Celebramos que la COP27 reconozca que hay que compensar a los más vulnerables por los daños irreversibles del cambio climático, cada vez más presentes en nuestras vidas. Al tiempo, lamentamos que los negociadores hayan tenido acceder a un acuerdo de mínimos, y sin ningún avance, para no dejar morir el objetivo común de que el planeta no aumente su temperatura media por encima de los 1,5º centígrados. Esta meta, definida en la COP26 de Glasgow, ha estado a punto a caer, lo que hubiera supuesto el primer retroceso de la historia de las negociaciones climáticas.
La cumbre de Egipto, por fin, aprueba el largamente esperado sistema de pérdidas y daños. Con este fondo, impulsado por la UE in extremis, se compensarán a los Estados más vulnerables por los daños que ya son irreversibles y que, en el futuro, pueden llegar a suponer directamente la desaparición de una parte a la totalidad de un país, especialmente de islas. Países que, por otra parte, no han sido responsables del cambio climático.
“Es un paso decisivo en el camino para lograr justicia climática para aquellos más vulnerables y más afectados por un cambio climático que se generó en otras partes del mundo. Pero es mucho más: es el reconocimiento más franco de la comunidad internacional sobre el cambio climático y sus efectos. En un momento de negacionismo al alza, incluso en Occidente, deja aún más claro que el cambio global está aquí y está causando daños a la gente. Lo que Egipto deja en el aire es cuánto, quién y cómo se pagarán los daños y pérdidas a los países más vulnerables. El dinero que hay en estos momentos es absolutamente insuficiente. Los países tienen que ponerse a trabajar ya para que esta cuestión quede definida no más tarde de 2023”, ha apuntado el responsable de Clima de SEO/BirdLife, David Howell, desde Sham el-Sheij.
Un acuerdo para dejar las cosas como están
El decisivo, pero todavía pequeño, avance que supone el mecanismo de pérdidas y daños es, probablemente, el único motivo de satisfacción de la COP27, donde –por primera vez–, la comunidad internacional ha estado a punto de dar un paso atrás en la lucha contra el cambio climático: abandonar el objetivo de que la temperatura del planeta no se incremente por encima de los 1, 5º centígrados, el límite de seguridad para las personas según la comunidad científica.
“Fundamentalmente debido a la determinación de la UE, que ha estado a punto de abandonar la cumbre, se ha permitido llegar a un acuerdo de mínimos en el que las cosas se quedan como estaban: en los mismos términos que se alcanzaron en Glasgow. Esto, en la práctica, supone cuanto menos un retraso en la acción climática: mientras la temperatura media sigue elevándose (estamos ya en un incremento del 1,1ºC), los esfuerzos y compromisos que los países tienen ahora encima de la mesa dejarían el incremento medio en 2,5ºC o más. Esto, según el consenso científico, tendrá consecuencias devastadoras para las personas y, también, para la naturaleza. Cada décima adicional en el termómetro supone de facto la desaparición de especies, de espacios naturales y sufrimiento adicional para millones de personas”, apunta Howell.
Derecho al medio ambiente sano, en la decisión 1
En las negociaciones, también peligró que la COP27 reconociera el derecho humano a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible en su resolución final. La declaración desapareció en la tarde del viernes, 18 de noviembre, por la presión de algunas de las partes. Esto provocó la movilización de cientos de ONG a escala global, entre ellas BirdLife International y SEO/BirdLife, impulsores de la iniciativa que logró, el pasado mes de julio, que la Asamblea General de Naciones Unidas reconociera este derecho.
“Lo que ha pasado en Sham el-Sheij es una prueba de que conquistar derechos como este es tremendamente difícil y que se pueden perder en apenas un instante. La justicia climática y la lucha por mitigar las emisiones son una parte clave del derecho al medioambiente y que, desde ya, forme parte de la hoja de ruta de la diplomacia del Clima implica que hemos ganado una nueva herramienta para hacer avanzar a los países, en las cumbres y en casa. En España es el momento de exigir que este derecho, que ahora se reconoce como principio rector de la política social y económica, se convierta en un derecho fundamental, plenamente vinculante”, señala la directora ejecutiva de SEO/BirdLife, Asunción Ruiz.
Sin llamamiento a la cumbre de la biodiversidad
Por último, otra de las decepciones de esta cumbre es que la resolución final no hace un llamamiento a la más que decisiva cumbre de la Biodiversidad, que se celebra desde el 7 de diciembre en Montreal (Canadá). “Esta cumbre está llamada a crear un Acuerdo de París para la naturaleza y la COP27 ha perdido la oportunidad de recordar a los negociadores que, sin biodiversidad, no se podrán alcanzar los objetivos, precisamente, los Acuerdos de París. El 37% de sus metas dependen exclusivamente de conservar y recuperar naturaleza”, señala Ruiz. Y añade: “Sin duda alguna, la de Montreal es la cumbre más importante de las que se celebrarán este año. Necesitamos un acuerdo con objetivos claros y vinculantes para todos los países que permitan que, en 2030, el mundo detenga la sexta extinción que vivimos y empiece a recuperar naturaleza. Cualquier otro acuerdo de mínimos será un fracaso para la gente y para la lucha contra el cambio climático”.
Papel de España en la COP27
España se ha situado como uno de los países que lideran los esfuerzos por llegar a acuerdos multilaterales que permitan aproximarse a los requerimientos expresados por la Ciencia. SEO/BirdLife valora muy positivamente la actuación de la Vicepresidenta del gobierno de España, Teresa Ribera, y solicita un papel similar en la COP15 de la Convención de Diversidad Biológica (CBD en sus siglas en inglés) que comienza el 7 de diciembre en Montreal. «La pérdida de biodiversidad es la otra cara de la moneda del cambio climático, y una de las soluciones para frenarlo. razón por la que España debe mostrar la misma determinación en la COP15 de la CBD. El trabajo del gobierno no debe acabar hoy, en Montreal debemos conseguir un Marco Global para la Biodiversidad parecido al que alcanzamos en Paris para el Clima» señala Ruiz.