«Aunque hayamos llegado a la edad, no vamos a jubilarnos, y seguiremos actuando como mensajeros ante tantos oídos sordos o endurecidos».
Estamos de celebración. SEO/BirdLife cumple sesenta y cinco años de vida. Seis décadas y un lustro trabajando contra el averno. Los griegos empleaban el término “Áornos”, o “Averno”, para designar a los infiernos. Etimológicamente Aornos significa “sin pájaros”, el lugar al que no se acercan las aves, y averno viene de los vocablos griegos a: “sin” y ornis: “ave”.
El averno es un lugar sin aves. Para los antiguos, un lugar sin posibilidad de proyectar el futuro. Porque eso han sido las aves en la Historia: pronósticos. Tanto en las culturas mediterráneas, como en las europeas septentrionales, las aves se consideraron mensajeras de los dioses. Por eso, se les otorgaba simbólicamente la capacidad de vaticinar con su sola presencia aspectos saludables o nefastos del futuro. Desde la Antigüedad, los pájaros viajeros han sido percibidos como almas o espíritus.
El poder del augurio tiene una larga tradición ligada a las civilizaciones antiguas, mucho más vinculadas a la naturaleza que la nuestra. El vuelo de las aves las presentaba como símbolos de las relaciones entre el cielo y la tierra. En griego, la misma palabra podía ser sinónimo de presagio y de mensaje del cielo. En el mundo céltico el pájaro es, en general, el mensajero o el auxiliar de los dioses y del otro mundo. Así se concibe el cisne en Irlanda, la grulla o la garza en la Galia, o la oca en Gran Bretaña; mientras para los germanos ese papel lo tiene el cuervo. Incluso hoy, Harry Potter utiliza una lechuza como mensajera.
Otra de las simbologías más extendidas de las aves es la representación del alma. El testimonio más antiguo de la creencia en las almas-pájaro está contenido en el mito de Fénix. En los frescos del antiguo Egipto, vemos cómo un ave con cabeza de hombre o de mujer simboliza el ánima de un difunto, o un dios que visita la tierra. El Libro de los Muertos tibetano describe la muerte como un halcón que levanta el vuelo y, en Mesopotamia, se figuran los difuntos bajo la forma de aves. También en la simbología cristiana, vemos cómo al expirar el alma sale en forma de ave, mientras, según el mismo Corán, el “lenguaje de los pájaros” es el del conocimiento espiritual. La tradición cristiana de la paloma, los ángeles o el Espíritu Santo se mantiene en el Islam: los pájaros viajeros –como los de Attar y los del Relato del Pájaro de Avicena– son almas lanzadas a la búsqueda iniciática.
Las aves representan también el espíritu de la vida. En el imaginario europeo la cigüeña es portadora de los recién nacidos y también simboliza el viaje de los muertos en los jeroglíficos egipcios.
Hoy en día, algunos psicoanalistas clásicos inciden en algunas de estas interpretaciones. Para Bachelard (1986), la razón profunda que explica la facilidad con la que nuestra psique acepta a las aves está relacionada con la ascensión y el deseo de verticalidad, que entiende a las alas como símbolo de purificación, libertad y protección.
SEO/BirdLife, a lo largo de sesenta y cinco años, ha hecho suyo este mundo simbólico. Hemos escuchado los augurios de las aves, que nos han alertado sobre los cambios ambientales de nuestro planeta a escala global, que nos amenazan como sociedad. Las aves nos han guiado en nuestra labor de conservar la biodiversidad y avisado de la urgencia de luchar contra el cambio climático. Una tarea de la que, seguro, nuestros fundadores nunca pensaron que debíamos ocuparnos.
Hemos entendido el mensaje de buena vida, gracias a todo lo que aportan las aves a quienes las estudian y defienden. Cualquiera de nosotros, pajareros al fin, conoce la sensación de plenitud y felicidad que acompaña nuestros mejores ratos de “pajareo”. Y por eso, nos hemos esforzado en que esa plenitud y esa felicidad se extiendan, se propaguen y se contagien. Nuestros casi quince mil socios de hoy sois testigos y protagonistas de ese esfuerzo.
SEO/BirdLife quiere y debe seguir cumpliendo años y, aunque hayamos llegado a la edad, no vamos a jubilarnos. Las aves nunca lo han hecho. Como ellas, seguiremos actuando como mensajeros, trinando alto ante tantos oídos sordos o endurecidos. Seguiremos peleando contra el averno.
Las aves nos han acompañado a lo largo de nuestra historia. Necesitamos un mundo con aves. Sin ellas pasaremos a ser historia -ellas y nosotros-. Que el mundo salude a las aves, para que nuestra vida en la tierra no sea un infierno.
Que así sea… ¡Ave, Aves!
Ave es una palabra latina, utilizada por los romanos como salutación, que podría traducirse literalmente como ‘que estés bien”.
Editorial publicado en el número 29 de Aves y naturaleza (junio 2019)