Tanto si eres nuevo en el mundo del pajareo o si ya tienes muchas horas de campo, te ofrecemos información importante a la hora de elegir los mejores prismáticos y una orientación de modelos por categoría.

Una de las grandes ventajas que tiene la afición a observar aves para sus practicantes, es que se puede disfrutar en cualquier lugar y con muy pocos medios materiales. Se puede decir que para iniciarse en la observación de aves sólo son necesarias tres cosas imprescindibles: las ganas, los prismáticos y la guía de aves.

Si estás leyendo estas líneas, podemos presuponer el primer imprescindible; las ganas, y el último punto básico lo trataremos en otro post. Así que aquí vamos a reflexionar sobre como elegir los mejores prismáticos para observar aves sin cometer errores (o al menos no errores graves), teniendo una base para evaluar ante una amplia oferta cuales se adaptan mejor a lo que deseamos.

Echa un vistazo a la selección de prismáticos de nuestra tienda oficial.

¿Qué son los prismáticos?

Los prismáticos (también denominados binoculares) son “simples” instrumentos ópticos que permiten ampliar la imagen de aquello que se observa a través de ellos. Definiéndolos en plan bruto, vienen a ser como dos “telescopios” alineados para poder ver la imagen con los dos ojos. Esto tiene la gran ventaja de proporcionar una visión cómoda y sobre todo con “profundidad”, es decir, nos ofrecen una visión esteoroscópica similar a la que vemos con nuestros ojos, lo que nos ayuda a apreciar las distancias y los volúmenes de aquello que observamos.

Los prismáticos constan de un conjunto de lentes y prismas por los que pasa la luz hasta salir por los oculares (donde “ponemos” los ojos al mirar con ellos). En la imagen de abajo mostramos el esquema interno de los dos tipos de prismáticos de uso habitual en ornitología y el recorrido de la luz desde que entra hasta que sale hacia nuestros ojos; a la izquierda unos basados los clásicos prismas de “porro” (Original uploader was Agguizar at es.wikipedia), y a la derecha unos dotados con el más “moderno” sistema de prismas en techo, en este caso unos Leica, uno de los fabricantes especializados en productos de alta calidad.

 

Como podemos observar, la luz (línea roja o verde) entra por las lentes frontales (objetivo) siendo obligada a atravesar unos prismas ópticos que “pliegan” su recorrido para dirigirse a las lentes del ocular (salida de la luz hacia nuestros ojos).

Todos los fabricantes marcan sus prismáticos con dos números, por ejemplo 8×32 o 10×50, donde el primer número son los aumentos del modelo en cuestión y el segundo el diámetro del objetivo (lente exterior por donde entra la luz) en milímetros. En el caso de unos prismáticos de 8×32, sabemos que tienen 8 aumentos y 32 mm de diámetro de objetivo. En el caso de los 10×50, tenemos 10 aumentos y 50 mm de diámetro de objetivo. A más aumentos obviamente veremos las cosas “más grandes”, y a más diámetro de objetivo más luz entrará a los prismáticos y por tanto ofrecerán una visión más luminosa.

¿Qué aumentos elegir?

Ahora que ya conocemos cómo saber rápidamente los aumentos que tiene tal o cuál modelo, no debemos caer en el error de dejarnos llevar por la máxima de cuantos más aumentos mejor. Para la observación de aves el rango de aumentos más empleado va de 8 a 10, aunque los prismáticos de 7 y de 12 son empleados en ciertas circunstancias por un pequeño número de aficionados en usos específicos.

La explicación de porqué limitarse a prismáticos de entre 8 y 10 aumentos existiendo modelos que alcanzan los 15 o 20 aumentos, se encuentra en dos razones:

  1. Cuanto mayor sea el aumento menor será la luminosidad de los prismáticos a igual diámetro de objetivo. Es decir; unos prismáticos de 12×40 son menos luminosos que unos de 10×40 y estos a su vez también son menos luminosos que unos 8×40 (ver “pupila de salida” más abajo).
  2. A partir de ciertos aumentos, el campo visual (ver más abajo) es muy reducido y la imagen que obtenemos “tiembla” ante nosotros impidiendo una visión clara y nítida de las cosas. Este último aspecto es determinante, al aumentar mucho la imagen también aumentamos los efectos producidos por el temblor de nuestro pulso, por ello prismáticos con excesivos aumentos deben usarse acoplados a un trípode, por lo que son “lentos” de usar y engorrosos de transportar.

