El frailecillo atlántico tiene un pico fascinante, colorido y hermoso, y quizá algo grotesco. Un atributo que lo hace único y reconocible, pero que, inesperadamente, guardaba un as bajo la manga: también es fluorescente. Un detalle que la moderna ornitología ha pasado por alto hasta que por “pura casualidad” -como reconoce el descubridor del hallazgo, el británico Jamie Dunning- se ha comprobado que las bandas amarillas de su pico son luminiscentes ante la luz ultravioleta.

 

El vistoso pico de un frailecillo tal y como lo vería un ser humano ©Wild On

El vistoso pico de un frailecillo tal y como lo vería un ser humano ©Wild On

 

Todo aconteció un día del pasado enero en el laboratorio de este investigador de la Universidad de Nottingham, cuando se le ocurrió proyectar una luz ultravioleta en uno de los ejemplares que manipulaba. “Entonces las dos franjas amarillas en el pico del frailecillo, llamadas laminillas y cere, se iluminaron como una luciérnaga”, relata el autor, que vivió la experiencia “con verdadero asombro”. Este ornitólogo se había planteado si los frailecillos tenían picos fluorescentes, como su pariente el mérgulo empenachado, y la respuesta fue inmediata y contundente.

 

Pico del frailecillo con bandas fluorescentes, tal y como lo verían las aves, capaces de ver el ranto ultravioleta ©Jamie Dunnin via CBC

Pico del frailecillo con bandas fluorescentes, tal y como lo verían las aves, capaces de ver el espectro ultravioleta ©Jamie Dunnin via CBC

 

¿Para qué sirve un pico así?

Aunque Dunning científicamente sabe que el efecto fluorescente se debe a algo presente en esas partes del pico que absorbe la luz ultravioleta y la devuelve como una luz brillante, confiesa que “no está claro que es ‘ese algo’ que produce el fenómeno”.

Por otro lado, también asume que esa fluorescencia debe tener alguna función, pero reconoce que aún no sabe para qué. Aunque sí descarta que sea utilizado como un faro en la noche ya que las ondas de luz ultravioleta no están presentes en la oscuridad y entonces otros ejemplares de la especie no podrían ver los picos brillar más allá del ocaso. Está por ver también si este brillo pudiera ser algún tipo de ornamento sexual, un indicador de salud y vigor en los machos. En cualquier caso, como explica el autor, “el pico del frailecillo se ha forjado durante generaciones, cientos y miles de años de selección sexual. Están pasando un montón cosas ahí y esa es la razón por la que es tan bonito y colorido”.

 

Visión tetracromática

Aunque los humanos acabamos de descubrir que los picos de los frailecillos brillan bajo la luz ultravioleta, para las aves no sería una novedad, ya que ellas sí ven la luz ultravioleta. La visión humana solo permite ver un espectro cromático que es una mezcla de luz roja, azul y verde, pero los pájaros pueden ver un cuarto color. Es lo que se conoce como visión tetracromática. Y es que las aves, como muchas otras especies, no ven el mundo como nosotros, y perciben colores y tonalidades que escapan a la visión humana.

 

Estas seían la gafas que de manera divertida ha diseñado el autor para comprobar si el pico es fluorescente en ejemplares vivos ©Jamie Dunning vía CBC

Estas son las gafas que de manera divertida ha diseñado el autor para comprobar si el pico es fluorescente también en ejemplares vivos ©Jamie Dunning vía CBC

 

Una de las curiosidades de este hallazgo es que el Dunning ha observado la fluorescencia únicamente en frailecillos muertos. Para descartar que la luminiscencia sea causada por procesos de descomposición de la materia del pico, Dunning se ha embarcado en una nueva investigación. Tratará de demostrarlo en ejemplares vivos (ya ha diseñado una simpáticas gafas para proteger los ojos de los frailecillos), y buscará respuestas sobre las causas de la fluorescencia y su función. Este estudio será publicado próximamente con científicos de la Universidad de New Brunswick, y lo que es seguro es que arrojará más luz aún sobre el luminiscente y colorido pico del frailecillo.

Pero a parte de estas interesantes curiosidades, no debe perderse de vista que según el último informe de BirdLife sobre el estado de las aves en el mundo 2018, la sobrepesca y el cambio climático han reducido la disponibilidad de alimento de esta especie, y la clásica imagen de su pico rebosante de peces podría pasar a ser una rareza. Por todo ello, está considerado ‘Vulnerable”.

 

Lo que el ojo humano no percibe

El ojo humano no es capaz de percibir una tonalidad de colores que solo es capaz de reproducir la luz ultravioleta, aquella zona del espectro electromagnético cuya longitud de onda se sitúa entre los 100 y los 400 nanómetros. Un mundo fascinante que se revela únicamente para las especies con una visión adaptada a ese rango lumínico. Esta visión es común, sin embargo, en el reino animal. Por ello, muchas especies de aves muestran patrones ultravioletas en los ornamentos del plumaje que son invisibles para el ojo humano. Por ejemplo, el herrerillo común macho tienen un parche en la coronilla que refleja el ultravioleta, el cual se exhibe en el cortejo con ciertas posturas y elevando las plumas de la nuca. En el  picogrueso azul macho, un pájaro de Norteamérica, el hecho de tener el plumaje azul más brillante y corrido hacia el ultravioleta le permite mantener territorios más extensos con abundantes presas, y consiguir  alimentar a sus crías más frecuentemente que otros machos. En el caso del mirlo común, aunque la intensidad del naranja de su pico es el factor principal de elección que hace la hembra, esta responde más fuertemente a machos con picos buenos reflectantes de la luz ultravioleta. Pero este espectro lumínico también es útil para la alimentación: el cernícalo común es capaz de localizar visualmente los rastros de orina de los roedores para darles caza.

Como veríamos a esta ave (izquierda) y como la vería un ejemplar de su especie (derecha)

Cómo veríamos a esta ave (derecha) y cómo la vería un ejemplar de su especie (izquierda)

En el reino vegetal, ciertas flores han desarrollado manchas de coloración que indican a los insectos el camino hacia el polen o el néctar, solo visibles por los insectos que perciben la luz ultravioleta. Asimismo hay especies de mariposas que poseen patrones de color ultravioletas –imperceptibles para el ojo humano-, pero que si pueden ser diferenciados por otras mariposas.

Se sabe también que los escorpiones tienen la capacidad de ser fluorescentes en la oscuridad. Su exoesqueleto posee una sustancia que convierte la luz ultravioleta de la luna y la estrellas en un brillante azul-verdoso perceptible para los de su especie, y cuya función sería ayudarles en su visión nocturna. Los insectos palo, miriápodos y saltamontes también brillan bajo la luz ultravioleta.

Uno de los descubrimientos más recientes en esta línea es la primera rana conocida fluorescente, la rana punteada. Esta especie de Sudamérica a la luz del día es de color verde relativamente discreto, con tonos entre el amarillo y el marrón, y con puntos rojos oscuros. En cambio, cuando anochece, parece emitir una luz entre verde y azul (visible para los humanos si se utiliza una linterna de luz ultravioleta). No en vano, se cree que pueden existir otras 250 ramas más con características similares, incluyendo piel traslúcida.

 

 

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