Como voluntarios del Cuerpo europeo de Solidaridad en SEOBirdLife Doñana vivimos una experiencia en plena naturaleza, aprendiendo, ayudando y sobre todo compartiendo nuestra pasión por la naturaleza. Aquí os contamos una de las actividades que realizamos que más nos entusiasma.

Cuando pensamos en aves rapaces, inmediatamente nos sentimos atraídos por cazadores majestuosos que van a emboscar a la presa de la nada y luego desaparecen en la lejanía sin siquiera hacer un sonido. Uno de estos sorprendentes depredadores es, de hecho, la lechuza común (Tyto alba), que, a través de sus hábitos alimenticios, es uno de los enlaces más importantes en la cadena alimentaria para mantener el equilibrio en el ecosistema. Para desvelar los secretos de esta ave, hay que buscar lo que queda después de que la fiesta ha terminado: una egagrópila.

Las egagrópilas de lechuzas son como cápsulas de tiempo en miniatura compuestas de cada pedacito que la lechuza no podía procesar. Mediante la disección y el análisis de estas, los investigadores pueden identificar las especies de presas consumidas por estas aves, proporcionando información valiosa sobre la red alimentaria local y la dinámica de los ecosistemas. Al consumir pequeños mamíferos como ratones, lirones y musarañas, a menudo consideradas plagas por los humanos, ellas ayudan a regular las poblaciones de estos roedores, reduciendo la necesidad de pesticidas químicos dañosos y promoviendo el control natural de plagas.

Para encontrarlos, vamos en zonas muy específicas, ya que estas aves tienden a ser muy leales a sus comederos. Puede reconocer fácilmente la egagrópila, ya que, a menudo, se encuentra justo debajo del nido, pero si tienes dudas, hay algunas características que pueden ayudar: si han sido producidas recientemente, tendrán un brillo, pero en general, el color ayuda, ya que en su mayoría son negras; también tienden a ser muy compactos y no muy grandes en tamaño.

Después de recogerlos, los enrollamos cuidadosamente en papel de aluminio para llevarlos al “laboratorio” donde se van a quedar en bolsas aisladas, con bolsitas de antipolillas, para evitar la aparición de “bichos” hasta que tengamos que analizarlos.

El análisis se realiza en la oficina, donde encontrará todo lo que necesita: lupas binoculares, herramientas, guías y, por supuesto, equipo de protección personal, como guantes y mascarillas. Para analizarlas, las rompemos en pedazos más pequeños, lo que nos permite encontrar cráneos, huesos y otras cosas interesantes. Después de encontrar y recoger todas las piezas, pasamos por la lupa para distinguir a las
especies, importante para obtener datos sobre las poblaciones de micromamíferos. Una vez terminada esta operación, guardamos todo en un sobre en que ponemos un código individual, la fecha en que se ha analizado, el lugar en que la hemos encontrado y el número de especies contenidas en la misma egagrópila.

Las egagrópilas no solo son útiles para la investigación, sino que también son una parte fundamental del desarrollo del suelo, ya que sirven como fertilizante para la vegetación y el reciclaje de nutrientes. Además de su importancia ecológica, también ofrecen una oportunidad educativa única para estudiantes y amantes de la naturaleza por igual. Diseccionarlas y examinarlas puede proporcionar experiencias de aprendizaje práctico, lo que permite a los individuos explorar las complejidades de las relaciones depredador-presa y obtener una apreciación más profunda del mundo natural.

Por lo tanto, la próxima vez que se tropiece con una egagrópila de lechuza por el suelo, tome un momento para maravillarse con el ingenio de la naturaleza. Dentro de su exterior modesto se encuentra un mundo de asombro y descubrimiento, esperando ser explorado, un testamento de los extraordinarios secretos de la vida en la Tierra.

 

 

Cofinanciado por el Cuerpo Europeo de Solidaridad de la Unión Europea. Este texto es responsabilidad exclusiva de sus autoras. La Comisión Europea no es responsable del uso que pueda hacerse de la información aquí difundida.

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