El quebrantahuesos se encuentra muy ligado a áreas de montaña con roquedos y cantiles donde nidificar, así como a la presencia de ungulados domésticos y salvajes, de cuyas carroñas obtiene alimento. Asimismo, depende de la existencia de vientos apropiados que le permitan prospectar sus enormes territorios de alimentación.
Es un ave extraordinariamente especializada, que se constituye como el último eslabón en el aprovechamiento de las carroñas, ya que se nutre básicamente de huesos de grandes ungulados (dibujo 4), que ingiere después de fracturarlos sobre las rocas en determinados lugares de su territorio, denominados rompederos (dibujo 5). No obstante, también puede aprovechar tendones, pellejos y otras partes de los cadáveres, así como pequeñas carroñas que detecta durante su incansable patrullar.
Ocasionalmente, estas grandes rapaces pueden dar muerte a pequeños vertebrados o parasitar a otras aves, como águilas reales, alimoches, cuervos o buitres leonados, a las que obliga a entregarle el alimento que transportan.
Como sucede con todas las grandes rapaces, y en particular con los buitres, el ciclo reproductor del quebrantahuesos resulta especialmente largo, pues se inicia entrado el otoño, que es cuando comienza el periodo de actividad sexual, y concluye con la emancipación del pollo, aproximadamente en la misma época. No obstante, el ciclo reproductor se inicia más o menos tempranamente dependiendo de la altitud, de manera que las parejas del alto Pirineo comienzan la cría antes que las establecidas en las sierras prepirenaicas, lo que tiene por objeto que la emancipación del joven acontezca en un momento más favorable.
El cortejo consiste en una serie de vuelos sincrónicos de la pareja por el territorio, con picados y entrechocado de garras, a la vez que entonan largos y agudos silbidos. En esa época, los adultos se dedican también a la reparación de alguno de los nidos que regentan, unos enormes acúmulos de palos que pueden alcanzar 1 metro de alto y hasta 2,5 metros de diámetro instalados habitualmente en cuevas o grandes repisas orientadas de modo que las condiciones atmosféricas resulten menos inclementes, entre los 600 y los 2.000 metros de altitud.
La puesta consta de dos huevos blancuzcos y manchados de pardo, que son depositados con un intervalo de hasta nueve días, lo que ocasiona un gran desfase en el nacimiento y el desarrollo de los pollos, que suele desencadenar la muerte del más pequeño como consecuencia de la competencia con su hermano. Las puestas suelen tener lugar entre la segunda quincena de diciembre y la primera de febrero y es la hembra la responsable de la incubación (con alguna ayuda ocasional por parte de su compañero), que dura 55-60 días.
Durante los primeros días de existencia de los pollos, ambos miembros de la pareja les dispensan todo tipo de atenciones. La hembra suele permanecer constantemente en el nido alimentando con pequeñas presas, piltrafas de carne extraídas de los huesos y tendones a sus descendientes, mientras el macho se ocupa de abastecer al nido. Más tarde, cuando la dependencia de los pollos es menor, también ella se emplea en la obtención de alimento.
Los jóvenes quebrantahuesos completan su desarrollo cuando cuentan con 17-19 semanas de vida, momento en el que inician sus primeros vuelos. Esto no significa que puedan abandonar el territorio paterno, pues su largo periodo de dependencia juvenil se prolonga, normalmente, hasta el mes de noviembre, pocos días antes de que los adultos inicien de nuevo el largo ciclo reproductor.
En general, la productividad de esta especie es muy baja, ya que fracasa aproximadamente la mitad de las parejas que inician la reproducción y el resto produce normalmente un solo pollo al año. A pesar de tratarse de una especie monógama, en los Pirineos existe un buen número de territorios regentados por tríos poliándricos, lo que podría indicar un cierto estado de saturación poblacional en la cordillera.