Claúsulas espejo

Un proyecto de  WWF y SEOBirdLife

CLAÚSULAS ESPEJO

Por un cambio global hacia sistemas alimentarios justos y sostenibles.

Juntos podemos transformar el futuro alimentario. Sé parte del cambio.

En un mundo interconectado, nuestras decisiones alimentarias tienen un impacto global.

En preguntas:

Las cláusulas espejo son medidas normativas que pretenden condicionar el acceso de las materias primas y alimentos importados a la Unión Europea al cumplimiento de determinadas normas comunitarias (o equivalentes) de producción en términos sanitarios, sociales, medioambientales o de bienestar animal. Es decir, que están enfocadas a equiparar las normas a las que se enfrentan agricultores y ganaderos de la UE con las que rigen la producción de alimentos en terceros países exportadores.

En la UE existen algunas normas que difieren de otros países importadores externos. La diferencia puede tener relación con el uso de fitosanitarios o el bienestar animal, entre otras. Esto implica, por ejemplo, que podemos estar comiendo alimentos en cuya producción se hayan usado plaguicidas prohibidos en la UE por razones de salud humana o por su impacto negativo en el medio ambiente.

Las medidas espejo pueden contribuir a hacer frente a los impactos que generan los sistemas agroalimentarios en el mundo, que dependen en gran medida de modelos de producción industriales e intensivos. Para hacer frente a estos enormes desafíos, los sistemas alimentarios deben cambiar profundamente para ser sostenibles y justos.

La creación y puesta en marcha de medidas espejo en la UE para determinados alimentos puede ser una palanca de cambio importante para avanzar hacia sistemas agroalimentarios globales sostenibles y justos. Estas son las principales razones para la aplicación de medidas espejo:

  1. Porque a través de algunos alimentos importados llegan a nuestros platos pesticidas prohibidos en la UE y se desconoce el riesgo que esto puede tener para la salud de las personas.
  2. Porque es necesario proteger también la salud de los productores de los terceros países, así como sus animales de granja y su medio ambiente.
  3. Porque hay agricultores y ganaderos de la UE que están en desventaja respecto a ciertas producciones de terceros países, sujetas a normativas más laxas.

El hecho de que haya diferencias respecto a estas normas con países terceros, con una regulación de producción menos restrictive que en la UE, conlleva también distorsiones económicas. Por ejemplo, usar ciertos plaguicidas puede contribuir a una mayor producción (al menos a corto plazo), o el empleo de antibióticos puede generar un crecimiento mayor y más rápido de los animales de granja. Para ello, la adopción de medidas espejo contribuyen a mejorar esta situación, ayudando a igualar costes de producción y a mejorar la competitividad de la producción de alimentos en la UE.

En términos más generales, las medidas espejo abordan varios desafíos:

  • A nivel europeo: aplicar los objetivos del Pacto Verde garantizando la integridad de las normas europeas y el cumplimiento de las ambiciones ambientales y sociales, sin competencia desleal de terceros países.
  • A escala de terceros países que comercian con la UE: sirven para mitigar los impactos de las prácticas agrarias sostenibles y contribuir a la mejora de las normas de producción.
  • A nivel internacional: fomentan la adopción de normas internacionales más ambiciosas y vinculantes respecto a los estándares de salud humana y protección de la naturaleza.

En el informe se han tenido en cuenta cuatro productos como caso de estudio: arroz, lentejas, carne de vaca y de oveja. Estas son algunas de las diferencias en la normativa de producción que se han encontrado.

En el caso del arroz, la India, uno de los mayores productores y exportadores de en el mundo de este cereal, tiene aprobados 18 herbicidas, 24 fungicidas y 30 insecticidas no autorizados o desconocidos en la UE. Entre los insecticidas autorizados en India se encuentran también sustancias activas neonicotinoides, prohibidas en Europa desde 2022 por sus probados efectos negativos sobre la biodiversidad y, en particular, sobre las abejas y los polinizadores.

