El 25 de junio, el Consejo de Ministros de Agricultura de la UE tomará una decisión que marcará el futuro de la Política Agraria Comunitaria (PAC) para la próxima década. A pesar de su importancia para el medio rural, el medio ambiente y la gestión del territorio, la PAC es una gran desconocida para muchos ciudadanos. La complejidad legal de esta política y el lenguaje burocrático no ayudan precisamente a entenderla. Para romper con ello ofrecemos este resumen que permite hacerse una idea de lo que todos los europeos nos jugamos con la reforma que está a punto de aprobarse. Un enfoque más ambiental en el uso de esos fondos ayudaría a mejorar nuestro bienestar y nuestro entorno.
La PAC contada en pocas palabras
La Política Agraria Comunitaria, la PAC, comenzó a finales de los años 50, con el objetivo prioritario de combatir la escasez de alimentos acaecida en Europa a raíz de la II Guerra Mundial, aunque a España no llegó hasta el momento de su incorporación a la UE, en 1986. Fue completamente eficaz en asegurar el suministro de alimentos, pero este gran desarrollo productivo, basado en un modelo industrial, tuvo lugar a costa de impactos negativos sobre el medio ambiente y la biodiversidad, expulsando paulatinamente además a los pequeños productores.
Ahora, una nueva reforma está sobre la mesa para decidir cómo emplear los más de 50.000 millones de euros anuales (casi el 40% del presupuesto total de la UE) que se invertirán en esta política en los próximos años. Una nueva oportunidad de alcanzar el equilibrio entre una agricultura rentable, equilibrada y sostenible que, sin embargo, parece estar dejándose pasar por parte de los responsables de tomar las decisiones, atenazados por el miedo al cambio y una visión cortoplacista.
Desde sus comienzos, esta política ha sufrido varias reformas para corregir problemas de funcionamiento y efectos no previstos o para adaptarse a las nuevas necesidades y demandas sociales y la creciente globalización. Centrada al principio en ayudas para fomentar la producción y controlar los mercados, mucho ha cambiado desde entonces en las formas, aunque no tanto en el fondo.
De manera simplificada, actualmente, la PAC se organiza en dos pilares:
• Pilar I. Recibe la mayor parte del presupuesto (algo menos del 80%). Está destinado fundamentalmente a ayudas directas anuales y, cada vez menos, a las medidas de intervención en el mercado, como los subsidios a la exportación o las ayudas al almacenamiento.
• Pilar II. Introducido en 1992, se ocupa del Desarrollo Rural, en el que se incluyen medidas muy diversas, desde la formación de los agricultores, hasta la gestión de los bosques, pasando por las ayudas a las inversiones y las medidas agroambientales. No obstante, aún recibe poco más del 20% del total del presupuesto y financia también actuaciones en las poblaciones rurales más allá del sector agrario. Además, al contrario que el anterior, este pilar debe ser cofinanciado por los gobiernos nacionales.
Las sucesivas reformas han intentado incluir nuevos objetivos y criterios ambientales en esta política, así como cambios en la manera de conceder las ayudas para garantizar el apoyo a las rentas agrarias y mantener así el tejido productivo y a los agricultores.
Como cambios más relevantes, en el pilar I, se pasó de pagar por producción a pagar por superficie, condicionando las ayudas al respecto de una serie de normas y prácticas básicas (la llamada “condicionalidad”). Al mismo tiempo, el pilar II fue aumentando los tipos de medidas que incluía y pasó a contar con un fondo propio, el FEADER.
A pesar de todo, y de algunas mejoras, los datos muestran la ineficacia de la PAC en sus objetivos ambientales y sociales. El número de agricultores sigue disminuyendo y la biodiversidad continúa perdiéndose, como consecuencia de unos ecosistemas cada vez más desnaturalizados y degradados por un manejo inapropiado.
La PAC en España
España, un país eminentemente agrario y con unas producciones muy diversas, es uno de los principales perceptores de la PAC, con más de 6.000 millones de euros anuales. Sin embargo, en los últimos 15 años, el número de explotaciones, es decir, de agricultores y ganaderos, se ha reducido en más del 40%. Además, las razas y variedades autóctonas desaparecen a un ritmo alarmante, las aves comunes asociadas a los sistemas agrarios presentan las mayores tasas de declive, toneladas de suelo fértil se pierden de manera irreversible y los recursos hídricos son cada vez más escasos.
Los beneficiarios de las ayudas directas de la PAC en nuestro país rondan los 900.000, de los que poco más de 250.000 son agricultores profesionales. El reparto es, sin embargo, bastante desigual. Hay un 1,5% de grandes explotaciones y producciones más subvencionadas que reciben más del 25% de los pagos totales.
Mientras, los pequeños agricultores y las zonas o los sistemas más valiosos social y ambientalmente, como la agricultura de montaña, o la explotación de ganado ovino y caprino en extensivo, perciben ayudas marginales que no compensan su falta de rentabilidad. Esto provoca que quienes se dedican a ello se vean empujados a la intensificación, si tienen oportunidad de hacerlo, o vayan directamente al abandono de la actividad.
Esta no es una situación única de España, sino que se repite en muchos de los países de la UE. La actual reforma en marcha se presentaba como una nueva oportunidad de cambiar este panorama, mediante un reparto más equilibrado y racional de las ayudas del pilar I y una apuesta más fuerte por el pilar de desarrollo rural, con medidas más apropiadas para fomentar modelos de producción más sostenibles y resolver gran parte de los problemas del sector agrario, más vinculados a la formación, la innovación y la comercialización.
Por el contrario, se ha apostado casi todo a una tímida redistribución de las ayudas directas, junto con la creación de un nuevo “pago verde” ligado a unas prácticas básicas con las que intentar mejorar el estado ambiental de las tierras agrarias europeas. Aún no está todo decidido y determinadas cuestiones clave pueden marcar al menos el cambio de rumbo hacia una agricultura más sostenible.
Más sobre el debate de la futura PAC
Por suerte, se pueden encontrar ejemplos de emprendedores y luchadores que apuestan por la sostenibilidad y la conservación como garantía de rentabilidad y seguridad alimentaria a largo plazo. Y estos deberían ser los referentes con los que orientar las ayudas públicas de la futura Política Agraria Común. En estos enlaces ofrecemos capítulos del libro Campos de vida, realizado en 2011 por SEO/BirdLife y escrito por el periodista Javier Rico. La obra recoge testimonios de más de un centenar de personas ligadas al campo y ofrece ejemplos reales escogidos por todos los puntos de de España en los que se demuestra que la biodiversidad y la producción, lejos de estar enfrentados, se benefician mutuamente. Los casos que aparecen en esta obra son un ejemplo de cómo podría ser nuestro campo si el Consejo de Ministros de Agricultura de la UE apuesta por una PAC más verde en la decisiva reunión sobre la PAC que se celebra a finales del mes de junio.
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Lecciones aprendidas tras las experiencias
Lee aquí el comunicado de SEO/BirdLife tras conocerse la decisión de las instituciones europeas tras su reunión del 25 de junio de 2013