Las organizaciones ecologistas de ámbito estatal, Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, SEO/BirdLife y WWF, lanzan un mensaje de apoyo a los 16 activistas de Greenpeace que a partir de mañana serán juzgados por participar en una protesta en la central nuclear de Cofrentes (Valencia) en febrero de 2011, así como al fotoperiodista independiente que cubrió la información. Al mismo tiempo, expresan su condena por las abusivas penas a las que se enfrentan, dos años y ocho meses de cárcel. Igualmente se solidarizan con la organización Greenpeace, que podría tener que pagar multas de casi 360.000 euros como presunto responsable civil subsidiario.
Las principales organizaciones ecologistas consideran absolutamente desproporcionadas las penas requeridas frente a los hechos: pintar “Peligro nuclear” en una de las torres de refrigeración. La acción, realizada de forma totalmente pacífica, denunció ante la opinión pública el peligro de la energía nuclear y de la central de Cofrentes en particular. Greenpeace pedía que no se renovara el permiso de explotación de Cofrentes para que no se sobrepasara su vida de diseño, en un intento legítimo de proteger la salud de las personas y el medio ambiente. Recuérdese que unas semanas después tuvo lugar el gravísimo accidente de Fukushima, una central nuclear con una tecnología similar a la de Cofrentes.
Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, SEO/BirdLife y WWF recuerdan que la Constitución Española reconoce el “derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo”, por lo que no se podría entender la imposición de sanciones claramente desmedidas a quienes pretendieron alertar sobre un peligro para el medio ambiente de forma pacífica sin generar ningún riesgo. Además consideran un paso grave el que se está dando con este caso, de intimidación para futuras acciones en defensa del planeta, una peligrosa tendencia al alza que ya se está observando en muchos países del mundo.
Graves impactos ambientales quedan impunes cada día. Resultaría del todo incomprensible que los que protegen el medio ambiente tengan que pagar un precio desorbitado por ello.