Más de 25.500 pequeños árboles y arbustos se han plantado en el país andino para favorecer a dos de las aves más amenazadas del corredor Madidi-Cotapata-Pilon-Lajas.

Por Samantha Moreno (BirdLife)
En el Parque Nacional Madidi de Bolivia existen 8.524 especies documentadas pero se calcula que tiene más de 11 000. Las 2.500 restantes no han vistas aún. Este parque se creó con la expectativa de que podría ser el área protegida con la mayor diversidad biológica del mundo. Y lo es, en mamíferos, aves, plantas y mariposas.

Dos de las especies de aves más amenazadas del corredor Madidi-Cotapata-Pilon-Lajas habitan aquí. Se trata de la remolinera real (Cinclodes aricomae) y el torito pecho cenizo (Anairetes alpinus). Los bosques de Polylepis (género botánico que incluye pequeños árboles y arbustos, comúnmente llamados queñoas) son su hogar y aunque alguna vez este piso ecológico de altura llegó a cubrir las laderas de los Andes Tropicales, desde Venezuela hasta Argentina, hoy queda menos del 10% de su extensión original.

 


Remolinera real © IUCN Red List

A comienzos de 2018,  la Asociación Armonía –BirdLife en Bolivia–, personal del parque Madidi y las comunidades Quechua de Puina y Quera unieron esfuerzos para restaurar estos bosques. Enfrentando la altura, la lluvia y el frío plantaron cerca de 25.500 plantones  de queñoas y otras especies nativas de la región. Esta es la iniciativa de restauración de bosques Polylepis que mayor impacto ha generado hasta la fecha.

Las queñoas o pampayas forman una especie de esponja que retiene la humedad en los árboles cuando es época de lluvias y la suelta gradualmente durante climas secos. Su conservación es prioritaria para mantener el balance hidrológico de la zona y de las cabeceras de ríos.

El apoyo de la comunidad es la clave

La Asociación Armonía comenzó su trabajo con comunidades quechuas en 2007 en temas de educación ambiental, reforestación y restauración de hábitats.

Gracias al apoyo de Critical Ecosystem Partnership Found, en 2017 se pudo comenzar con este proyecto, que –además de ser la mayor reforestación comunitaria de queñoas en Bolivia– ha logrado fomentar la educación ambiental en las escuelas; permitió la construcción de un vivero comunitario para reproducir Polylepis pepei y aliso (árboles de crecimiento rápido para generar recursos madereros viables y aliviar presión sobre la queñoa); apoyó en el desarrollo de estudios botánicos, herpetológicos, ornitológicos (con seguimiento y anillamiento) y socioeconómicos sobre las comunidades y el uso de energías y permitió la capacitación de guardaparques de Madidi en el manejo del vivero comunitario y gestión de restauración de los bosques.

Todos estos aspectos avanzan bajo el seguimiento de guardaparques y miembros de las comunidades locales, que realizan constantes monitoreos a la restauración de los bosques y al manejo del vivero.

Contar con este apoyo de las comunidades es fundamental para el éxito de la reforestación de los bosques y para asegurar su sustentabilidad en el futuro. Los esfuerzos han dado frutos y podemos decir que finalizamos el año con grandes noticias para la conservación de esta maravillosa zona.

 

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