Normalmente los aficionados encuentran el mejor compromiso entre aumentos, luminosidad y estabilidad de imagen, empleando prismáticos de 8 a 10 aumentos.

La diferencia entre usar 8 o 10 aumentos no es muy grande, 8 aumentos pueden ir mejor para observaciones en bosque, donde solemos ver las aves a distancias relativamente cortas (y 7 aumentos puede ser lo ideal para observar cetáceos o aves marinas desde un barco), mientras que 10 aumentos pueden resultar más adecuados para observar aves en medios abiertos a distancias mayores, como ocurre habitualmente cuando vamos a contemplar aves esteparias, rapaces o acuáticas.
En cualquier caso hay que barajar más factores antes de elegir el aumento adecuado, pues con el se relacionan dos muy importantes: la luminosidad (pupila de salida) y el campo visual.

Nota importante: Olvidad los prismáticos de aumentos variables (zoom), ni los contempléis, sencillamente suelen ser de malos a malísimos (con alguna excepción de muy alto precio que monta oculares de dos posiciones, por ejemplo de 8 y 12 aumentos, pero no un zoom).

Luminosidad

Ya hemos visto que la luminosidad (aspecto importante en condiciones de luz escasa) viene expresada en primer término por el diámetro en milímetros del objetivo. Cuanto mayor sea este más luminosos serán los prismáticos frente a otros de similares características. Ahora bien, en el mercado encontramos modelos con 20 mm de diámetro, otros con 30, 32, 40, 42, 50, 56,… Entonces, ¿Cúal elegir?. Pues como ocurría con los aumentos, donde lo habitual es optar por 8 o 10 aumentos, con la luminosidad lo “normal” es elegir prismáticos de 30 a 42 (o 43) milímetros. ¿Porqué no suelen usarse diámetros mayores o menores? Porque si el objetivo es muy pequeño entra poca luz y la imagen no es suficientemente luminosa, y si es mayor los prismáticos se vuelven muy grandes, pesados y también más caros (llevan prismas más grandes y más cantidad de vidrio óptico).

Pupila de salida

Como ya hemos visto, la luminosidad no sólo depende del diámetro del objetivo, también se ve afectada por los aumentos. Entonces, cuando comparamos prismáticos con diferentes aumentos y objetivos, ¿Cómo nos hacemos una idea de la luminosidad relativa de cada uno de ellos? Es fácil, dividiendo el tamaño del objetivo entre el número de aumentos. La cifra que obtenemos se denomina “pupila de salida” y cuanto mayor sea esa cifra, mayor luminosidad debemos esperar de esos prismáticos.

Por ejemplo, estamos ante cuatro prismáticos de 8×32, de 10×30, de 10×40 y de 8×56, la pupila de cada uno de ellos será:
32/8= 4  |  30/10= 3  |  40/10= 4  |  56/8= 7

Tras este cálculo de las pupilas de salida de cada uno de ellos, vemos que la cifra más baja la obtiene el modelo de 10×30, que da un resultado de 3, siendo por tanto esperable que sea el prismático menos luminoso de los 4 evaluados. Los prismáticos de 8×32 y 10×40 tienen la misma pupila de salida: 4, por tanto tendrán una luminosidad similar. El ganador en este aspecto es sin duda el modelo de 8×56, con una pupila de salida de 7, siendo por tanto el más luminoso (y voluminoso) de los 4 modelos.

Los prismáticos de 8×56 son muy apreciados por este motivo por algunos cazadores que cazan al rececho antes del amanecer, pero también por naturalistas que realizan frecuentes esperas a mamíferos en horas de muy poca luz, antes del amanecer o hacia el ocaso del día. Sin embargo su volumen y peso, suele considerarse excesivo para su uso en observación de aves, aunque tiene sus usuarios.
Una referencia útil, es limitarse a comprar prismáticos cuya pupila de salida sea cercana a 4. Por ello se suelen usar prismáticos de 8×32 (pupila de 4) y no tanto de 10×32 (pupila de 3,2). Normalmente si queremos 10 aumentos, debemos buscar objetivos en torno a 40 mm (10×40, 10×42, 10×43) que muestran un buen compromiso entre luminosidad y volumen/peso.

