Hace 25 años le nombramos socio de honor de SEO/BirdLife

La palabra es también pájaro. Usa los mismos caminos que las alas y nos permite el gran viaje hacia la comprensión de lo que otros sienten, piensan o recuerdan. Hay lenguajes que afortunadamente no se pierden en los olvidos de la mayoría. Tampoco se desvanecen como sucede con la mayoría de las emociones pronunciadas sin que nadie las grabe. Me refiero, pues, a esos dichos que vuelan como alondras o a esos escritos que apeonan como las perdices o las avutardas. Decir y escribir que, si proceden de los mejores, mejoran nuestros conocimiento y sensibilidad. Solo entonces podemos convenir que hemos tenido la suerte de haberlos leído y escuchado. En definitiva, que no deja de ser privilegio que alguien te aporte parte de sí mismo para hacerte más tú mismo. Es el caso de Miguel Delibes al que para empezar podemos considerar, y enorgullecernos por ello, como uno de los primeros de los nuestros.

EL DESPEGAR DE LA CONCIENCIA
Que, por consenso, esté situado entre los diez mejores escritores españoles del siglo XX, sin duda, potenció el despegar de la conciencia ecológica. Porque en realidad era también un gran naturalista y defensor de los mismos objetivos básicos que “la SEO” a veces logra, es decir mantener el mayor número de vidas sobre el tapete de la Vida.

Por supuesto que cabe acordarse de su faceta cinegética, esa que ha permitido a algunos no concederle la vecindad y reconocimiento que acabo de proponer. Delibes, en efecto, mataba algunas perdices, conejos, liebres y palomas todos los años. Lo hacía con cierta galanura, esa de no practicar jamás las cobardes traiciones absolutas que son la espera, el ojeo o la montería. Literalmente detestó la caza mayor. Lo que importa es que sus interminables caminatas, con la escopeta al hombro, le informaron del acelerado deterioro de casi todo lo que le apasionaba. Esa demolición, vivida en directo, potenció el que no se callara.

De ahí que sea mucho más lo que dio que lo que quitó a la Natura. Sus argumentos a favor de la continuidad de todo lo relacionado con lo espontáneo y la Cultura rural fueron muy divulgados a través de infinidad de artículos y novelas. Contribuyó, insisto, a la actual conciencia ambiental de tantos. Por eso algunos lo consideramos, desde hace más de cuarenta años, como uno de los claros PREecologistas.Me resulta imposible soslayar la rotunda afirmación de que pocos, muy pocos, han sido más contundentes, lúcidos y elegantes a la hora de protestar por la degradación de los paisajes y sus inquilinos. Por la sustitución de toda una cultura por algo “que no era mejor que lo destruido”. Llamo la atención sobre esta última apreciación porque estamos avasallados por el concepto de progreso ligado a las mejoras, cuando tantas veces eran y son “peoras” como nos recordó otro de los grandes: Rafael Sánchez Ferlosio.

`LA TIERRA HERIDA´
Significativa resulta también la ampliación de su conciencia y la nuestra, que se aprecia en uno de sus últimos libros. Me refiero al que resume las conversaciones que mantuvo con su hijo mayor, también él Miguel Delibes, biólogo y otro gran conocedor y defensor de la vida espontánea. En La tierra herida se aborda sobre todo su enorme preocupación por la ya adelantada catástrofe climática. No menos sobre la sexta gran extinción, en curso.

 

MIguel Delibes en su casa de Valladolid. Archivo Fundación Miguel Delibes.

 

AVES EN EL DICCIONARIO
Ahora, cuando celebramos el centenario de su nacimiento, están lloviendo las semblanzas y homenajes. Nosotros, los ornitólogos y avestadores, no podíamos por menos que acordarnos de una de las facetas menos aireadas del gran vallisoletano. Porque los nombres de no pocas aves fueron incorporados al diccionario de la RAE por las propuestas que con tal fin llevaba Miguel Delibes a las reuniones de la Academia.

En cualquier caso, la proximidad a la ornitología queda de manifiesto por la frecuencia con que hacía mención a las aves en sus artículos, tantas veces, casi todas, relacionados con sus incursiones en la Natura. En un pormenorizado estudio sobre este género, tan querido por el premio Cervantes, José María Nieto nos descubre que tan solo en los 67 artículos que publicó en la tercera de ABC, principalmente a lo largo de la década de los ochenta del pasado siglo, aparecen mencionadas nada menos que 45 especies de aves.

EVIDENCIA CLIMÁTICA
Termino con uno de los pasajes que más me impactó cuando lo leí hace cuatro décadas. Es una anticipación por vía empírica del desastre climático que estamos sufriendo. Delibes constató el calentamiento global por sus encuentros con becadas, chochas perdices, en los campos de Castilla la Vieja que frecuentaba. Como llevaba decenios sin verlas en invierno en esos perdederos dedujo que, al no helarse los suelos, estas aves podían obtener su alimento donde se encontraban en primavera, pues ya podían introducir su largo pico en los mismos.
Podemos citar centenares de pasajes escritos por Miguel Delibes que evidencian sus vínculos con lo que hoy ya es la más grave enfermedad de la Humanidad. Pero para despedir este pequeño recuerdo/homenaje adjunto el que considero más rotundo:

La destrucción de la naturaleza

es una amputación espiritual

para la humanidad. 

Joaquín Araújo, filósofo de la naturaleza, ornitólogo y escritor.

Artículo publicado en el nº 33 de la revista Aves y naturaleza, en el centenario del nacimiento del escritor y académico vallisoletano

 

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