Mudanza y, además, divorcio. Un estudio publicado en la revista PLoS ONE ha analizado el impacto del desarrollo urbanístico en las comunidades de aves cantoras que viven en las afueras de los núcleos urbanos. La investigación concluye que el crecimiento de las ciudades no solo obliga a muchas aves a desplazarse sino también a buscar nuevas parejas, con las correspondientes consecuencias sobre su éxito reproductor.
El trabajo, liderado por científicos de la Escuela de Medio Ambiente y Ciencias Forestales de la Universidad de Washington, señala que, en el caso de las especies que han ocupado zonas cercanas a las ciudades, la expansión urbanística provoca una respuesta antinatural: no solo las fuerza abandonar su territorio sino también a sus parejas, a pesar de que ambos sean adecuados.
El estudio, basado en el seguimiento y anillamiento de seis especies de aves comunes durante 10 años, afirma que este movimiento, en el que las aves lo abandonan todo, puede ser mucho más arriesgado de lo que parece. Si el desplazamiento ocurre durante la época de cría, los ejemplares llegan a perder la oportunidad de reproducirse ese año y pueden tardar al menos otro en reproducirse de nuevo.
Es más: volver a buscar una pareja apropiada o hacerse con un buen territorio de calidad en el que criar a su prole es una dura tarea y es posible que el pájaro pierda hasta la mitad de sus años de reproducción.
Los científicos han bautizado a este grupo de aves como esquivas (del inglés avoiders), dado su carácter sensible a los cambios urbanos. En la lista incluyen pájaros cantores como el chochín del Pacífico o el zorzalito de Swanson. Se trata de especies conocidas por rechazar la presencia humana y sus actividades, ya que implican la pérdida de territorio y la fragmentación de su hábitat.
Durante el estudio se observó otra categoría de aves que, a diferencia de las anteriores, sí toleran los cambios de modelo urbanístico y que se están volviendo cada vez más habituales en las grandes urbes. Es el caso, por ejemplo, el gorrión melódico, cada vez más habitual en ciudades de América del Norte. A este segundo grupo, los autores las denominan aves adaptables (del inglés adapters o exploiters). ya que pueden llegar a ser capaces de convivir en las ciudades y formar parte de la diversidad urbana.
La investigación evidencia que los desarrollos urbanísticos sin una planificación previa pueden tener consecuencias sobre la fauna y, concretamente, sobre las poblaciones de aves que viven en las inmediaciones de las ciudades.
“La expansión urbanística debe ir siempre de la mano de una evaluación previa de impacto ambiental que tenga en cuenta estos factores. De esta manera estaremos conservando y protegiendo no solo a las especies adaptables, sino también a las esquivas. Todas, sin excepción, forman parte de nuestro patrimonio natural”, explica el biólogo de SEO/BirdLife, Nicolás López.