Nota: La luminosidad también depende de la calidad del vidrio empleado y de los prismas y sus recubrimientos (eficacia en la transmisión de la luz sin pérdidas por reflexión)

Campo visual

Este factor suele ser el gran olvidado a la hora de elegir los mejores prismáticos, incluso entre aficionados avanzados. ¿Qué es el campo visual? Es el ángulo de visión a través de los prismáticos. Si este ángulo es muy pequeño, nos costará mucho encontrar a través de los prismáticos ese pajarito que está frente a nosotros, o cubriremos un área muy pequeña cuando prospectemos una ladera en busca de un lince que suponemos puede merodear en cualquier momento en ella.

El problema aquí radica en que cada fabricante ofrece este valor de diferentes formas (algunos modelos de gama baja ni siquiera lo señalan). Una forma es expresar el campo visual en grados, así se puede indicar un campo visual de 6.6º o de 8.5º (el máximo teórico de campo visual serían 360º, cifra a la que obviamente jamás se aproxima unos prismáticos, que no llegan ni a los 10º). Otra forma muy utilizada es ofrecer, en metros, el campo visual a 1000 metros; ¿Qué significa esto? Pues que si miramos una línea de horizonte situada a 1000 metros de nosotros, la colocamos en el centro de la imagen de nuestros prismáticos, de esa línea seremos capaces de ver 90 metros, 110 metros, o la cifra que nos indique el fabricante.

En general los mayores campos visuales los alcanzan los prismáticos de 8×30 u 8×32, aunque este es un factor que difiere mucho entre un modelo y otro ya que podemos tener prismáticos de 8×32 con un espléndido campo visual y otros con uno muy pero que muy estrecho. Así que para comparar deberemos rebuscar entre las especificaciones técnicas de cada uno de ellos.

En la siguiente imagen extraída del catálogo del fabricante óptico Swarovski, que es una de las marcas de referencia del sector, podemos comparar el campo visual expresado en metros a 1000 metros y en grados (es de agradecer que den las dos medidas) dentro de la misma gama de prismáticos:

¿Hay algo más a tener en cuenta para elegir los mejores prismáticos?

La respuesta a la pregunta que encabeza este apartado es: desgraciadamente sí.

Usuarios de gafas

Una cosa a tener muy presente es que para los que usamos gafas y miramos a través de los prismáticos con ellas puestas, no todos los prismáticos resultan igual de cómodos. Por regla general los oculares de todos los prismáticos llevan unas extensiones de goma (“copas”) que sirven para que al apoyar los prismáticos contra nuestros ojos (sin apretar…) no entren luces laterales que molesten y además faciliten el posicionamiento de los prismáticos a una distancia adecuada de nuestros ojos (sí, nuestras córneas deben estar a una distancia determinada de los oculares para ver cómodamente, y esta distancia varía de unos modelos a otros).

El problema para los que usamos gafas, es que estas “copas” de goma alejan en exceso el ocular de nuestros ojos ya que chocan contra nuestras gafas en vez de contra la piel que rodea nuestros ojos. Por ello la inmensa mayoría de prismáticos montan “copas” retráctiles que se pueden “extender” (si no usamos gafas) o dejar introducidas en el ocular (si las usamos), o copas de goma flexible que se pueden “doblar” hacia fuera para que queden sobre el ocular y nos nos entorpezcan a los usuarios de gafas (este sistema tiende a dañar las copas con el paso del tiempo si cambiamos frecuentemente la posición de las mismas).

Pero a pesar de que los prismáticos cuenten con uno de estos sistemas (si no lo tienen y queréis usar gafas, olvidad ese modelo), la “comodidad visual” para los usuarios de gafas resulta variable de un modelo a otro, y no nos queda otra que probar los prismáticos (con las gafas puestas) y desechar aquellos que no se ajusten a nuestra fisionomía (si, cada uno tenemos un rostro diferente, y unos prismáticos que a mí no me dan una visión cómoda sí pueden a ofrecérsela a otro usuario).

