Editorial publicado en el nº 37 de Aves y naturaleza

1992 es un año fetiche para nuestro país. Y no solo porque se celebraran los Juegos Olímpicos de Barcelona o la Exposición Universal de Sevilla, que también; o porque tuviera lugar –y eso nos toca ya más de fondo– la mítica Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, que explicitó que los seres humanos tenemos derecho a una vida saludable en armonía con la naturaleza. Hay un motivo que también hizo histórico a 1992 y que a menudo pasa desapercibido: fue el año en el que se fraguó la Red Natura 2000, que hoy agrupa a casi 27.000 espacios naturales protegidos en toda la Unión Europea. Y fue gracias a la aprobación de la Directiva Hábitats, por la que peleamos con fuerza desde SEO/BirdLife. Todavía recordamos al que fuera después presidente de nuestra organización, Eduardo de Juana, anunciando entusiasmado, tiempo antes, que se estaba preparando una normativa ambiental que iba a dar la vuelta a la conservación en Europa. Y así fue…

1992 también revolucionó nuestra casa por dentro. Por primera vez, adelantándonos a los tiempos colaborativos de ahora, lanzamos una campaña de captación de fondos para salvar un espacio en Aragón. Un espacio que, en la época, parecía no importar a nadie. Un secarral, tanto en el sentido figurado, como en el real.

Un secarral, sí, a mucha honra. Un espacio muy valioso, aunque muchos no lo vieran. Uno de los ecosistemas pseudoesteparios mejor conservados de toda Europa, donde sobrevivían endemismos botánicos y animales amenazados con una distribución muy restringida. Un lugar que estaba a punto de desaparecer para cubrirse de pinos, roturaciones y cultivos intensivos, y que conseguimos siguiera siendo lo que es gracias a las aportaciones de numerosos voluntarios y también instituciones. «Salvar un metro cuadrado de estepa, donde posiblemente tenga el nido una alondra ricotí, cuesta solo 10 pesetas”, decíamos en la campaña. Y funcionó. Ese año estrenamos una nueva forma de compartir empeños, de conservar y disfrutar de lugares señeros que se convertirían en modelo de convivencia entre la naturaleza y los que viven gracias a la economía del secano. Entonces conseguimos salvar 700 hectáreas, que se convirtieron en un referente para la defensa de estos terrenos baldíos, que no yermos o infecundos, como muchos se empeñan en señalar. Creamos nuestra primera reserva ornitológica en propiedad–El Planerón de Belchite–, que dio el pistoletazo de salida a nuestra propia red de reservas que agrupa ya a trece espacios.

Reserva Ornitológica de El Planerón. @SEO/BirdLife

 

Han pasado 30 años, de las Olimpiadas de Barcelona, de la aprobación de la Directiva hábitats y de la creación de nuestra reserva ornitológica en un valioso secarral, pero además de celebrar queda mucho que reclamar. Por eso, hemos soplado las velas de este aniversario con tres deseos:

En 2022, deseamos que las Olimpiadas de invierno que se pretendían celebrar en nuestro país no redujeran el futuro de las gentes del Pirineo a una economía basada en la nieve, con más pistas de esquí, telesillas, carreteras y urbanizaciones en espacios de la Red Natura 2000… en un futuro sin nieve. El Pirineo y sus gentes merecen mayores y mejores certezas.

En 2022, deseamos que en España -el país europeo más rico en Red Natura 2000- todos sus espacios, cuenten (30 años más tarde) con planes de gestión adecuados que garanticen la conservación de sus valores naturales y paisajes, al tiempo que dan garantías de futuro a sus paisanajes.

En 2022, deseamos que se salven nuestros secarrales. Muchas estepas de alto valor natural permanecen hoy día fuera del paraguas de la Red Natura 2000, necesitamos completar su protección, porque los pinos y cultivos de regadío que los ponían en peligro hace 30 años se han convertido, ahora, en una nueva amenaza: proyectos fotovoltaicos. Reclamamos renovables, de eso no cabe duda, pero las necesitamos bien pensadas, bien ubicadas, y sobre todo, siendo aliadas de la protección de la biodiversidad. Salvemos las renovables y también los secarrales.

Han pasado 30 años, y las directrices que lanzamos en 1992 siguen siendo válidas: Hoy más que nunca -cuando hay tantas alertas encendidas-, nos hacen falta muchos “Belchites”, muchos “Monegros” protegidos y menos “telesillas” y “pistas de esquí”, amparados en aquella norma que hoy, con treinta años, nos pide sentido común, planificación y responsabilidad en su recién estrenada madurez. Y eso pedimos nosotros desde SEO/BirdLife: madurez para que el Pirineo no sea solo un lugar para el turismo de nieve sin nieve-porque el cambio climático está aquí-, ni los secarrales se conviertan en espacios en peligro de extinción -porque la lucha contra el cambio climático no puede ser a costa de la naturaleza-.

¿Olimpiadas? No, secarrales.

Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife

 

 

 

Nos hacen falta muchos “Belchites”, muchos “Monegros” protegidos y menos telesillas y pistas de esquí, amparados en aquella norma que hoy, con treinta años, nos pide sentido común en su recién estrenada madurez.

 

 

Editorial aparecido en el nº 37 de la revista «Aves y naturaleza», publicada por SEO/BirdLife

 

 

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