La focha común, de carácter bastante acomodaticio, no es una especie particularmente exigente en la selección del hábitat, razón por la cual se establece en una gran variedad de humedales, tanto naturales como artificiales, desde lagunas salobres hasta marismas, además de embalses, ríos y lagos de montaña.
No obstante, suele decantarse por lugares con aguas libres y tranquilas de relativa profundidad y escasa corriente, donde abunden las orillas fangosas y las densas matas de vegetación palustre, en las que se oculta y nidifica. Necesita para instalarse de la presencia de vegetación sumergida, circunstancia que puede llegar a ser un factor limitante a la hora de la reproducción.
Durante el invierno suele frecuentar hábitats de las mismas características.
En la dieta de este rálido tiene cabida tanto el alimento de origen animal como el de origen vegetal, aunque es el último el que predomina. Consume una gran variedad de plantas, si bien se inclina por brotes, tallos y semillas de plantas acuáticas sumergidas, algas y tallos y rizomas de eneas, carrizos o juncos, que complementa con algún que otro vegetal terrestre, en particular cereales. La componente animal de la dieta se incrementa durante la época de reproducción, sobre todo en la alimentación de los pollos, para la que los adultos aportan moluscos, lombrices, larvas, escarabajos acuáticos y hasta pequeños vertebrados.
La focha común es un ave gregaria que se organiza en nutridos bandos durante el invierno, si bien al dar comienzo la época de reproducción los ejemplares emparejados tienden a abandonar los grupos para instalarse a criar entre la vegetación ribereña. Durante dicho periodo, las fochas se muestran muy territoriales y excluyentes con otros miembros de su especie, por lo que resultan habituales los escarceos y persecuciones que, con frecuencia, acaban en fuertes peleas donde intervienen uno o los dos miembros de la pareja.
El nido consiste en una voluminosa plataforma confeccionada con tallos de plantas acuáticas, que las aves doblan para conseguir una estructura flotante pero firmemente anclada al fondo, ya que los tallos empleados a tal efecto permanecen vivos. Posteriormente, ambos adultos aportan diferentes materiales al nido e incluso llegan a construir una especie de tejado que aísla y camufla la plataforma.
A partir de marzo, las hembras depositan en estos elaborados emplazamientos de 6 a 10 huevos de color grisáceo y finamente manchados, que serán incubados por ambos adultos durante 21-24 días. Los pollos son bastante precoces y abandonan prontamente la plataforma donde nacieron para ir al agua, donde son alimentados por sus progenitores, en cuya compañía permanecen. Cuando cuentan con aproximadamente dos meses de vida, las jóvenes fochas alcanzan su completo desarrollo.
Como consecuencia de las cuantiosas pérdidas que sufren las polladas de focha común a manos de los depredadores, es bastante habitual que estos rálidos efectúen hasta tres puestas anuales.