Las entidades SEO/BirdLife, PDE e IPCENA-EdC ante la propuesta del borrador del Plan de Sequía de CHE de reducir los caudales ecológicos, consideramos urgente frenar las medidas que ponen en riesgo la conservación de las zonas húmedas y reclaman asegurar los caudales ecológicos como elemento de preservación de la biodiversidad, calidad del agua y de la actividad económica a lo largo de las cuencas.

Ponemos de relieve, en el contexto de cambio climático actual, la incongruencia de un plan de sequía, que se centra básicamente en la reducción de caudales ecológicos y no incluye como urgente la revisión a la baja las nuevas demandas de regadíos de los últimos 20 años.

 

Desde el primer ciclo de planificación 2010-2015, los colectivos conservacionistas y sociales, han alertado del desequilibrio entre los recursos hídricos disponibles y la demanda que llevarían a la cuenca del Ebro a una situación de colapso hídrico como el que estamos viendo producirse en estos momentos. Lejos de tener en cuenta las recomendaciones de estas entidades y plantear una reconversión del regadío con el objetivo de reducir las superficies de regadíos y por supuesto una moratoria a la ampliación de las demandas, en el último Plan de Cuenca 2021-2027, continúan aumentando las hectáreas de regadío (63.000 ha hasta 2027, ampliables a 230.000 ha desprendido de 2027), esto unido a la reducción de recursos por efectos del cambio climático, que ha favorecido que aumentaran todavía más la frecuencia y la intensidad de los problemas de escasez, especialmente en un futuro inmediato.

Es por eso que consideramos que la situación actual y los nuevos Planes de sequía en periodo de alegación hasta junio, son una oportunidad para revisar la planificación y conseguir que esta tenga coherencia entre recursos disponibles y demandas, de forma que, en los Planes de Desarrollo Rural de cada Comunidad Autónoma, se disponga de una medida dirigida a financiar la reconversión de regadío a secano, y esta es la única medida que permitirá que puedan sobrevivir regadíos en activo en el futuro. En la Cuenca del Ebro, los gobiernos de Navarra, Aragón y Cataluña tienen una gran responsabilidad de gestionar cómo reconvertirán el regadío en secano, de forma que unos agricultores dejen de regar, para que otros agricultores puedan salvar los regadíos. Las zonas declaradas vulnerables por nitratos (muy contaminadas), las zonas húmedas en Red Natura con déficit de agua o las comunidades de regantes de Canal de Navarra, Canal de Bardenas, Riegos del Alto Aragón o Canal Segarra-Garrigues, tendrían que ser las prioritarias en reducir la superficie destinada a regadíos.

El Plan Especial de Sequía de la CHE 2023, admite un régimen de caudales ecológicos menos exigente en caso de sequía prolongada (excepto en zonas de Red Natura 2000). No se debe olvidar que los ríos son sistemas dinámicos y complejos, la reducción de su régimen hídrico natural altera de manera significativa los procesos biológicos, la calidad del agua y todas las comunidades directa o indirectamente vinculadas a ellos, incluyendo sus cauces, riberas, humedales y estuarios. Los caudales ecológicos previstos en el Plan de Cuenca oscilan entre 5-10% de los caudales en régimen natural, son de por si ya muy bajos para cumplir con sus necesidades ambientales. El Plan de sequía supone el incumplimiento sistemático de estos caudales, agraviándose así el deterioro de los ecosistemas y poniendo en riesgo la continuidad ecológica, la biodiversidad y la calidad de las aguas.

Por todo esto los colectivos firmantes consideramos que reducir los caudales ecológicos supone un grave error que tendrá afecciones importantes en punto aguas abajo, y especialmente en las zonas Red Natura 2000 como puede ser en el Delta del Ebro. Los escenarios de cambio climático prevén una reducción de recursos hídricos del 5% hasta 2039 y 20% hasta 2100, esto contrasta con la reserva futura de 3.500 hm³/año (incremento del 40%) en la asignación de estos recursos, prevista en el Plan de cuenca. Este incremento generará una situación de escasez coyuntural permanente y supone de facto el incumplimiento sistemático de los caudales ecológicos en un futuro inmediato, con afecciones graves en el estado de las masas de agua y especialmente en las zonas húmedas y la biodiversidad.

