En el Día Mundial de los Refugiados recordamos que muchos lo son por motivos ambientales
Editorial de Asunción Ruiz publicado en el nº 20 de «Aves y naturaleza»
La cruda e indignante realidad nos enseña una vez más, y con total claridad, cómo los problemas de supervivencia de las aves y los nuestros se acercan hasta tocarse, cómo la conservación de nuestro planeta es lo que necesitamos todos, ellas y nosotros.
Nuestro cobijo común, nuestro refugio, que es la tierra, se encuentra amenazado y, a su vez, nos amenaza a todos: aves y seres humanos. Cuando la naturaleza actúa en forma de desastres naturales, o cuando el hombre provoca conflictos bélicos, los efectos en las poblaciones civiles y los daños ambientales son devastadores.
Al igual que las aves, los humanos se ven forzados a emigrar y, en ocasiones, en penosas condiciones. Estamos obligados a aceptar y a acoger a los nuevos refugiados: políticos, climáticos… en definitiva, refugiados ambientales. Con alas o sin ellas.
El entorno social y el ambiental degeneran juntos. La justicia ambiental y la justicia social deben defenderse juntas.
Hablemos de Siria…
Analicemos el conflicto sirio con una mirada ambiental: según los expertos (Francesco Ferria, codirector del Centro para el Clima y la seguridad de Washington), la sequía que se produjo en el país entre 2006 y 2011 no tuvo precedentes. Murió el 88% del ganado, de acuerdo con los datos de la FAO. Nada menos. En esa situación, se hizo imprescindible la apertura de nuevos pozos y más profundos, cuyas autorizaciones se otorgaban como favores políticos, lo que generó a la vez el descontento social y muchos pozos ilegales. Aun así, no se pudo evitar que más de un millón y medio de personas se moviesen del campo a las ciudades donde no hallaron medios de vida ni integración social. En una de esas atestadas ciudades, Daraa, comenzó la revuelta que dio origen a la guerra civil cuando un grupo de adolescentes fueron arrestados y maltratados por hacer una pintada de protesta. Así empezó todo…
Y es todavía más grave… Mientras Europa debate sobre la crisis de refugiados sirios, estamos ignorando a los millones de refugiados que, procedentes de las islas del Pacífico, se dirigen a Australia, donde se está produciendo una crisis política similar a la europea. Uno de cada diez habitantes de estas naciones ha tenido que emigrar en los últimos diez años como consecuencia de la destrucción de sus hogares y sus cultivos debido a la subida del nivel del mar. Esa fue la conclusión de una investigación auspiciada por Naciones Unidas en 2005. Y los números no harán sino incrementarse en el futuro inmediato…
El cambio climático es un riesgo para la seguridad mundial que afecta ya a los recursos básicos como la alimentación, el agua o la energía. Las entidades nacionales e internacionales, incluyendo los ejércitos y las agencias de inteligencia, están ya describiendo estos riesgos e indicando las acciones precisas para enfrentarse a ellos. Exigimos dignidad para los refugiados… ¡justicia social!
Hablemos de pájaros…
Del deterioro ambiental nos alertan muy bien las aves. Los inventarios de BirdLife avisan de nuevas especies en diversas categorías de amenaza como consecuencia directa de conflictos bélicos que, en muchas ocasiones, son consecuencia del cambio climático y la lucha por los recursos. Es el caso de la alondra de Archer en Eritrea y Etiopía y del pavo del Congo en la República del Congo. En España, sin ir más lejos, acogimos hace algún tiempo al vencejo cafre y al vencejo moro como residentes cada día más abundantes y, recientemente, han criado algunos ejemplares de otros “refugiados”: bubul naranjero, buitre de Rüpell y ratonero moro.
Hace unas semanas SEO/BirdLife presentaba una moción a la UICN que reclama solidaridad y cooperación entre los estados con más recursos para garantizar la conservación de los corredores migratorios de las aves a escala mundial. Exigimos aves con nido… ¡justicia ambiental!
Es triste pero, en ocasiones, ante nuestro amor a las aves y la naturaleza se nos ha contestado con frases como “¿Y los niños que pasan hambre? ¡Eso es más importante!” ¡Claro que lo es! Son dos caras de la misma moneda. Velar por la naturaleza es velar por la paz y por los derechos humanos más elementales. Sobran evidencias: la justicia ambiental y la justicia social han sido siempre distintos frentes para conseguir el gran reto de la equidad.
Alto, claro y sin complejos, defender la naturaleza es gritar:
¡Ni aves sin nido, ni refugiados sin dignidad!
Por Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife.
Editorial publicado en el número 20 de Aves y naturaleza (enero de 2018)