Es cierto que las mujeres hemos sido silenciadas durante siglos, casi tantos como el ser humano viene sometiendo al mundo natural. Pero a día de hoy, nosotras hemos logrado cierta unión e incluso un éxito relativo en algunos de nuestros planteamientos y contamos con la posibilidad de formularlos, aunque todavía no sean escuchados lo suficiente.

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Ahora bien, los animales, los ecosistemas y la Tierra en general, no pueden acometer esos logros conquistados por las mujeres. Carecen de las capacidades racionales necesarias. La dominación específica sobre la naturaleza comporta un paradigma universal de la dominación puesto que no hay posibilidad de que el mundo no humano pueda alguna vez plantear argumentos. La seguridad de la tiranía descansa en la certeza del silencio.

Las mujeres, los pobres del mundo, los periféricos del sistema pueden sortear determinados escollos sociales, generar hechos político-sociales y poner en aprietos al sistema de dominación. Hay barreras difíciles de superar y sobrellevar, pero la posibilidad existe. Sin embargo, la naturaleza carece de capacidades reflexivas para escapar del abuso humano y el murmullo de lo no-humano no comporta una señal moralmente audible en las suficientes conciencias. A pesar de que el entorno social y el ambiental degeneran juntos.

En 1962, una mujer, Rachel Carson, con la publicación de “Primavera silenciosa” sacudió al mundo occidental. Su denuncia sobre los riesgos de la utilización masiva de productos químicos peligrosos despertó una conciencia ecológica dormida.

Hace más de medio siglo, pero su denuncia está más vigente que nunca. Tanto, que debería servir para reclamar, reconocer y reunir a todo el  “activismo”, todavía silencioso, de muchas mujeres a favor del desarrollo sostenible. Las mujeres han liderado la ética del cuidado, o el cuidado de la vida. Cierto e indiscutible. Ahora, la vulnerabilidad del mundo natural debería ser nuestra prioridad, como parte de nuestra preocupación por el congénere. Las mujeres debemos acabar con las primaveras silenciosas y librar a la naturaleza del abuso humano. La justicia social y ambiental deben defenderse juntas. Han sido siempre distintos frentes para conseguir el gran reto de la equidad. La sostenibilidad de la vida está en juego.

“Las generaciones futuras difícilmente perdonarán nuestra falta de preocupación por la integridad del mundo natural que sostiene toda la vida” (Rachel Carson).

Asunción Ruiz

Directora Ejecutiva de SEO/BirdLife

[Texto aparecido en la exposición Ecología humana: integrando perspectivas ambientales  del Museo Virtual de Ecología Humana]

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