La ley de aguas y el Plan Hidrológico considera prioritarios los caudales ecológicos sobre el resto de usos, indicando que los caudales ecológicos son una restricción previa a los usos, sin embargo, en los diferentes ciclos de planificación y especialmente en los planes de sequía, se priorizan los usos frente a los caudales ecológicos. Es por eso que solicitamos una revisión de esta planificación en base al exceso de demanda actual y futura, que es la causante del problema de escasez de agua que nos afecta. Esta revisión tiene que incluir la reducción de regadíos preexistentes y la revisión y transformación de los actuales cultivos a cultivos más adecuados al clima mediterráneo de la cuenca.

En la actualidad la demanda media bruta para uso agrícola en la Demarcación Hidrográfica del Ebro es del 92% del total (8.141,33 hm³ /año) correspondiendo a un regadío concesional de 924.424 ha (el riego efectivo es de 780.000 ha), lo cual supone un consumo de 8.809 hm³/ha, una demanda desmesurada en un clima mediterráneo con sequías recurrentes y ante los escenarios actuales de cambio climático. La misma CHE reconoce que la modernización de regadío de los dos últimos ciclos de planificación ha sido un fracaso ambiental, no ha generado reducción del consumo, ni de contaminación difusa, empeorando las masas de agua tanto superficiales como subterráneas, se ha demostrado por lo tanto que no es la solución a los problemas de escasez.

Es urgente, por lo tanto, planificar desde un punto de vista global de cuenca y asegurar la preservación de los valores ecosistémicos que directamente benefician a la propia cuenca, así como asegurar los caudales ecológicos y la continuidad fluvial muchas veces amenazada por los usos hidroeléctricos de las centrales.

El tramo final del Ebro, a pesar de sus indiscutibles valores ecológicos (red natura 2000, LIC y ZEPA, Reserva de Biosfera y zona RAMSAR), con ecosistemas productivos que albergan una rica biodiversidad, es un sistema extremadamente vulnerable, no solo por los impactos in situ, sino por ser receptores finales de los impactos acumulados en las partes altas de las cuencas. La reducción de caudales de agua y de sedimentos de las últimas décadas, ha contribuido a aumentar la fragilidad de las áreas de mayor valor ambiental del Delta del Ebro como han puesto en evidencia temporales como el Gloria y el Filomena.

En el Plan de sequía está previsto reducir el caudal de los canales de riego del Delta, estos canales tienen un valor fundamental en la superficie deltaica más allá de su uso agrícola para el cultivo del arroz. Los drenajes de los riegos alimentan de agua dulce las bahías, lagunas y el resto de las masas de agua de la llanura deltaica y son el motor de biodiversidad de estos hábitats. Por eso pedimos que, en el Plan de Sequía, los caudales de riego de la llanura deltaica sean considerados caudales ecológicos y no se reduzcan en la mitad como está previsto en el plan.

Incumplimiento de caudales ecológicos

Tenemos ejemplos fragantes como es el tramo bajo del Segre, desde Lleida al embalse de Utxesa, el tramo paralelo al río Segre, deriva en el canal hidroeléctrico de Seròs que recoge unos 60 m³/s durante 40 km, dejando de media menos de un 5% del caudal mediano en la ribera del Segre, por lo que se ha acreditado científicamente que es  insuficiente para el mantenimiento ambiental del tramo. Por otro lado, en algunos tramos de los ríos de los Pirineos, casos ejemplares como la presa de Borén en el río de la Noguera Ribagorzana, no dispone de caudal y desde Sopeira en el mismo río hasta la central de Pont de Muntanyana el caudal es del todo insuficiente ya que se prioriza el caudal derivado del río hacia el canal hidráulico de la central del Pont de Muntanyana, a pesar de afectar una zona Red Natura 2000.

