El abejero europeo es un ave forestal con marcadas preferencias por los bosques caducifolios (hayedos, robledales, castañares, abedulares) con zonas aclaradas cubiertas de pastizales, matorrales o cultivos, siendo un requisito casi imprescindible la presencia de colonias de himenópteros, dado su carácter entomófago.
También puede ocupar formaciones de coníferas y, en menor medida, alcornocales, quejigares, encinares o sotos fluviales. El rango de cotas en el que se asienta comprende desde el nivel del mar hasta los 1.700 metros de altitud.
La dieta de esta rapaz está basada en el consumo de avispas y abejorros, tanto los adultos como sus larvas (crisálidas, pupas), con una clara preferencia por estas últimas.
También puede consumir otros invertebrados (arañas, lombrices y diversos insectos), pequeños vertebrados (anfibios, reptiles, mamíferos o pollos de aves) e incluso frutos.
Además, según un estudio reciente de la Universidad de Alcalá de Henares, el abejero europeo ha incluido en su alimentación a la avispa asiática (Vespa velutina). Esta especie exótica invasora, muy dañina para los himenópteros autóctonos, gradualmente va colonizando territorios. Como respuesta a esta expansión, los abejeros están adaptando su dieta hasta el punto de que, en ciertos territorios, la Vespa velutina constituye más del 50% de su ingesta.
Para manipular eficazmente panales y avisperos, el abejero cuenta con unas adaptaciones morfológicas muy particulares, que consisten en la posesión de un pico corto y fino para extraer fácilmente las pupas de los panales, unos dedos protegidos por escamas para evitar la acción de los aguijones, los párpados inferiores cartilaginosos más duros que en otras rapaces y las narinas muy estrechas para evitar la entrada de alguno de estos insectos. Asimismo, las plumas de la cara aparecen endurecidas y dispuestas como escamas.
Los abejeros retornan de África a sus lugares habituales de cría justo en el momento de mayor abundancia de sus principales presas y sincronizan perfectamente su periodo reproductor con la presencia de estas, por lo que tiene una duración menor que el de otras rapaces de similar tamaño.
La llegada del macho es más temprana y se produce, generalmente, en los primeros días de mayo, aunque ya en abril pueden encontrarse ejemplares. Una vez ocupado el territorio, el carácter gregario que ha mostrado durante la migración desaparece, y se torna solitario y agresivo. Cuando aparece la hembra, se inicia la fase de cortejo, y ambos miembros de la pareja se emplean en la reparación del nido utilizado la temporada anterior, que suele consistir en una estructura bastante desordenada, confeccionada a base de ramas y hojas, que alcanza gran tamaño tras los sucesivos aportes, y situada en la rama de un árbol hacia la mitad superior de la copa.
La puesta consta de uno a tres huevos de color blanco moteados de pardo, rojizo o violáceo, que son incubados durante unos 37 días por ambos adultos, si bien es la hembra la que dedica más tiempo a esta tarea. En sus primeros días de vida, los pollos son atendidos por su progenitora, en tanto que el macho se encarga del aporte de presas. Los pollos se encuentran completamente emplumados a los 40 días de su nacimiento, lo que les permite abandonar el nido, al que regresan solamente para comer. Algo después, cuando cuentan con unos 70-75 días, comienzan a prepararse para emprender el viaje migratorio.