación del sector agrario y la armonización de políticas sectoriales. No todas las medidas deben ser incrementar la oferta ni deben estar relacionadas con el regadío o con el recurso hídrico, debe cambiarse el modelo.

 

Sequía 2

 

Por último, se deben adaptar los mecanismos utilizados para declarar las situaciones de sequía, ya que los actuales no permiten distinguir entre la sequía meteorológica y la escasez derivada de la gestión. La disponibilidad del recurso no depende exclusivamente de un fenómeno meteorológico, sino también de la toma de decisiones sobre la gestión. Así, los indicadores deben basarse en variables como la pluviosidad, la evapotranspiración o la sequía fisiológica de la vegetación, entre otros. Y no en variables de gestión, como el nivel de los embalses. La mezcla de ambos indicadores imposibilita diferenciar entre sequía y gestión. Es necesario diagnosticar separadamente ambas situaciones, sequía y escasez, para que la primera sea el pilar para fundamentar las decisiones.

Las proyecciones para los próximos veinte años sitúan a España dentro del grupo de países con un estrés hídrico extremadamente alto. “Es evidente que España se seca. Un reciente informe elaborado por World Resources Institute estima que el cambio climático y el aumento de la demanda provocarán problemas de suministro de agua en 33 países en 2040. España, junto a Grecia, es el único Estado de la Unión Europea que forma parte del listado en el puesto 30”, indica la directora ejecutiva de SEO/BirdLife, Asunción Ruiz.

Y añade: “Estamos con el agua al cuello. Resulta inaplazable abrir un debate sincero entre las administraciones y entre todas las fuerzas políticas. España tiene que dejar de reaccionar tarde y mal ante la sequía, y debemos empezar a trabajar de forma proactiva para minimizar los evidentes riesgos de la escasez del agua. La sequía no nos puede pillar por sorpresa. Nunca ha sido algo excepcional, y las predicciones nos obligan a adaptarnos”.

 


Campaña “La sequía no es el problema”

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