Distancia mínima de enfoque

Otro factor que no deberíamos olvidar es la distancia mínima de enfoque, sobre todo si somos aficionados también a observar mariposas o reptiles. Hay prismáticos que son capaces de enfocar a menos de 2 metros y otros que sólo llegan a 5. Evidentemente nunca vamos a mirar una avutarda con prismáticos a menos de 5 metros, pero… cada uno sabe lo que quiere mirar…

Estanqueidad e impermeabilidad

El que los prismáticos sean “estancos” o no también debe ser tenido en cuenta. Hoy en día es habitual que los prismáticos sean estancos al agua de lluvia, pero también que sean estancos al vapor de agua que hay en el aire. No hay nada peor que unos prismáticos se empañen en su interior (las lentes exteriores se pueden empañar en todos, pero evitando echar el aliento sobre los oculares se minimiza el riesgo, y en caso de que ocurra basta pasar cuidadosamente un paño para subsanar el problema). Por ello muchos prismáticos vienen “purgados” o rellenos de un gas como el nitrógeno o el argón… ya que estos gases no nos van a condensar en el interior de los prismáticos aún en condiciones extremas.

Otra ventaja no desdeñable, es que si unos prismáticos son estancos a las moléculas vapor de agua que hay en el aire, más aún lo serán al polvo del ambiente, con lo que no se nos ensuciarán por dentro.

En cualquier caso si vuestros prismáticos no son estancos, además de tener cuidado con la lluvia, deberéis tener la precaución de no entrar al bar de un pueblo a tomar un café calentito con los prismáticos colgando del cuello después de haber estado pasando frío una mañana de invierno en busca de gansos. Si hacéis eso se os empañarán seguro al entrar en contacto con el aire caliente del interior del bar las frías superficies de cristal. Basta con guardar los prismáticos en el interior de su funda dentro de la mochila y evitaremos este molesto (y duradero) problema (esta recomendación hacerla extensiva a vuestro equipo fotográfico).

Ergonomía y peso

No todos tenemos las manos iguales, ni los ojos igual, ni tenemos unas cervicales o brazos a prueba de bombas… Pero estos aspectos muy importantes son muy subjetivos, unos prismáticos pueden resultar cómodos para una persona de manos grandes y no para otra con manos pequeñas o al contrario. Unos prismáticos de 900 gr pueden ser muy pesados para quién acostumbra a caminar durante horas con ellos colgando del cuello, pero indiferentes para quién los usa desde el coche. Pero esto es ya una cuestión de preferencias y usos personales y como tal, debe ser evaluado por cada uno de nosotros.

Prismas en porro o en techo

Actualmente los prismáticos fabricados con prismas en porro prácticamente han desaparecido de los catálogos de la mayoría de fabricantes para dejar paso a los prismas de techo. Las ventajas de estos últimos son su apariencia más compacta (ojo que en ciertas ocasiones son en realidad más grandes) y moderna, y sobre todo la facilidad para ser diseñados con mecanismos de enfoque interno (los oculares no se mueven adelante-atrás al enfocar, por lo que externamente no cambian de tamaño al enfocar), lo que a su vez facilita el construirlos herméticos al agua y al aire exterior.

Sin embargo los porros cuentan con una ventaja, y es que este diseño de prismas es más “eficaz” en la transmisión de luz y mantiene cierta calidad en los diseños más sencillos y económicos. Esto se traduce en que en gamas bajas e incluso medias, si comparamos dos prismáticos de similares características técnicas y de calidad, uno dotado de prismas en porro y otro con prismas en techo, normalmente los “porros” ofrecen una imagen de mayor calidad (aunque está mayor calidad puede ser escasamente perceptible). A sí que si queremos invertir el mínimo posible en los prismáticos, o no vamos a someterlos a condiciones meteorológicas adversas, unos buenos y económicos prismáticos de porro pueden ser una opción a valorar.

Nota: Los prismáticos de porro “Nikon SE” en sus diferentes modelos, siendo poco conocidos en España, han sido durante mucho tiempo la referencia en calidad óptica, siendo mejores en algunos aspectos que prismáticos que llegaban a costar el triple que estos. Hoy en día estos prismáticos son casi imposibles de encontrar en tiendas españolas.

