El estudio, publicado en la revista científica Ardeola, documenta el primer caso de alimentación nocturna de buitres leonados en los Apeninos centrales italianos. El primer caso corroborado en el mundo por un equipo de investigación se reportó en 2018 en España en la Cordillera Cantábrica. La modificación en la conducta alimentaria de esta rapaz necrófaga diurna se debe las molestias humanas derivadas del turismo veraniego en alta montaña.
Los buitres leonados son carroñeros obligados de hábitos diurnos. Es fácil verlos planear desde las alturas en busca de cadáveres aprovechando las corrientes ascendentes que genera la radiación solar. Sin embargo, investigadores italianos han documentado un cambio sorprendente en la conducta alimentaria de estos necrófagos: el primer caso de alimentación nocturna de buitre leonado en los Apeninos centrales, en Italia. Los autores realizaron el seguimiento del cadáver de un caballo durante 84 horas, encontrando interesantes hallazgos que han sido publicados en Ardeola, la revista científica de SEO/BirdLife.
Durante el seguimiento del cadáver, los investigadores observaron, no solo los intentos de alimentación de los buitres leonados de día y de noche, sino diversas interacciones entre carroñeros: lobos, perros y buitres. Y registraron, cómo, en general, ambos cánidos ahuyentan a los buitres, pero los perros parecen tener un efecto más negativo aún que los lobos, probablemente por su comportamiento tímido y porque los perros podrían estar asociados a la presencia humana. Las observaciones se realizaron respetando la vida silvestre, a gran distancia (300 metros), con dispositivos ópticos de gran aumento desde una posición camuflada.
Molestias humanas y competencia diurna
Pero ¿cuál es el motivo por el que los buitres modifican a veces su conducta alimentaria incluyendo el periodo nocturno? El día les ofrece mayores ventajas de vuelo y menor competencia con mamíferos carnívoros, que son de hábitos nocturnos o crepusculares. Por eso, los autores explican este comportamiento nocturno en función de dos escenarios ventajosos. Por un lado, porque la alimentación nocturna de los buitres leonados puede disminuir la competencia entre ejemplares de la misma especie (se observaron bandadas más pequeñas de buitres comiendo durante la noche). Y, fundamentalmente, porque la presencia humana cercana diurna ahuyenta a las aves carroñeras de los cadáveres. Precisamente, el lugar donde se ha realizado el estudio (prados de montaña junto a robledales y hayedos en los Apeninos), soporta una gran presión de senderistas y excursionistas en la temporada de verano.
“La observación de una expansión del nicho trófico de los buitres leonados y, por tanto, del cambio trófico de carroñeros diurnos a carroñeros nocturnos, es un claro ejemplo del impacto de las perturbaciones antropogénicas, como las actividades recreativas en las montañas, en el comportamiento de la vida silvestre”, explican los autores.
Sin embargo, esta oportunidad de alimentación que esquiva la presencia humana supone también un coste y un mayor peligro de supervivencia para estos ejemplares. “Además del mayor coste energético del vuelo y los movimientos, debido a la ausencia de corrientes de aire ascendentes durante la noche, los eventos de alimentación nocturna exponen a los buitres leonados a mayores riesgos de depredación por parte de carroñeros nocturnos como perros, lobos y osos”, advierten los autores.
Interacciones, éxitos y fracasos
Durante el estudio, los investigadores reportaron 12 intentos de alimentación (exitosos o no), en los que los buitres intentaron predar sobre del cadáver, desde aterrizar alrededor del mismo hasta acercarse a él hasta lograr alimentarse. Y 10 interacciones (ocasiones en las que dos o más especies entraron en contacto) entre buitres y excursionistas, lobos y perros pastores.
También registraron un número medio menor de buitres leonados que se reúnen y finalmente comen durante la noche con respecto al día, cuando la perturbación humana y los perros interrumpieron el 43% y el 29% de los intentos de alimentación de los buitres, respectivamente. “Sólo en el 20% de estas interacciones con otras especies (perros y lobos) los buitres consiguieron alimentarse. Y por la noche, el 60% de los intentos de alimentación totales tuvieron éxito, mientras que sólo el 14% lo logró durante periodo crepuscular o diurno”, han reportado los autores.
Según sus observaciones, el ser humano tiene el peor efecto sobre los buitres, seguidos por los perros y, finalmente, por los lobos, que en algunas ocasiones se alimentan simultáneamente con los buitres leonados durante la noche.
Otros casos documentados
La documentación científica de la alimentación nocturna de buitre leonado es extremadamente rara. El primer caso documentado en España fue publicado en 2018, cuando investigadores del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), la Universidad de Coímbra y la Universidad Autónoma de Madrid registraron este hecho con unas cámaras de fototrampeo en la cordillera Cantábrica, en el Parque Natural de Somiedo (Asturias). Este comportamiento se registró en solo dos carroñas de un total de 93 -dos por ciento- a las que se realizó un seguimiento en la misma zona entre los años 2011 y 2014. Se trata de la primera vez que se documentó gráficamente este comportamiento en el mundo y el primer registro de buitres del Viejo Mundo (Europa, África y Asia) alimentándose en una carroña durante la noche.
Más información:
Damiani, G. y Posillico, M. (2024). Alimentación nocturna del buitre leonado Gyps fulvus: una respuesta a la perturbación humana y a la presencia de mamíferos depredadores. Ardeola, 71 (2): 325-334.