Las 360 centrales hidroeléctricas de la cuenca del Ebro sustraen de los cauces caudales importantes, en periodos de escasez de agua, y son la principal causa de reducción de los caudales ecológicos. Estos usos industriales no son prioritarios frente a usos esenciales y prioritarios como los caudales ecológicos y el abastecimiento en la población, por lo que tendrían que suspender su funcionamiento mientras dure el periodo de escasez.

La construcción masiva de centrales eólicas y solares ha supuesto el aumento de energía disponible exponencial, sin afectar recursos esenciales que podamos limitar como el sol y el viento, justifica la parada de las centrales hidroeléctricas que si afectan un recurso esencial finito cómo es el agua, que tendrían que dejar de funcionar por riesgo grave ambiental, ya previsto en la normativa al tratarse de concesiones públicas.

La cuenca del Segre, absolutamente deficitaria

La cuenca del Segre es un claro ejemplo de que la construcción de nuevos embalses, como el de Rialb, no aumentan la garantía de disponer de agua, si no todo el contrario, incrementa la demanda (hacia los regadíos del Canal Segarra-Garrigues) y con esto agotan los recursos disponibles a mayor velocidad, poniendo en riesgo el poder dar servicio a riegos históricos como el canal d’Urgell.

Aunque los datos disponibles en el Plan de cuenca aseguran un garantía volumétrica del 99% y un índice WEI+ entorno al 20%, estos datos son datos medios, de forma que ante periodos de menores aportaciones pluviométricas como es el actual, no se dispone de los recursos previstos, generándose una situación de colapso como estamos viviendo en este momento en los riegos del canal de Urgell y Segarra-Garrigues.

Hasta ahora se ha compensado con los años húmedos y las aportaciones nivales que han generado reservas en los embalses, pero en el contexto de cambio climático, los periodos secos tienden a ir en aumento, así como la pérdida de precipitaciones y nevadas, aumentando todavía más el déficit previsto.

A pesar de esta situación alertada desde el primer ciclo de planificación hidrológica por parte de los colectivos firmantes, está previsto ampliar el regadío hasta el año 2027, con 10.000 ha nuevas de regadíos en el Canal Segarra-Garrigues con dotaciones elevadas en torno a 5.000 m³/ha año.

Por todo esto, y ante la situación de escasez de agua actual y las futuras, en el contexto de cambio climático, las entidades reclamamos, al Gobierno central y a la Generalitat:

  1. Priorizar el mantenimiento de los caudales ecológicos en toda la cuenca, entendiendo como recurso esencial por el elevado valor ecosistémico de estos, y la interrelación de toda la cuenca. Entender que el caudal ecológico además de aportar incuantificables servicios ecosistémicos es fundamental a lo largo de toda la cuenca, de la cual dependen además una importante actividad económica hasta el mar.
  2. Reducción mediante la reconversión de regadíos actuales a secano (financiado por los Planes de desarrollo rural de cada Comunidad Autónoma) priorizando: zonas declaradas vulnerables por nitratos, humedales incluidos en la Red Natura y afectados por déficit hídrico y grandes comunidades de regantes en zonas salinas.
  3. Trasladar la financiación de los planes de desarrollo rural destinados a la modernización de regadíos, que ha demostrado ser un fracaso ambiental y como ahorro de caudales, a la reconversión indicada en el punto 2.
  4. Revisión y adecuación de las demandas y de cultivos existentes hacia cultivos más propios del clima de la cuenca, que tengan menores exigencias de demanda de agua y mayor adaptación en los periodos de sequía: el maíz y la alfalfa tienen dotaciones de 9.000 m³/ha, no es el mismo que el riego de apoyo para olivos o almendros y cereal (cultivos mediterráneos y autóctonos) que tienen 1/3 de las necesidades hídricas de los forrajes.
  5. Eliminar las dobles cosechas, como mínimo en años secos como los anteriores (si el pasado verano y el anterior que han estado secos, no se hubieran hecho dobles cosechas, ahora quizás tendría agua para este año).
  6. Adecuar el funcionamiento de las centrales hidroeléctricas para asegurar los caudales ecológicos como prioritarios y esenciales, paralizando su actividad hidroeléctrica en periodos secos.

 

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