Precio

He dejado este apartado para el final, pues aunque siendo quizá el más importante y decisivo, es sin duda el más subjetivo de todos. Hoy podemos encontrar prismáticos adecuados para la observación de aves en un rango de precios que va desde algo menos de 100 € hasta más de 2.000 €.

Lo primero que hay que dejar claro es que como todo en la vida, la calidad se paga. La calidad del vidrio empleado, los recubrimientos de las lentes, los prismas (y su recubrimiento), los materiales empleados en las partes mecánicas, la inversión realizada en el diseño de la formulación óptica, etc, nunca va a ser igual en unos prismáticos de 200 € que en unos de 2.000 €. Pero eso no se traduce en que con los más costosos vayamos a ver 10 veces mejor que con los otros.

¿Cuánto gastarse entonces? Pues lo que puedas o lo que te apetezca. Por unos 100 € o menos puedes adquirir unos prismáticos adecuados no ya para iniciarte, si no para disfrutar con ellos durante unos cuantos años sin sentirte limitado. En este caso, te recomiendo que incluyas entre tus opciones los  prismáticos SEO/BirdLife. El modelo Halcón 8×34 es casi imbatible en términos calidad/precio, destacando por una calidad óptica muy pero que muy destacable para su rango de precios (he visto prismáticos que duplican su precio de peor calidad óptica). El modelo peregrine de Viking 10×42, será mejor para aquellos que buscan unos prismáticos de construcción más robusta, estanca, con el plus de una mayor calidad óptica. En cualquier caso la recomendación es que si puedes, pruebes tú mismo estos y otros modelos para encontrar el que mejor se ajusta a tu criterio.

¿Significa esto que no merece la pena gastarse “mucho” dinero en los prismáticos? Esto depende de cada uno, pues “mucho” es muy subjetivo, como lo es el tiempo que dedicamos a mirar a través de ellos. Desde luego conozco mucha gente que emplea prismáticos “top” y consideran que es la mejor inversión realizada. Además hay que tener en cuenta que estos prismáticos de la más alta calidad están hechos para durar muchos años siendo mínimamente cuidadosos con ellos (normalmente ofrecen garantías de 30 años frente a fallos de fabricación, algunos incluso garantía de por vida), con lo que si dividimos su precio por los años que vamos a poder disfrutar de ellos, el precio es más que razonable (cuando podemos y queremos pagarlo, claro).

De donde hay que huir son de prismáticos muy muy baratos, o de aquellos que siendo muy baratos tratan de ofrecer una imagen exterior parecida a los de gama alta, pues ya se sabe que aunque la mona se vista de seda…

Momento de comprar ¿Que hacer y que no hacer?

Con lo que llevas leído hasta aquí (enhorabuena, después de este ladrillo ya estás listo para afrontar la lectura de “Guerra y paz”) podemos navegar en los catálogos de fabricantes y tiendas en busca de los modelos que se ajusten a lo que deseamos.
Pero antes de lanzarnos a comprar es bueno seguir unas recomendaciones básicas:

Probar todos los prismáticos que se pongan a nuestro alcance: Cuando hagas salidas con más gente, aprovecha para amablemente pedir que te dejen probar sus prismáticos, dedica unos minutos a mirar a través de ellos, comprobar su ergonomía y trata de encontrar diferencias en la calidad de la imagen que ofrecen los diferentes modelos que vas probando. Esta es sin duda la mejor recomendación que se puede hacer, pues nos irá “educando” para valorar por nosotros mismos las diferencias en la óptica.

Pedir consejo a quién tiene más experiencia que nosotros en el uso de prismáticos: Este es sin duda un clásico, pero hay que tener cuidado porque si preguntamos a quién lleva años usando prismáticos de gama alta, es posible que no le guste ninguno de gama media o baja, y es que si te acostumbras a comer jamón de jabugo del bueno, es difícil que disfrutes comiendo un serrano loncheado del súper.