Para el caso del cultivo de lentejas, en Canadá, principal productor y exportador a España, la mitad de los herbicidas permitidos no están autorizados en la UE. Los que se emplean al final de la cosecha son más relevantes porque hay mayor probabilidad de que queden residuos en el grano. En lo que respecta a los fungicidas prohibidos en la UE en 2019 y 2018, respectivamente; mientras que entre los insecticidas permitidos en Canadá, se hallan neonicotinoides prohibidos en la UE y con reconocidos efectos sobre la biodiversidad y la salud humana.

En el ámbito de la ganadería se han hallado también diferencias significativas en determinadas prácticas. Por ejemplo, el uso de algunos antibióticos están prohibido en la UE desde 2006 por motivos de salud humana, para evitar la aparición de resistencias a antimicrobianos. Sin embargo, su uso está permitido en países líderes en producción y exportación de corderos como Australia, donde se usan como promotores del crecimiento o, incluso, como aditivos alimentarios. Lo mismo ocurre en su equivalente para la carne de vacuno, Brasil.

En cuanto al uso de harinas de origen animal para rumiantes, cuando el ganado procede, por ejemplo, de países como Brasil, Argentina, Canadá o EEUU, el certificado sanitario para la importación de carne de vacuno en la UE no debe mencionar la obligación de no alimentar a los rumiantes con harina de carne y huesos, Todo ello, pese a que las regulaciones de estos países son mucho más laxas que las de la UE en lo que respecta a la alimentación animal.

Con respect a la normativa de la UE de bienestar animal, hemos encontrado diferencias en determinadas prácticas prohibidas. Tal es el caso del mulesing, que consiste en cortar la piel bajo la cola en las ovejas para evitar pérdida en la calidad de la lana por el efecto que puede causar la aparición subcutánea de miasis; una práctica vigente actualmente en Australia.

Otra diferencia es la trazabilidad de los animales, cuya obligatoriedad en la UE es completa desde su nacimiento hasta su sacrificio. En cambio, este requisito no se aplica a los productos animales importados de países terceros, como sucede con los estados del Mercosur. Tampoco hay normativa de trazabilidad en terceros países que exportan carne de cordero a la UE, como ocurre con Australia o Nueva Zelanda. Esta falta de restricciones en materia de trazabilidad compromete los esfuerzos para hacer cumplir ciertas reglas, como prohibir el uso de hormonas o evitar la deforestación vinculada a la ganadería.

Mantener el doble rasero en cuanto a normas de producción entre países de la UE y terceros países tiene graves impactos negativos tanto en las personas como en el medio ambiente en el Sur Global. La explotación de los recursos naturales y la tierra en terceros países, así como la contaminación de las personas, las especies y el medio ambiente a través de plaguicidas prohibidos por la UE, amenazan la soberanía y la seguridad alimentarias y perpetúan aún más las desigualdades entre el Norte y el Sur Global. Además, esto genera también preocupaciones sociales, en particular sobre el uso intensivo de la tierra y el acaparamiento de tierras, especialmente para los pueblos indígenas.

Por lo tanto, las medidas espejo pueden actuar como palanca de cambio para que las formas de producción en países terceros generen menos impacto sobre las poblaciones de origen y sus ecosistemas.

Las medidas espejo se deben adoptar desde la UE, que ya ha puesto en marcha algunas en casos muy concretos. Sin embargo, es necesario que los responsables de la toma de decisiones consideren sistemáticamente la inclusión de disposiciones sobre el tratamiento de las mercancías importadas y exportadas en toda la legislación de la UE, así como en los acuerdos comerciales con terceros países. Esto es esencial, en particular, para el éxito del Pacto Verde.

España puede ser un agente de cambio de las políticas comerciales para que sean más justas para las personas y el medioambiente de aquellos países que nos proveen de alimentos, y que, a su vez, garanticen que estos lleguen a nuestros platos sin riesgos para la salud.

En última instancia, las personas, los colectivos y la sociedad en su conjunto pueden ser también parte del cambio, implicándose a través de la mejora de sus hábitos de consumo, buscando productos con garantías de producción justa y sostenible; promoviendo iniciativas que den a conocer las luces y las sombras del comercio en la UE, o haciendo valer su voz para exigir al Estado español que adopte medidas espejo que protejan a las personas y la biodiversidad de forma global.