Es inconfundible: su pico azul, su cola, su gran cabeza blanca. La malvasía cabeciblanca es de esas aves acuáticas inconfundibles. Pero, si no actuamos, puede que caiga en el olvido. Su estado de conservación la sitúa en situación de riesgo en todas las partes del mundo.
Se enfrenta a amenazas tan serias como el cambio climático o la pérdida de hábitat. Y no puede hacerlo sola. Esa es la principal conclusión de la primera reunión del grupo de trabajo internacional sobre la especie, que acaba de concluir en Madrid. Más de 30 expertos de 16 países han alzado su voz de alarma: la malvasía cabeciblanca necesita un nuevo plan de acción internacional.
El encuentro ha sido organizado por SEO/BirdLife en el marco del Acuerdo para la Conservación de las Aves Acuáticas Migratorias Africanas-Euroasiáticas (AEWA), bajo los auspicios del programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas.
Todos los asistentes evidenciaron la evolución negativa de la especie, especialmente en el caso de la población reproductora, aunque también se han revisado los esfuerzos de conservación como los realizados en España, donde la malvasía estuvo al borde la extinción en la década de los años 70. Con todo, apenas 1.500 ejemplares residen en la península Ibérica en la actualidad y únicamente se reproducen con éxito entre 210 y 240 hembras, repartidas en 32 humedales de 11 provincias españolas.
En Asia, los datos son más alarmantes. Por ejemplo, en Turquía la malvasía descendió de 10.000 a 1.000 individuos en apenas 10 años. En el mismo periodo, otros países como Pakistán vieron reducido su número a casi cero. En cualquier caso, los expertos coinciden en que es necesario revisar los datos en muchos puntos.
La reunión sitúa al cambio climático como una de las amenazas críticas para la especie: el aumento de las temperaturas está provocando sequías y la desaparición de humedales, especialmente en Asia central, lo cual impactaría negativamente en su conservación. Otras amenazas que el nuevo plan debe abordar son la pérdida o degradación del hábitat, el efecto de la contaminación por plomo y, en algunos países, la caza ilegal o por error en el reconocimiento de la especie. En España, aunque lamentablemente siguen dándose casos, la actividad cinegética no es una amenaza crítica.
La hibridación con una anátida similar, la malvasía canela, es otro problema al que se enfrenta la malvasía cabeciblanca. La canela, proveniente de Norteamérica, se considera una especie exótica invasora.
“Nos queda mucho por conocer de esta especie, aunque todo apunta a que su situación en Asia es decreciente. Ello se suma a la escasa población existente en el Mediterráneo, a pesar de la ligera recuperación en España. Todos estos datos no dejan lugar a dudas: hemos de poner en marcha un tercer plan de recuperación para la especie”, señala Jorge Fernández Orueta, responsable de Internacional en SEO/BirdLife.
“Esta primera reunión del grupo de trabajo sobre la malvasía nos ha permitido avanzar en los distintos aspectos necesarios para definir acciones encaminadas a la conservación de la especie”, apunta Nina Mikander, representante de AEWA.
La reunión ha contado con la participación de representantes de Argelia, Azerbayán, Bélgica, Bulgaria, España, Francia, Grecia, Irán, Israel, Kazajstán, Marruecos, Rumanía, Rusia, Turquía,Turkmenistán y Túnez, además de miembros de la propia AEWA, BirdLife International y el Consejo de Europa, que participa en calidad de observador. Y ha contado con el apoyo adicional de la Fundación MAVA, del Ministerio de Medio Ambiente de Italia y del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente español.
Los trabajos de la malvasía cabeciblanca se desarrollan en el marco del proyecto LIFE EuroSAP, financiado por la Comisión Europea.