Fijar un presupuesto: Decidir lo que estamos dispuestos a gastarnos. Este punto es importante, si has probado unos cuantos prismáticos de compañeros de salida (a los que sutilmente habrás preguntado también el precio pagado por ellos), habrás notado que a mayor precio mayor calidad, y ya es cosa de cada uno el fijar el precio a pagar o la calidad mínima aceptable para uno mismo. Pero es bueno tener un tope o rango de precios concreto, para acotar nuestra búsqueda en los modelos que encajen con nuestro presupuesto.

Selección de modelos: Buscar por internet en los catálogos de tiendas especializadas. España no es Reino Unido, aquí la afición a observar aves es minoritaria y hay pocas tiendas que tengan un amplio stock de prismáticos adecuados para nuestros propósitos y estas en general se encuentran en las grandes capitales. Pero afortunadamente hoy en día todas ellas tienen tiendas on-line que podemos consultar desde cualquier punto de la geografía a través de internet (No olvides consultar nuestra oferta en la tienda SEO/BirdLife). De esta manera compararemos los modelos disponibles en cada una de ellas, sus especificaciones (si no la muestra la tienda podemos consultar la web del fabricante) y sus precios (algunas tiendas ofrecen descuentos en sus precios a socios de entidades conservacionistas como SEO/BirdLife, algo a tener en cuenta). Con este proceso deberíamos seleccionar unos modelos de nuestro interés, y una tienda donde ir a probarlos y compararlos. Esto es importante ya que aunque conozcamos las especificaciones es importante probar los prismáticos por nosotros mismos, para ver “como nos sientan” y para valorar aspectos que no aparecen en las especificaciones y son importantes.

En la tienda: Una vez hayamos determinado los modelos que nos interesan (no deberían ser más de 4 o 5) llega el momento de ir a la tienda. Debemos asegurarnos de que en la tienda nos van a dejar probar los prismáticos en el exterior de la misma. Lo mejor es ir a última hora de la tarde, con tiempo antes de que cierren, para tratar de ver como se desenvuelven los “aspirantes” en condiciones pobres de luz y en contra luces (con buena luz hay pocos prismáticos malos).

Probando los aspirantes

Ergonomía y comodidad: Se trata de valorar como nos quedan en la mano, si nos sentimos cómodos, que tal accedemos a la rueda de enfoque, si el tacto de la misma es excesivamente duro o blando, si el enfoque es “lento” (hay que dar muchas vueltas a la rueda de enfoque para pasar de enfocar algo a 200 metros a otra cosa situada a 5 metros. Asegurarnos de que la bisagra es suficientemente firme, como funcionan las copas retráctiles, si es fácil mirar a través de ellos (si usamos gafas o tenemos los ojos más hundidos o juntos que la media, es posible que con algunos modelos nos cueste unificar la imagen de ambos “tubos” en una sola, o encontrar la distancia ojo-ocular adecuada) Recuerda en este punto que si usas gafas las copas de los oculares deben estar retraídas, en caso contrario deben estar en posición exterior. Comprueba también el ajuste dióptrico y que este no se mueve con facilidad (debe ser algo “duro” para evitar desajustes accidentales durante su uso).

Colimación:
Cuando miramos a través de unos prismáticos, debemos de poder formar una imágen única a partir de lo que vemos con cada ojo. Esto se consigue con un perfecto alineamiento de los dos “tubos” del prismático (los dos deben apuntar exactamente hacia el mismo sitio), esto es lo que llama colimación. Si por un golpe o fallo de fabricación los prismáticos no están perfectamente alineados o colimados, uno de nuestros ojos tenderá a “bizquear” en mayor o menor grado, lo que además de ser incómodo, es bastante dañino para nuestros ojos. Te puedes dar cuenta si notas algo “raro” al mirar a través de los prismáticos, y sobretodo, cuando después de un par de minutos mirando por ellos, al quitártelos, notas como los ojos tienen que “reajustarse” de nuevo para poder volver a su forma habitual de ver las cosas. (cuesta explicarlo pero para los que lo hemos sufrido alguna vez es una sensación muy obvia).

Aberración cromática: Cuando la luz es forzada a atravesar diferentes capas de vidrio cada longitud de onda se comporta de manera diferente, esto ocasiona desviaciones de la luz en función de su color. Para valorar este aspecto, debemos buscar elementos finos a contra luz (que se sitúen contra un fondo luminoso). La mejor prueba es buscar un cable de electricidad o una antena que veamos contra un cielo luminoso (ojo, no azul intenso, luminoso es que lo vemos blanquecino, también valen las nubes blancas) a contra luz (es decir, la luz del sol se dirige hacia nosotros, de frente, y no por nuestra espalda). En estas circunstancias suelen aparecer por encima y por debajo del elemento que miramos, unos rebordes de luz coloreados. Por ejemplo, si miramos un cable eléctrico que atraviesa la calle, podremos observar una línea por su borde superior de tono amarillento, y una por su borde inferior de tono violáceo o azulado. Eso es la aberración cromática.

 

Hay prismáticos terribles en este sentido y otros que la tienen muy bien corregida y apenas se nota.
Una cosa a tener en cuenta es que nuestros ojos también sufren de la aberración cromática, y las imágenes que se proyectan sobre nuestras retinas la muestran. Es nuestro cerebro el que se encarga de corregir esta aberración, al igual que en fotografía digital puede corregirse mediante un software diseñado a tal fin. Quizá por ello, no todo el mundo muestra la misma sensibilidad a esta aberración. Hay personas a las que les resulta muy molesta y otras, que con el mismo modelo no son capaces de apreciarla.

Nitidez en el campo visual: ya hemos visto que los prismáticos tienen un campo visual determinado que aparece en sus especificaciones. Lo que no encontraremos en ellas es si son capaces de mostrar una imagen nítida en todo ese campo (muy pocos lo son). La prueba en este caso es sencilla, enfoca bien esa misma antena que has usado para valorar la aberración cromática. Obviamente para verla bien la situarás de forma inconsciente en el centro del campo visual. Una vez enfocada concentra tu atención en un detalle de la misma y desplaza suavemente los prismáticos hacia un lado, de forma que ese detalle que estás viendo se vaya alejando progresivamente del centro del campo visual hasta llegar a su extremo (cuando ya casi dejas de verlo). Notarás como la imagen al alejarse del centro va perdiendo definición en mayor o menor medida, en algunos modelos la caída es brutal, en otros muy suave y en sólo unos pocos imperceptible. Además en algunos modelos la degradación de la imagen ocurre en cuanto sacas un poquito el elemento que miras del centro de la imagen, otros aguantan hasta que te alejas bastante del mismo. Obviamente cuanto más suave sea esa caída en la definición de la imagen, y cuanto más lejos del centro de produzca, mejor.

Reflejos fantasma (flare): Cuando la luz del sol incide directamente sobre los objetivos (es decir, entra a los prismáticos) se produce siempre una caída del contraste en lo que vemos. En ocasiones algunos modelos muestran brillos internos que “velan” por completo la imagen. Debemos buscar un elemento con cierto detalle que tenga el sol por detrás (IMPORTANTE: JAMÁS MIRAR DIRECTAMENTE AL SOL CON LOS PRISMÁTICOS, podéis quemar literalmente vuestras retinas), de tal manera que los rayos del sol den directamente sobre nuestro rostro, de frente, y también obviamente sobre los objetivos de los prismáticos, y valorar como se comportan los prismáticos en esta complicada situación. Puede parecer una prueba extrema, pero a primera hora de la mañana o al atardecer es una situación común cuando observamos aves a contra luz.

Conclusiones

Espero que estas extensas explicaciones (pero incompletas -este tema da para mucho…) puedan ayudar a alguien en ese trance por el que todos hemos pasado al tratar de elegir (con cierto criterio) los mejores prismáticos en función de nuestros objetivos, una herramienta que nos va a acompañar durante bastantes años.

 

Echa un vistazo a la selección de prismáticos de nuestra tienda oficial y súmate a la observación de aves con la información que te ofrecemos.

⚠ Es importante respetar el código ético para la observación de aves en todo momento.

 

Luis Martínez Martínez, es ornitólogo y técnico del Área Social de SEO/BirdLife Es autor del libro «El extraordinario mundo de las aves. Los secretos de su observación»

Contacto: lmartinez@seo.org

 

 

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